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Alemania es un país de ahorradores y rentistas

Entender a Schäuble
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Entender a Schäuble

Por Luis García Casas
Algunos guías turísticos presentan el Ministerio de Finanzas alemán como el único edificio oficial de la época nazi que sigue en funcionamiento. En parte es cierto. Hermann Göring construyó en la berlinesa Wilhelmstrasse el nuevo Ministerio de Aviación en 1933, aunque desde 1890 se encontraba en ese lugar el Ministerio de la Guerra del Imperio Prusiano. Las posiciones políticas y algunas declaraciones durante la carrera del actual ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, hacen que se le suelan establecer otros paralelismos con aquella época.

No en Alemania, pero sí en países como España o Grecia, a veces se le tilda de recalcitrante representante del pensamiento de otros tiempos. Pero, ¿es de verdad Schäuble un 'fascista' (calificativo que suele resumir la larga perífrasis anterior) disfrazado de cristianodemócrata? Antes de seguir: no. Desde luego, no es un izquierdista. Pero su postura ante la crisis griega, su negativa a la emisión de bonos europeos y su empeño de acabar con el déficit y de renunciar a políticas expansivas de inversión pública adquieren otra luz con algunos datos en la mano.

En un encuentro organizado por un semanario alemán hace un año entre el ministro y el estadounidense Kenneth Rogoff (contrario a sus posturas, sobre todo respecto a la crisis griega), Schäuble le espetó: "Como economista, puede usted dar muchos buenos consejos. Como político, tengo que tomar decisiones en las que, por regla general, está en juego el dinero de todos nosotros". ¿A quién se refería con ese "todos nosotros"?

En Alemania hay 25 millones de pensionistas (lo que supone más de la mitad de la población activa, de 42 millones), un segmento muy sensible a la inflación, que influye en gran medida en su poder adquisitivo. Es el país de la Unión Europea con menor porcentaje de menores de 15 años (13% del total) y el segundo con mayor porcentaje de mayores de 65 años (20,8%) sólo superado por Italia, con un 21,4%, y seguido, curiosamente, por Grecia (20,5%). En una país con una esperanza de vida de en torno a 80 años.

No es de extrañar que se esté empezando a hablar de atrasar la jubilación... ¡hasta los 73 años! (según calcula que habrá que hacer para dentro de 25 años el instituto IW, un centro de referencia en investigación económica en Alemania). Además, es el que tiene la tasa de ahorro más alta de la Unión Europea. O sea, que Schäuble dirige las finanzas de un país envejecido de ahorradores y de (puede que no influya tanto como creía Weber) mentalidad protestante.

En realidad Schäuble defiende los intereses de sus votantes. ¿Algo más democrático que eso? Cuando hablamos de condonar parte de la deuda a Grecia, nos parece muy bien. Que el FMI o los organismos internacionales le perdonen miles de millones al Estado griego es algo que cualquiera firmaría. Pero, ¿y si en esa condonación se van la mitad de tus ahorros? Muchos de los que compraron bonos griegos eran inversores alemanes. ¿Estaría usted dispuesto a ceder la mitad de sus ahorros para que la situación de las finanzas griegas esté un poco más desahogada? Pues ellos tampoco.

¿Firmaría usted como avalista de la deuda de un país, Grecia, que no consigue siquiera recaudar la mitad de los impuestos que, por ley, debía recaudar? Pues eso es lo que supondrían unos bonos europeos: que Alemania firmara el aval de la deuda de países que, no siempre por culpa de los otros, no consiguen hacer frente a sus obligaciones.

¿Y el gasto público? ¿No debería Alemania aumentar el gasto público, aunque eso eleve el déficit y perjudique a sus 25 millones de pensionistas (que son 25 millones de votantes que, además, tienden más a votar a la CDU que a cualquier otro partido)? Schäuble se defiende diciendo que se elevó el gasto público enormemente durante los peores años de la crisis, pero que ahora, que vuelve la recuperación, hay que contener el gasto.

"¿Entonces, es usted el auténtico keynesiano?", le pregunta el periodista en el encuentro citado. Y Schäuble, que además de abogado es economista, contesta: "Al menos yo no me he leído únicamente la primera página, sino el libro entero". Keynes efectivamente sabía que su sistema para reactivar la economía por el lado de la demanda, ideado para salir de la crisis del 27, era inviable a largo plazo por la inflación (pero "a largo plazo -decía- estamos todos calvos"). Y, desde luego, prepararse para las vacas flacas en la época de vacas gordas o, como decía el Quijote, "guardar de hoy para mañana" es "de sabios". Y no lo ha inventado Schäuble.

Si pasamos por alto el sueño del faraón de los siete años de vacas flacas y los siete años de vacas gordas, contado ya en el Libro del Génesis, la idea de los ciclos en la economía es de Sigmod de Sismondi, cuya teoría de los ciclos de prosperidad fue reformulada por Marx. Pero quien mejor la ejemplifica es Nicolai Kontratief, un economista ruso de los años treinta que trabajaba en Odesa. Kontratief estudió el mercado del trigo durante décadas y observó que los precios de las materias primas, que venían subiendo anteriormente, tenían una tendencia a la baja desde el inicio de la revolución. Stalin le dio un alto cargo en Moscú, complacido con que demostrara científicamente los resultados del leninismo.

Kontrarief continuó sus estudios hacia atrás en el tiempo y vio que los precios seguían ciclos: ya antes de que naciera Lenin había habido bajadas (y posteriores subidas) de los precios. Su carrera cambió también de ciclo ascendente a descendente y acabó en Siberia. La Economía es una materia complicada. Y, a pesar de recurrir constantemente a las matemáticas, no es una ciencia exacta. Ningún candidato se atrevería a decir: "si ganamos, dos más dos serán cinco". Pero en cuestiones económicas sí que se promete la multiplicación de los panes y los peces.

Se acerca la repetición de las elecciones y veremos muchas de estas promesas, como la que hizo el candidato de Izquierda Unida de crear un millón de puestos de trabajo con una inversión de 15.000 millones de euros. Obviamente, lo único que han calculado es un sueldo bruto de 15.000 euros por un millón. ¿Y si queremos crear dos millones de puestos de trabajo? Pues simplemente se multiplica por dos la inversión. El PSOE ha presentado un plan más elaborado que ellos mismos se han encargado de desligar del Plan E que lanzó Zapatero durante su última presidencia, basado en la mera "inversión" en obra pública.

La economía todavía no se ha recuperado en España. Lo que deben dejar de hacer nuestros políticos y líderes de opinión, es culpar a Merkel o a Schäuble de la crisis económica, y hacer lo que hace él... defender los intereses de sus votantes. Y reutilizar los edificios construidos, sean de la época del boom o de otras anteriores, en lugar de gastar en levantar otros inútiles.
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