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Blogs > Blog de Joaquin Abad

Con el nuevo reglamento europeo de Protección de Datos parece que todas las sites se han puesto de acuerdo en cambiarnos el mensaje ese de la utilización de cookies de terceros para hacer un seguimiento de lo que almacenamos en nuestro ordenador y vendérselo a las tecnológicas.

Mientras la atención política miraba al palacio de la Carrera de San Jerónimo, donde el bipartidismo daba sus últimos coletazos, la atención periodística estaba al otro lado del Paseo del Prado, concretamente en los salones del hotel Ritz donde Pedro J. presentaba en sociedad el digital El Español.
Ya lo anunció Bill Gates a comienzos de siglo. El fundador de Microsoft fue uno de los visionarios de que el papel iría desapareciendo. En los noventa afirmó que para el dos mil desaparecería de las oficinas. Y en el dos mil dijo que en diez años los diarios dejarían de imprimirse para leerse en dispositivos móviles conectados a internet. Ahora nos acordamos de que Negroponte, hace cinco años, cuando fue investido doctor honoris causa por la Universidad Camilo José Cela también, entre otras cosas, pronosticó el negro panorama de los diarios en papel y dijo que en cinco años desaparecerían.
Desde finales del siglo pasado, desde el año noventa y cinco, pera ser exactos, los medios on-line se enfrentan a un reto incierto. Después veinte años de periódicos en internet la tecnología los está matando. Los mata porque la publicidad digital es medible. Totalmente medible. Los ad-server's -servidores de banner's de publicidad- lo saben todo. Son el ojo que todo lo controla. Sabe quien entra en un determinado medio, hora, gustos, si antes de ese medio visitó otro y si después marchará a otro. Porque lo de leer sólo un periódico se acabó, como se acabaron las grandes ediciones impresas. En pocos años los periódicos de papel, tal como los conocemos ahora, desaparecerán. Sí, desaparecerán por más que se resistan los nostálgicos. Los que no haya fallecido, por causas naturales, no podrán pagar la edición impresa simplemente porque saldría carísima.
Desde que Steve Jobs nos enseñó el primer iPhone, allá por el año 2007, han pasado muchas cosas. No nos podíamos imaginar que ese iPod con teclado táctil y tarjeta de móvil nos fuera a hacer la vida más agradable hasta el punto que ya es inconcebible que alguien pueda existir sin consultar un smartphone varias veces al día. Agenda, tiempo, correo, mensajería instantánea, fotos, vídeos, pagos del parking, pago de viajes en tren, reserva y pagos en hotel, compras en eBay, Alibaba, consulta y operaciones bancarias, y muchos etc...
Si, digo que la libertad de expresión, la que se respira en los digitales, que no en los dinosaurios del papel, tiene en vilo a la vice-presidenta Soraya. Y como no está dispuesta a que le quiten su puesto en la Moncloa, pues ha pactado esa famosa Tasa Google con la casta editorial. Con los editores de diarios en papel. Esos que durante años han perdonado la vida a los inquilinos de la Moncloa a cambio de muchos millones en publicidad institucional. Campañas muy costosas que sólo iban al El País, a El Mundo, ABC, Vanguardia, etc, y que la irrupción de la prensa digital les ha dejado con el culo al aire.
Llevo un montón de años, más de treinta, observando como la prensa en España está amordazada. De la televisión, mejor no hablar. Es una verdadera caja tonta donde los programas de mal gusto, dirigidos por tertulianos ordinarios que se regodean en miserias que la verdad sólo interesan a sus protagonistas, pero que, a lo que parece, bate récord de audiencia. Por cierto, una audiencia que no busca formarse, ni informarse, sino entretenerse. Al poder político parece que le interesa que la masa siga esos programas, se enganche en esa basura, y así ellos, sus corrupciones, sus robos, sus manejos, pasan desapercibidos a esa masa, de millones, que se interesan por unos programas que insultan al buen gusto. Antes se decía que la religión era el opio del pueblo, y que si no existiera habría que inventarla. En el siglo XXI el opio del pueblo es la televisión que los sucesivos gobiernos permiten.

Las redes sociales están que arden tras la aprobación de la nueva Ley de Propiedad Intelectual, donde se incluye la llamada Tasa Google, que ha sido un impuesto que han exigido los editores de las cabeceras nacionales agrupados en AEDE. Y como este gobierno no sabía como contentar a El País, El Mundo, ABC y demás, para que silencien sus vergüenzas, pues se inventan una tasa que deberán pagar los buscadores y repartirá una empresa particular, Cedro, y que por supuesto se la comerán los de AEDE. A los pequeños, a los de provincias, pues las migajas. Como siempre.

Algunos pequeños editores de provincias, de diarios locales, se frotan las manos con la nueva ley de propiedad intelectual que Moncloa prepara para contentar a los de AEDE. Y no saben que ese Canon AEDE, llamado Tasa Google, o sablazo que el Gobierno quiere legalizar a los buscadores, sólo se repartirá a los grandes, para que sus terceras plantas nobles, de esos edificios ruinosos, continúen con el status de grandes empresarios, coches oficiales, chóferes, dietas, viajes en aviones privados... y llenen sus redacciones de becarios y periodistas con salario mínimo.

El pasado sábado se inauguraba en la Puerta del Sol la tienda en teoría más importante de Apple en España.

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