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Entrevista exclusiva | Los papeles de Panamá

Miguel Fiandor (izquierda), informático del ICIJ, y Jesús Escurdero (dcha.), periodista de El Confidencial.
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Miguel Fiandor (izquierda), informático del ICIJ, y Jesús Escurdero (dcha.), periodista de El Confidencial.

“El mayor reto de todo esto fue estar callados durante un año”

Por Miguel Ángel Ossorio Vega
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maossoriovegagmailcom/13/13/19
http://www.maossoriovega.com
viernes 29 de abril de 2016, 13:58h
Jesús Escudero, periodista de El Confidencial encargado de rastrear los papeles de Panamá, y Miguel Fiandor, informático del ICIJ, nos cuentan las claves de la mayor filtración de la historia del Periodismo.

¿Cómo se pone en contacto el ICIJ con El Confidencial?

Jesús Escudero: Esta es la cuarta investigación masiva en la que colaboramos con el ICJI. La primera fue Offshore Leaks, en 2013. Luego LuxLeaks en 2014, SwissLeaks y la Lista Falciani en 2015. Y esta, Panama Papers, en 2016. En junio o julio llegan y nos dejan caer que tienen algo gordo y que si queremos seguir participando. Con este tipo de investigaciones el Consorcio nos exige a todos, también a los periodistas, un acuerdo de confidencialidad firmado. Una vez firmado el acuerdo, se nos explican más detalles de lo que hay.

En 2013 Mar Cabra, data editor del Consorcio, se puso en contacto con los medios grandes, como El País y El Mundo, pero sobre todo El País, y dijeron que no a Offshore Leaks. Y entonces vino a El Confidencial y nos pusimos a ver qué podíamos hacer. Me imagino que la lista de medios dependerá de cada investigación, pero nosotros ya llevamos cuatro trabajos, así que deben de estar contentos con nuestro trabajo.

¿No tenéis que pagar nada por acceder a esos datos?

Jesús: No, no. El medio nos tiene que pagar a nosotros, los periodistas. Pero a mí me paga El Confidencial, no el ICIJ. En Múnich tuvimos un encuentro en septiembre y en mi caso El Confidencial se hizo cargo de los gastos.

¿Con qué equipo contabais en El Confidencial?

Jesús: Quienes hemos manejado esta información desde el primer momento, desde el minuto cero, hemos sido Daniele Grasso y yo. Los dos somos periodistas de la Unidad de Datos. Luego, a medida que nos acercábamos a la fecha de publicación, se iban incorporando nuevos periodistas. Una vez centralizada la información derivábamos fichas a los periodistas que finalmente han producido las noticias para aprovechar sus fuentes personales, ya que nosotros no las tenemos.

¿Cuántos periodistas estaban al tanto del proyecto?

Jesús: Al tanto los cinco de la Unidad de Datos. Pero hacia mediados de febrero se empezó a enterar más gente porque había que producir las noticias y había que diseñar el especial, con diseñadores, colaboradores, etc. En marzo lo sabía media redacción, igual 50 personas. Pero hasta entonces sólo nosotros cinco y el director. Había que ser totalmente discretos, también en la vida personal.

¿Tú tenías contacto con los periodistas?

Miguel Fiandor: Sí, pero no directamente. He ido varias veces a El Confidencial, incluso a veces a trabajar desde allí, pero generalmente no. Mi tarea era crear servicios a nivel general para todos los participantes del Consorcio. Pero a través de las plataformas de comunicación sí podía estar en contacto con cualquier periodista para temas puntuales.

¿Y si aparecías por la redacción de El Confidencial, a qué se supone que ibas?

Miguel: Imagino que no seré el primer extraño que visita El Confidencial. Allí estábamos en una sala aparte y además hay un espacio de coworking. Sólo iba ocasionalmente.

¿Quién está detrás del ICIJ? ¿Estados Unidos? Porque se ha dicho que esta filtración responde a intereses americanos, ya que apenas aparecen nombres de estadounidenses en los papeles.

Miguel: Uno de los mayores paraísos fiscales del mundo es Delaware. ¿Por qué iba a aparecer alguien en Mossack en Panamá cuando tiene Delaware? Eso puede hacer disminuir la estadística, pero aún así los hay.

Jesús: El Miami Herald, que es el medio estadounidense que ha participado, ha sacado informaciones de estadounidenses, como donantes de los Clinton, algún magnate, etc. Pero los grandes nombres estadounidenses están en sus propios paraísos fiscales de Estados Unidos, y también dicen que en Caimán y Singapur. Igual que en España, donde el lazo con Panamá es más cercano por la lengua, pero si hubiéramos tenido acceso a despachos de Gibraltar, de Andorra, de Suiza o incluso de Jersey, que son británicos, hubieran aparecido más españoles. Es por cultura, cultura offshore.

El reto más grande es coordinar a tantas personas durante un año. ¿Ha habido algún reto más pequeño?

