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Liderazgo: ¿arte o ciencia?

Por José Luis Zunni
martes 30 de mayo de 2017, 08:03h
Cuando un amante del teatro repasa una y otra vez el monólogo de Hamlet en el que se plantea la dicotomía “ser o no ser…esta es la cuestión”, con seguridad percibe una nueva sensación que en anteriores ocasiones no había experimentado. ¿Por qué? Porque la profundidad del mensaje de Shakespeare nunca termina de apreciarse, porque es parte del arte del escritor, el poeta o el dramaturgo, dejar siempre abierta la interpretación que de su obra se haga. En otros términos: el arte realmente no tiene reglas y depende fundamentalmente de quién lo observe (pintura), lea (libro) o escuche (música).

En materia de liderazgo también ocurre lo mismo y como muestra nuestra foto de portada, siempre existe un valor diferencial de una persona a otra, pero finalmente una es la elegida. ¿Será su arte o su técnica?

'El lago de los cisnes' de Chaikovski
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"El lago de los cisnes" de Chaikovski
En los últimos años, después de una infinidad de estudios de psicología social e individual, los conductistas e investigadores sociales nos han brindado una cantidad de información muy valiosa sobre cómo es la conducta humana en ambientes de trabajo, analizando desde comportamientos de grupo y reacciones ante determinados estímulos, como los nuevos modelos de dirección de personas.

¿Han sido suficientes? Creemos que un campo de conocimiento tan amplio como es el comportamiento humano en las organizaciones, jamás se termina de esbozar una tesis final que lo aglutine todo, al igual que la teoría la unificación final de la física (conocida como teoría del todo) para interpretar el universo. En realidad no existe y lejos estará de existir, al menos en el campo que dominamos, que es el de las organizaciones y el liderazgo. Porque lo que no se puede olvidar es que la conducta humana no puede preverse ni ordenarse al milímetro como un torno de alta precisión. Y además, la robótica en materia de liderazgo aún no ha entrado. No decimos que no lo haga en el futuro. Pero las decisiones aún son tomadas por personas.

Es evidente que los datos, máquinas, sistemas informáticos y robótica, así como la inteligencia artificial, son los aspectos centrales que ocuparán nuestra atención más allá del horizonte 2020, pero de momento, el liderazgo sigue siendo una forma de acción humana en la que además del talento y formación de la persona, subyace esa condición natural que es el sello personal que se pone al hacer algo. Aquello que coloquialmente decimos, por ejemplo, que ese cantante “tiene arte”. Pues bien, grandes líderes empresariales como Jobs, Gates, Buffett, Branson, Welch, Iacocca, por citar algunos, todos ellos son auténticos artistas de la conducta humana. Son líderes en los que el aspecto técnico ha sido sobrepasado por su arte y sensibilidad.

Los expertos que han sustentado sus estudios en base a datos sobre prácticas de liderazgo, percepciones, eficacia y resultados, no es que no los aprobamos, sino que debemos matizar muy bien cómo se interpretan y el alcance de cada uno de los estudios. Los que nos siguen habitualmente en esta tribuna, podrán observar nuestra posición respecto a la réplica que hemos dado a más de una investigación. Por tanto, las tomamos como una evolución necesaria en una disciplina tan amplia como el liderazgo.

Las investigaciones sobre la conducta humana, especialmente cuando se han estudiado decisiones y comportamientos de la alta dirección a través de organizaciones punteras durante varios años, es lógico que mejore nuestro conocimiento y comprensión de lo que los líderes efectivos pueden alcanzar. Consecuentemente, la importancia que ello tiene para el crecimiento y desarrollo de las organizaciones.

Pero la pregunta inevitable es si a pesar del avance en el conocimiento de la materia, hemos sido capaces de mejorar, por ejemplo, el liderazgo político. A priori, pareciera ser que no.

Las altas tasas de rotación y la escasez de líderes efectivos sugieren que no hay correlación entre estudiar el liderazgo y el que definitivamente se aplica en la práctica, sean gobiernos u organizaciones. Creemos junto a una parte de la doctrina, que se beneficiaría un poco más el ejercicio del liderazgo, si partiésemos de la base que tiene un sustrato importante de arte.

En ningún momento negamos la posición que el liderazgo efectivo también es una habilidad que puede ser aprendida y que ese aprendizaje contribuye sustancialmente a las organizaciones y a la sociedad en su conjunto.

Macrón y el ejemplo francés

Uno de los valores en los que más se insiste ante la elección del presidente francés Macron, es su juventud. Que es el más joven de la historia de Francia. ¿Significa la juventud una barrera para lograr el éxito y alcanzar las metas que una persona se había propuesto? Por supuesto que no.

En lo que no se ha abundado tanto en el proceso electoral francés, es en cuanto a la preparación, o sea el nivel de competencia profesional que tiene Macron, siendo en general desplazada este atributo fundamental por la edad del aspirante. Lo que nos viene a ejemplificar Macron, lo podemos extrapolar a cualquier proceso de búsqueda de nuevos directivos y líderes para hacerse cargo de una organización, en el que más que la edad lo que debe prevalecer es definitivamente el talento de la persona. Y el talento incluye una parte significativa de arte, de cómo conducirse en la vida y cómo hacerlo con el personal que tiene a cargo (en las organizaciones) o los ciudadanos (para un líder político).

Cada vez que se contrata para posiciones de liderazgo, lo primero que hay que observar es el tipo de experiencia demostrada, así como formación, capacidades y habilidades en vez de sopesar la edad.

El caso Macron en una sociedad francesa desencantada con la política tradicional de los dos grandes partidos, nos señala también otro elemento fundamental a la hora de la búsqueda de un nuevo líder para una empresa, incluso a aquel que se promocione desde dentro porque se le viene preparando para ello. Está alertándonos sobre la imperiosa necesidad de que aflore una nueva perspectiva, una visión distinta que permita ver con más claridad el horizonte de crecimiento y desarrollo de esa organización que promueve el cambio de liderazgo. Pero también y no menos importante, es la capacidad de promover las relaciones interpersonales desde una óptica fundamentalmente humanista. Que ese arte al que aludimos, sea el que le permite dirigirse de manera directa a personas y equipos, que genere confianza y termine construyendo la imagen de un líder creíble.

Venimos sosteniendo desde esta tribuna, que los buenos líderes deben preocuparse por formar y desarrollar nuevos líderes dentro de la organización, porque los relevos son inevitables con el paso del tiempo.

El reclutamiento de una persona para una posición de alta dirección es una mirada al futuro y no al pasado. Se deben potenciar todas las fortalezas, toda esa capacidad que aún no ha sido posible aplicar y que con seguridad la nueva dirección buscará apoyarse en esos puntos fuertes. Porque los resultados positivos del pasado, que dieron grandes satisfacciones a la empresa y su marca, no garantizan que sigan siendo equivalentes en el futuro porque las condiciones están cambiando día a día. Y cuando se toman decisiones de cambio en el liderazgo, justamente es para que las circunstancias que están afectando la capacidad potencial de rendimiento ya demostrada en el pasado, no terminen impactando negativamente porque la organización no haya sabido encarar el futuro, que no es ni más ni menos la consecuencia de cómo se está actuando hoy.

La influencia de las decisiones pasadas que tuvieron éxito en los mecanismos decisorios del presente, son inevitables. Por ello, la visión del nuevo líder es fundamental para el sostenimiento de ese crecimiento, adecuando la organización a proyectos plausibles y sostenibles en el tiempo. ¿A cuánto ascenderá el grado de arte que tenga que aplicar? En realidad no existe medida. Sería falso plantearlo así. Lo que sí es cierto, es que cuánto más personal sea el estilo y la preocupación por personas, así como el crecimiento y desarrollo personal de todos sus empleados, esa sensibilidad no es parte de su técnica y formación, sino entran en el plano emocional, el que también nos permite disfrutar y emocionarnos con una sinfonía. Arte puro.

