Siguiendo con el método del storytelling que utilizamos en la formación en liderazgo, vamos a desentrañar algunos pasajes de este filme de 1989, que es una auténtica joya del séptimo arte y una fuente inspiradora permanente para las nuevas generaciones de jóvenes que se tienen que enfrentar a la vida. Los nuevos líderes en potencia, que lamentablemente no cuidamos como debiéramos en la sociedad actual.
Y qué decir de la palabra “discípulo”, que parece que existe solamente en el diccionario, como la de “maestro”. Este es un mensaje claro que el director Peter Weir lanza al público en una sociedad norteamericana de los años 50 (extensible al resto del mundo) en la cual aún coexistían maestros y discípulos.
Hábito lamentablemente perdido en el presente, pero que gracias a un proceso que actualmente se está dando en el liderazgo de organizaciones punteras a escala global, se tienen en cuenta los valores y experiencias de los que pueden ser considerados “maestros” en el amplio campo de conocimiento que abarca el Management y el liderazgo. De ahí, que “viejos” líderes jubilados o retirados de las primeras filas de acción, pasan a ejercer la formación, coaching, etc. para que se vayan formando los nuevos líderes.
Hay sociedades como la estadounidense que se han dado cuenta a tiempo y cuidan a sus mayores y también a las jóvenes promesas. Otras sociedades, lamentablemente la española es una de ellas, han tirado la toalla tanto en cuanto a los que tienen la virtud de poder enseñar y transmitir, como aquellos que debieran ejercer sus habilidades profesionales en su propio país y no en el exterior.
En la primera escena el profesor John Keating llama a sus alumnos a que le sigan al salón de trofeos deportivos y les pregunta si alguien sabe lo que significa Carpe Diem, a lo cual uno de sus alumnos le responde positivamente lo que significa la expresión latina: “aprovecha el momento”, podríamos también decir, “vive el presente” porque vivimos obsesionados por el futuro y encadenados al pasado. Es nuestra condición humana. Pero desperdiciamos este instante vital de aquí y ahora. Por ello les hace leer la poesía de Walt Whitman que dice:
“Coged las rosas mientras podáis; veloz el tiempo vuela. La misma flor que hoy admiráis, mañana estará muerta......” “Que tú estás aquí, que existe la vida y la identidad, que prosigue el poderoso drama y que tú puedes contribuir con un verso”
Ya en el aula, el realizador presenta otra escena maravillosa, en la que Keating se inclina en posición de cuclillas y pidiéndole a los alumnos que se acerquen a su alrededor les dice en voz baja “les contaré un secreto: “No leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza human; y la raza human está llena de pasión. La medicina, el derecho, el comercio, la ingeniería…son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida humana. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor…son cosas que nos mantienen vivos”.
Este profesor no les está enseñando poesía, sino que a través de ésta, puedan comprender cómo la vida pasa y que es hermoso vivirla y aprovechar el momento. Que no hay que arrepentirse por tener sentimientos, por sentir pasión por esas palabras escritas en verso que –estamos de acuerdo con el profesor Keating- nos humanizan. Que los adolescentes desde el Instituto puedan cultivar las emociones que forman parte de un proceso humanizador que garantiza a futuros hombres (mujeres) de bien.
Imagínense qué diría hoy el profesor Keating cuando lo que nos une a todos es una especial aversión a la incertidumbre, estando condicionados por la velocidad en la que se suceden los cambios que transforman la sociedad.
No hay tiempo para la reflexión y saborear cada minuto que la vida nos regala. Por ello, Keating en otra escena formidable, les pide que pasen al frente y se suban al escritorio del profesor, ahí de pie y mirando al resto desde una altura considerable. Les está explicando qué diferente se ve “el mundo” desde ahí. De manera sencilla pero no menos profunda, les enseña a que vayan comprendiendo qué es tener una perspectiva diferente, cómo se ven las cosas miradas desde otro ángulo, en suma, buscar la perspectiva de sus vidas.
Esta cuestión que parcece al alcance de todos, he explicado en artículos anteriores, que no es justamente una cualidad que se da en todas las personas. Que muchos no encuentran nunca la perspectiva de sus vidas y que también, esos pocos privilegiados que tienen una visión del mundo diferente, una perspectiva que anticipan cuáles serán los nuevos escenarios en los que nos tocará actuar, se convierten de manera automática en líderes naturales. Gente a los que los demás siguen porque ven dónde los demás no ven o no han visto aún. Son líderes porque tienen esa visión privilegiada del mundo y casi siempre, no falla, los grandes líderes suman otra cualidad: un irrefrenable sentido de justicia.
Hacen falta más profesores que como Keating, no solamente eduquen, sino que formen a las que serán las nuevas promesas de profesionales en todos los campos del conocimiento de un país. Aquellas sociedades que se preocupen por cómo van a ser sus líderes del futuro, estarán en el club privilegiado de unas pocas naciones que estarán a la vanguardia del saber y el desarrollo económico y social.
Si (
No(