Jesús: El mayor reto de todo esto fue estar callados durante un año. Que ninguno de los periodistas, programadores o diseñadores que hemos participado contara nada y que no explotara antes. Y en el día a día, utilizar muy bien el lenguaje offshore. No es lo mismo que una persona aparezca como apoderado, como administrador, como beneficiario último… Hay que utilizar muy bien el lenguaje. Sin ir más lejos, el día que sacamos la exclusiva se decía por Twitter que Messi era accionista de una sociedad. Y Messi nunca fue accionista, lo fue su padre. Messi aparece en el documento como benificiario, y no es lo mismo ser beneficiario que accionista, que intermediario, que tener un poder o ser administrador, que es directo. Cada una de estas posiciones puede tener unas repercusiones legales en un sentido u otro.

¿Creéis que el futuro de la investigación en periodismo será transfronteriza o que seguirán existiendo las exclusivas del propio medio como antes?

Jesús: Yo creo que uno de los mayores cambios del siglo XXI en el periodismo va a ser en materia de colaboración. Hay que tener en cuenta que igual que la globalización afecta a una industria offshore, donde un español puede tener una sociedad en Panamá y ser beneficiario de una cuenta en Suiza o Singapur y que esa cuenta haga transferencias a otra cuenta de Caimán o de otro país, requiere también investigaciones periodísticas globales. Hay temas locales que seguirán existiendo, los casos de corrupción en España afectan solo a España. Pero en casos de gran calado como los que trata el ICIJ, en problemas globales, se requiere una investigación periodística global y colaborativa.

Miguel: Yo creo que, por estadística, lo más normal es que cada vez los casos sean más internacionales. Los casos cada vez atañerán a más países, y los convierte en casos internacionales.

¿Se corre el riesgo entonces de que cosas pequeñas que no importan se pierdan?

Miguel: No digo que no ocurran, sino que habrá cosas que atañan a más países porque cada vez estamos más conectados y más comunicados, y las empresas son más internacionales. Las cosas que ocurren son entonces más internacionales.

Jesús: En el caso de España, no es lo mismo que se publique en un medio, donde la competencia lo fusila y no te cita, a que dos medios se asocien, tipo El Confidencial y laSexta, y generan más ruido y más impacto porque llegas a más gente. Esto es una simbiosis donde salimos los dos beneficiados, no solo uno. En Estados Unidos y en el Reino Unido esto está muy en boga, colaboración entre varios medios para sacar un tema que es de mayor calado. Por ejemplo, ProPublica también sacó con otro medio un tema. Estaban trabajando en la misma historia y en lugar de pisarse decidieron hacerlo entre los dos, aportando cada uno sus fuentes, para crear una historia mayor con un impacto mayor. También lo ha hecho The Guardian con una serie de reportajes sobre la frontera en México, se alió con un medio de Texas, y como The Guardian tiene edición americana, se juntaron. Si The Guardian no conoce mucho sobre Texas, se asocia y uno aporta sus fuentes y otro su logística. Y salen los dos beneficiados.

¿Pero esto es porque hay menos dinero en las redacciones para hacerlo un medio solo o es porque realmente la tendencia es la colaboración?

Jesús: Puede ser, no sé por qué razón, pero es la forma de solucionar esta falta de recursos de un solo medio. Si un medio es más pequeño, te juntas con diez y te haces más grande. Es una buena alternativa, una solución estupenda.

Miguel: Yo, sin tener ni idea de si hay menos recursos o no, creo que también la mejor forma es que dos medios lo lleven a cabo, que en lugar de competir colaboren y que los dos sumen. Imagina que a los dos les llega la misma historia y que simplemente la sacan de forma competitiva, sin tener ni idea de lo que hace el otro, redundando trabajo… Creo que esta forma organizada suma.

Jesús: Y, como comentaba Miguel, la importancia aquí es la confianza a la hora de compartir información. La colaboración máxima es compartir información. No es “yo hago esto, tú lo traduces y yo te lo publico”. Esto es compartir información, decir “por mis recursos y por mis fuentes he conseguido esta información, y tú por tus cuestiones has generado esto, pues nos juntamos y creamos una mayor historia”.

En el caso del ICIJ, que sois una entidad sin ánimo de lucro, en cierto modo os comportáis como un medio de comunicación, ya que publicáis en vuestra web algunos contenidos. ¿Eso significa que la información está dejando de ser un negocio y que algunas oenegés estáis tomando el lugar de los medios de comunicación?

Miguel: Yo como informático conozco poco el negocio de la información. Pero no creo que el tipo de sociedad que se dedica a la información tenga que acabar siendo una oenegé. No lo creo, aunque no sé la tendencia. No creo que sea una necesidad. Es una forma un poco ventajosa que funciona en Estados Unidos, en este caso. Porque la forma de funcionar y el sostenerse a base de donaciones allí funciona, pero en otros sitios no.
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