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La libertad de expresión, la audiencia y la supervivencia de los medios de comunicación

martes 02 de septiembre de 2014, 12:00h

Bonita mezcla de conceptos me ha salido esta vez en el título de este artículo. ¿Alguien se acuerda de aquello de "formar, informar y entretener"? Aquellos conceptos básicos sobre los que se basaba la esencia del buen periodismo. Ahora, entre crisis, expedientes de regulación de empleo y reducciones salariales (casi 9000 periodistas han perdido su trabajo en los últimos cuatro años), han sufrido un empeoramiento de la enfermedad terminal que sufren hace años, ¿o incluso han desaparecido?.

La libertad de expresión, la audiencia y la supervivencia de los medios de comunicación

No queda casi nada de nada de lo que conocimos no hace tantos años. Ha cambiando la imagen del periodista, ha cambiando el soporte informativo y los distintos formatos ¿O es que realmente ya casi no quedan formatos?, el interés de las empresas periodísticas (económicos o de simple posicionamiento frente al poder), los sistemas de financiación de las cadenas basados y justificados en... ¿la libertad de expresión?

Mientras en Gran Bretaña observamos el funcionamiento de la comisión Leveson, creada para analizar el comportamiento de los medios después del escándalo del diario sensacionalista News of the World, en España asistimos a una grave controversia fruto de la publicación de un informe policial sobre las supuestas cuentas bancarias en Suiza de Artur Mas y otros mandatarios de CiU. ¿En qué quedará este escándalo? ¿Se tomarán medidas al respecto? El tiempo nos dirá dónde tenemos en nuestro país las líneas rojas.

Pero no tenemos que irnos a casos tan de actualidad, vamos a algo simple que vemos cada día, un ejemplo "tonto". Todos sabemos que las grandes cadenas privadas de TV son eso, privadas, algunas cotizan en bolsa y todas viven de la inversión publicitaria (que no pasa por sus mejores momentos) buscando atraer a los anunciantes con eso que se llama “tener audiencias”. Todos conocemos qué tipologías de programas consiguen esas audiencias y llenan las parrillas de programación amparados en buenos resultados. Es decir, la gente dedica su tiempo a ver ese tipo de programas con fruición…

Pero ¿Todo vale para obtener esas audiencias que reportan ingresos? Este tema toca fibras mucho más sensibles. ¿Hasta dónde llega eso que se llama “libertad de expresión”? Tomemos por ejemplo el Código de autorregulación sobre contenidos televisivos e infancia que podemos leer en esta página del  Ministerio de la Presidencia. Podemos leer (y recomiendo leerlo con detalle):

Los principios básicos de este código se fundamentan en la propia Constitución española, en particular en su artículo 39.4 por el que se establece una protección específica para los derechos de la infancia, que se consolida con la ratificación por parte de España, en noviembre de 1990, del Convenio de la Organización de Naciones Unidas de 20 de noviembre de 1989 sobre los derechos del niño.

¿Alguien ha hecho un repaso superficial del tipo de programas y sus contenidos en los horarios correspondientes a horario protegido de 06:00 a 22:00 horas? ¿Realmente estamos cumpliendo con el verdadero sentido del texto o estamos cogiendo con pinzas el tema mirando hacia otra parte? Pueden llamarme ingenuo, pero jamás entenderé para qué existen leyes, normas o códigos de conducta que no se respetan y que, además, nadie hace respetar. Para eso seamos coherentes y dejemos que las leyes de mercado marquen el camino y santas pascuas... ¡Dios nos pille confesados!

Oiga usted ¿Qué está diciendo? Los españoles tenemos libertad de ver y leer lo que nos dé la gana y además lo que está usted diciendo es jugar con el pan de muchos profesionales. Haya paz, es verdad, ha sido solamente un sencillo ejemplo de la situación de los medios de comunicación. Pero recordemos aquello de: "Mi libertad termina donde empieza la de mi vecino, ¿no?". Bien, podríamos aludir al argumento que la mejor forma de penalizar este tipo de acciones es simplemente no ver los programas que consideremos que pasan de puntillas por estas normas, no leer los periódicos que se limitan a "genuflexionarse" ante intereses partidistas o que, toman decisiones éticamente cuestionables (eso es lo que yo, personalmente, hago). Si no hay audiencia, no hay ingresos y los grupos mediáticos buscarán nuevos productos. Pero la triste realidad es que las personas que conforman dichas audiencias seguimos refrendando este tipo de productos y los amparamos con cifras y datos de éxito. ¿Dónde está pues la solución?¿Cuál es el problema de fondo? … ¿Control unilateral de los padres sobre la TV que consumen sus hijos y allá se las compongan? ¿Mayor educación en las jóvenes generaciones que hagan germinar un espíritu crítico? Los medios tienen un argumento aplastante a su favor hoy en día: Dan a la gente lo que gente quiere.

Los medios de comunicación "forman, informan y entretienen"... Tienen eso que se llama credibilidad. Eso debería ser una carga de responsabilidad para los que ejercen el poder de creación de contenidos preguntándose qué efectos se producen en las audiencias ¿mero supuesto entretenimiento, información de calidad o quizá mensajes que van calando en la gente sobre modelos a seguir? No diga tonterías hombre, la gente es inteligente y sabe diferenciar... Pues, sinceramente, eso espero.

No todo vale o no debería ser así, pero esta, podemos decir “crisis de valores”, no solamente afecta a aquel que produce un determinado contenido, sino a todos los demás que empujamos esa rueda y hacemos funcionar el sistema, los profesionales manteniendo su más o menos precario puesto de trabajo, los anunciantes refrendándolo y nosotros, los espectadores, que cómodamente sentados en nuestro sofá, creamos las audiencias que alimentan el ciclo.

Y lo peor, desde mi punto de vista, es que la sociedad ha comenzado a ver todas estas actuaciones, y tantas otras, como algo normal, se ha mal acostumbrado y lo observa todo con distancia e indiferencia mientras el sistema sigue agravando su enfermedad terminal.

“Sin periodismo no hay democracia”. Ese es el mensaje que se lee en las chapas que la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) repartió entre sus asociados, el 5 y 6 de diciembre, durante los actos conmemorativos de la Constitución. Solamente puedo decir que estoy completamente de acuerdo con ese lema. “Los medios son un contrapoder para denunciar y evitar abusos”, son palabras de Elsa González, presidenta de la FAPE. También estoy de acuerdo y añado que ese papel es fundamental para la salud de la sociedad y de la democracia. Indispensable por no decirlo de otra manera más tajante. Sin embargo termino el artículo de hoy con una pregunta: ¿Verdaderamente los medios de comunicación ejercen esa misión hoy en día en nuestro país?


                                          Joaquín Mouriz Director de Marca, Comunicación y Publicidad Cetelem España. Grupo BNP Paribas @mouriz

 

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