El multimillonario Richard Branson afirmaba en una reciente conferencia, que un negocio tiene que surgir de una idea que sirva para que la gente pueda vivir mejor. Insistía en que toda su filosofía de éxito empresarial se debía a preguntarse: ¿en qué estamos transformando y mejorando la vida de la gente? La visión de Branson es la de un precursor, que en el inicio fue una start-up, que partió de una idea.
Espíritu emprendedor
La inspiración puede ser solamente un chispazo que define un nuevo concepto (producto, servicio, etc.) o alguna cosa que aún no existe. Si bien la idea se encuentra en una fase muy embrionaria, igualmente es el momento de formularse preguntas. ¿Los grandes precursores (Steve Jobs y muchos otros) han sabido implementar siempre esas ideas en la práctica?
Cuando afloran las dudas: el éxito y el dinero.
En caso de que no se prosiga con la idea original, podría suceder que se le ocurriera a otra persona. Y esto para muchos emprendedores que llevan el espíritu de Edison o de Jobs, sería una gran decepción. Pero si esa idea le está dando vueltas en su cabeza hace ya un tiempo y su intuición le dice que debe llevarla adelante, tiene que clarificarse usted mismo si se encuentra dentro de la categoría de emprendedor (start-up) o por el contrario prefiere la seguridad de un puesto en una organización. Es el momento en que afloran los miedos, las dudas, etc.
Además, la diferencia entre un inventor que crea y una persona que impulsa una star-up, radica en que ésta sabe desde el principio, que quiere crear una empresa que obtenga beneficios y sea sostenible en el tiempo. Un proyecto en toda regla. Por ello, es importante decidir rápidamente si el deseo que se tiene de crear una empresa es para hacer dinero y desarrollar un proyecto empresarial que pueda crear puestos de trabajo al mismo tiempo que, como dice Branson, ayude en algo a cambiar la vida de las personas. No debe ser la creación de una nueva empresa simple curiosidad o aventura. Y esto se torna mucho más serio cuando las estadísticas dicen que una amplia mayoría de nuevas empresas terminan fracasando dentro de los dos primeros años de haberse creado. Usted debe pensar en este dato, tenerlo bien presente antes de embarcarse en esta “aventura empresarial”.
Tener una brillante idea pero no saber transmitirla a la gente
¿Sabe como transmitir la visión del nuevo negocio? ¿Está en condiciones de transmitir a su gente (de manera que se entienda) cuál es su visión del negocio y cómo piensa implementarlo? Los emprendedores trabajan mejor cuando su comportamiento con el resto del equipo es un trato entre iguales (entre pares) sin tanta jerarquía. Comunicación fluida y directa.
Hay que transmitir nuestra visión a los actuales empleados y a los que se integren, a clientes potenciales e inversores. Hasta los bancos tienen que conocer cuáles son nuestras ideas. Es por ello que Richard Branson afirma que cuando se está liderando una organización es conveniente que se contrate un buen líder (un director general) y el propietario (los Branson de turno) den un paso al costado, para ver no solamente con mayor objetividad, sino tener tiempo para poder pensar y seguir creando.
Hay muchos nuevos emprendedores que han iniciado una carrera de éxito, pero para seguir creciendo hay que explicar muy bien la visión de negocio y si son incapaces de transmitir y comunicarlo adecuadamente, es mejor que el relato de la historia lo haga otro del equipo.
Nadie es perfecto. El buen líder se muestra desde el inicio. Cuando se tiene ese espíritu de liderazgo, por un lado la idea clara de lo que hay que emprender (visión) y por otro, estar persuadido de que es imposible encontrar a una persona con todas las habilidades directivas para gestionar él solo una empresa que recién se inicia, su éxito como un nuevo líder emprendedor es rodearse de un buen equipo y que comunicar la visión de la organización al mercado la haga una persona cuyas habilidades de comunicación y relación sean innatas.
Es importante saber en qué momento va a dejar espacio de maniobra para que otra persona se ocupe de “llevar la carga” de la gestión, a quién le delegue todo el trabajo y dar entonces un paso al costado. De esta forma tendrá tiempo para pensar, reflexionar, ver desde una posición más externa cómo se desarrolla todo, etc. Hay un principio en Management que está suficientemente probado: cuánto más nítida es la visión, menores son los esfuerzos de gestión que se necesitan para llegar a la meta impuesta. Parece una contradicción, pero no lo es. Porque justamente cuántos son los esfuerzos (económicos y humanos) que se malogran con frecuencia, por no tener clara aquella visión.
Los creadores como Edison, Branson y Jobs tienen algo en común: a pesar de las dificultades contra las que “chocaron” pudo más su determinación y valor. Un espíritu emprendedor que partió de una idea, se fortificó con una visión privilegiada de cuál era la meta y finalmente –y ahí la diferencia entre el éxito y el fracaso- pudieron convertir la idea original en empresas que (vaya paradoja) han sido la vida de los creadores y su gente, al mismo tiempo que han transformado y mejorado la vida de mucha gente en la sociedad.
Si (
No(
