28 de marzo de 2024, 17:44:44
Tecnologías Emergentes

Las inesperadas consecuencias de la escasa vida útil de los vehículos eléctricos de alquiler


El carsharing dará alas al mercado de segunda mano

Por Redacción

La proliferación de servicios de carsharing en las grandes ciudades ha inundado las calles de vehículos eléctricos con una vida útil inferior a los tres años, pero compatible para su reventa en el mercado de segunda mano.


Jugar a contar el número de coches de una determinada marca y modelo que vemos por la calle es uno de los pasatiempos que todos, de niños, hemos utilizado para atenuar el aburrimiento durante los largos trayectos en coche. Pero en nuestra vida adulta se ha reconvertido: ahora podríamos pasarnos horas enumerando cuántos coches de Car2go, Emov, