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“Perdonar es liberar a un prisionero y descubrir… que el prisionero eras tú” Lewis B. Smedes (1921-2002)

Por José Luis Zunni

Siempre es complicado explicar la naturaleza de los sentimientos más íntimos de una persona. Pero aún lo es más cuando tratamos de explicar los nuestros propios, o sea entendernos a nosotros mismos.Aunque parezca extraño decirlo, casi todas las personas creemos que nos conocemos muy bien, pero en realidad no es así, o al menos no al cien por ciento.

“Perdonar es liberar a un prisionero y descubrir… que el prisionero eras tú” Lewis B. Smedes (1921-2002)
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La mayoría de los psicólogos recomiendan que seamos compasivos con aquellas personas que nos han agraviado. Eso sí, también hay que tener una especie de medida de qué tipo de agravio se trata. No es lo mismo perdonar cuando ha habido, por ejemplo, casos de acoso o incluso más graves aún, como un intento de abuso hacia una mujer. Porque su estado psíquico, a pesar del mal trago, le hará más fuerte y menos proclive a ejercer ese sentimiento compasivo y de perdón.

Pero en línea con lo que decimos, una vez que aprendemos a reconocer y admitir los errores que hemos cometido, también tendremos que ser compasivos con nosotros mismos, tratando de ejercer una compasión y perdón para que nos de un poco de paz y sosiego.

Cuando iniciamos el camino de perdonarnos, es un primer paso hacia una relación mejor con nuestra mente y sentimientos, lo que nos coloca también en mejor posición en la relación con los demás.

El Dr. Robert Enright, es profesor de psicología educativa en la Universidad de Wisconsin-Madison, miembro fundador del International Forgiveness Institute, quien fue pionero sobre los estudios científicos acerca del perdón y autor de siete libros sobre el tema.

Nos parece interesante cuando nos cuenta que hace treinta años empezó a aplicar la antigua virtud moral del perdón, momento en el cual, tanto él como sus discípulos se encontraron con un problema bastante grande. ¿Qué cuál era? Quizás lo más simple pero que a nadie se le había ocurrido y que podía ser la explicación científica: la gente tenía miedo de perdonar.

Es más, pienso que aún hoy (lo estoy diciendo con total tranquilidad de consciencia) hay poderosas razones para que se siga teniendo un temor especial a dar vuelta página y perdonar. ¿Es el orgullo que nos controla la vida? No siempre… pero en muchas ocasiones es generador de pérdidas preciosas de tiempo para haber iniciado el tránsito hacia el camino del perdón y la comprensión.

Cuando Enright y su equipo investigaron este miedo a ejercer la generosidad del perdón, empezaron a darse cuenta que había un patrón común en la gente temerosa, que equivalía a perdonar de forma automática y diligente, pero al mismo tiempo esto facilitaba que se volviese a situaciones abusivas. Lo ejemplifica con una expresión que no nos resulta ajena: “mi marido me denigra. Si perdono, vuelvo a por más ... pero no quiero volver por más. Por lo tanto, no voy a perdonar".

Entonces Enright explica que les tomó un largo tiempo darse cuenta, pero finalmente observaron que perdonar no es lo mismo que reconciliarse. ¿Cuál es la diferencia? Sucede que el perdón, al igual que la justicia, la paciencia o la bondad, son virtudes que se originan en lo más profundo de nuestro interior, formadas por un sentimiento de empatía y también compasión por la otra persona.

En cambio, la reconciliaciónes una estrategia de negociación de comportamiento en la que dos o más personas se reúnen nuevamente en confianza mutua. Se puede perdonar y no confiar en ella,porque sigue mostrando sus puntos flacos, como dice Enright, “no le prestas dinero al jugador compulsivo a pesar de que puedes tratar de ser bueno con ella de otra manera como una señal de perdón”.Puedes perdonar y no reconciliarte si el otro sigue siendo abusivo.

El tiempo lo perdona todo

No siempre ni en todas las situaciones. Tampoco es igual cómo se ejerce el perdón en los ámbitos privados o en la sociedad en su conjunto. Por ejemplo, cuando se habla en algunos países, especialmente regímenes totalitarios que después de años pudieron lograr la democracia y el estado de derecho, lo que sí ha habido en casi todos los casos a lo largo de los últimos cien años, es que la única manera de lograr que ese país prosperase social y económicamente, era promover desde todos los ámbitos de la sociedad una reconciliación nacional, que no significa que todo el mundo haya sido capaz de perdonar.

Pero a nivel micro-social, en el día a día de nuestras vidas, lo mejor es dejar que los desacuerdos y desavenencias sean enterrados por las arenas del tiempo.

Ya lo decía Oscar Wilde (1854-1900), cuando afirmaba que “siempre perdona a tus enemigos ... nada los molesta tanto”, o Robert Browning (1812-1889), poeta y dramaturgo inglés que afirmaba que “es bueno perdonar…es mejor olvidar”.

Pero para sentencias que calen hondo me quedo con la de Nelson Mandela (1918-2013) que decía que “el resentimiento es como beber veneno y luego esperar que mate a tus enemigos”.

Por ello, nuestro título de hoy del teólogo Smedes, porque siempre la peor bestia que anida entre nosotros, creyendo que vive en nuestro entorno, más próximo o más lejano, que se comporta socialmente como uno más, puede al mismo tiempo y esto es lo más grave,residiren nuestro interior, aunque no necesariamente seamos conscientes de ello.

La mera intención de que este sentimiento de perdón aflore, apagará la furia de esta aborrecible actitud que tanto sufrimiento provoca con el rencor, resentimiento, pero especialmente, falta de sensibilidad y compasión.

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