El entusiasmo vence al convencionalismo

Hemos visto en Francia cómo surgió una ola de entusiasmo que movilizó a los ciudadanos, porque veían en el nuevo líder un motivo de esperanza. Probablemente ha pesado la no contaminación de Macron con lo que habitualmente ocurre con los partidos y políticos que ya vienen actuando hace muchos años.

Igualmente, los días previos y posteriores al ballotage, surgió la inspiración en nuestra nación vecina, como aquella a la que se aferran las organizaciones en las que un nuevo líder entusiasta y que contagia el entusiasmo al personal, provoca también un cambio de visión individual en la que las personas que hasta ayer veían nubes y claros, empiezan a tener un cielo limpio y transparente, en gran parte por la capacidad y experiencia así como visión del nuevo líder, pero también porque el empuje, fuerza y motivación creciente tiene características epidemiológicas, pero en este caso de contagio totalmente positivo. Saber contagiar el optimismo y una visión positiva, también tiene su parte de arte.

Estamos viviendo una época especialmente marcada por las nuevas tecnologías, que todo lo pueden y todo lo cambian. Guste o no, las empresas están también condicionadas en sus decisiones, los márgenes de maniobra se han achicado, porque ya no existen los amplísimos espacios en que los resultados si no eran los que se esperaban, no pasaba nada porque el tiempo transcurría a otra velocidad. La competencia reaccionaba tarde o no lo hacía nunca. Era más difícil perder cuota de mercado. Por el contrario, el escenario actual, en que la aceleración del cambio no da tregua, ni en cuanto a la velocidad y menos aún en lo que respecta a la profundidad, está expulsando año tras año a decenas de miles de organizaciones del mercado por no haber sido capaces de adaptarse a las nuevas condiciones y exigencias.

Esto lo estamos viendo en el liderazgo político tradicional en Francia, o también en la elección del presidente Trump en los Estados Unidos, que evidencia cómo los electores eligieron nuevas figuras políticas que estuvieran fuera del sistema (Trump) o no contaminados por el mismo (Macron), porque cuando el líder y su capacidad de liderazgo no tiene las ataduras de los condicionamientos del pasado, hipotecas construidas sobre promesas incumplidas, etc., el talento y la nueva visión son las que prevalecen. Y esto también sucede en las organizaciones privadas que se enfrentan todos los días a los cambios en las preferencias de los clientes, una competencia más agresiva o curvas de producción que no pueden preverse como en la economía industrial con varios años de antelación. Los ciclos productivos cambian en meses porque la innovación va dando saltos exponenciales.

Las oportunidades que se pierden en los mercados cada día se agigantan, porque hay que medir con mayor precisión las decisiones que se toman y las acciones que se implementan. De ahí que la nueva perspectiva ayuda a aprovechar las que en muchas ocasiones se convierten en oportunidades perdidas. En cierto sentido, el liderazgo que aflora de los líderes jóvenes y talentosos, es la garantía que se interpretará mejor el entorno y cómo adaptarse a los cambios que éste impone. O sea, estamos definiendo el concepto de oportunidad en cuanto a cuándo, cómo y por qué actuar. Esa capacidad de reacción de estos líderes efectivos también tiene un altísimo componente de arte, no repetible ni imitable por otra persona, porque es algo que forma parte del patrimonio de la personalidad individual.

En definitiva, se supone que un líder competente buscará contar con los mejores talentos en los equipos y departamentos, comprometiéndolos a poner las bases de un crecimiento continuo y sostenible, especialmente neutralizando y/o eliminando aquellos obstáculos que tanto a nivel interno de la organización, como externo (variables no controlables) puedan estar comprometiendo el futuro.

También atenderá al nivel de sensibilidad, entrega, esfuerzo, compromiso, forma de relacionarse, etc., de su personal, porque en ellos provocará reacciones que puedan ser consideradas arte. Cuando el líder sensible actúa buscando que los demás sean también sensibles, abre la ventana a las emociones y sentimientos que forman parte de esa inabarcable psicología humana que más allá de sus comportamientos, tiene un componente también de arte porque la respuesta del personal al líder será también proporcionada a lo que ellos reciben de él. O sea, que el arte en la dirección de personas genera unas actitudes equivalentes en respuesta que no se hubiesen producido si el líder no toma la iniciativa en primer lugar en busca de esa acción individual motivadora y comprometida. Este tipo de actuación, sin duda es arte.

Talento y entornos multiculturales

Lo que nos plantea el arte, es que los grandes artistas tienen una dosis combinada de su capacidad artística, única e indivisible, con un talento innato que es el que han perfeccionado con el esfuerzo de años de estudio y dedicación. Es el caso de los grandes directores de orquesta, destacados intérpretes de la danza clásica, etc. O sea que no dista demasiado del talento de un líder empresarial exitoso que ha sabido llevar las riendas de una organización haciendo que todo su personal trabaje con eficacia con la misma armonía que lo hace un ballet clásico.

Pero el talento también hay que promocionarlo y construir sociedades en los que se premie esta capacidad. Cuando se observan los porcentajes de participación de estudiantes universitarios extranjeros en Estados Unidos, no nos sorprende el éxito que la potencia tecnológica nº1 del mundo tiene en la innovación y desarrollo científico. En otros términos, cuando se cuenta con la mejor materia prima (jóvenes talentosos) en universidades, centros de investigación, start-ups tecnológicas punteras, etc., lo que se está haciendo en términos de liderazgo es crear las condiciones para que en el medio y largo plazo se siga ostentando una posición de privilegio y dominante en la economía mundial, en particular, dominando los mercados a través de sus empresas multinacionales y con características multiculturales así como diversas en cuanto a las personas que las conforman. A más talento mejores resultados.

Los nuevos líderes se sienten cómodos en estos nuevos escenarios en los que la multiculturalidad y diversidad es la característica habitual. Por ello, la nueva política que debe ir aflorando, como el caso francés que hemos ejemplificado, requiere de organizaciones exitosas y al mismo tiempo instituciones públicas también que abracen el éxito. El líder que quiere triunfar en su gestión debe entender el nuevo escenario o la organización que presida no podrá estar a la altura de las exigencias del mercado.

Desde ya que en la política, los ciudadanos en sociedades cada vez más abiertas y evolucionadas, también elevan el listón de las exigencias cada día, más aún después de una larga crisis como la que hemos pasado en Europa de la cual aún nos está costando trabajo salir.

En los próximos dos o tres años, podremos verificar a nivel europeo, qué líderes han pasado la prueba del liderazgo efectivo y se proyectan como que son disruptores de su generación. No cabe duda que Macron, por su juventud y talento, tendrá que moverse con la misma delicadeza que lo hacen las bailarinas de la “Danza de los cisnes” de Chaikovski. Desde ya que el arte de la danza clásica será del todo insuperable por el del liderazgo en cuanto a estética, pero les aseguramos que cuando la predisposición humanista de un líder prevalece por sobre la técnica, dejará paso a su arte que será el más importante atributo que le caracterizará en su carrera futura.

José Luis Zunnies Director Edición Online ECOFIN. Miembro de la Junta Directiva de Governance2014. Coordinador académico de la Red e Latam. Conferenciante. Ponente de Seminarios de Liderazgo y Management de la EEN y coordinador del FORO DE MANAGEMENT Y NUEVA ECONOMÍA DE LA EEN. Analista de la realidad actual y especialmente en los aspectos económicos, políticos y sociales, Experto en Management y formador de directivos y profesionales en las técnicas de liderazgo.

Ximo Salas, Co-autor del libro “Mejora y gana” (Manual de Marca personal para la búsqueda de empleo).Fundador de Crea Community (Social Media and Human Resources Company).Consultor, confrerenciante y formador. Miembro de la Junta Directiva de Governance2014

Salvador Molina, presidente del Foro ECOFIN y presidente de Telemadrid

Javier Espina Hellín, miembro de ECOFIN Business Schools

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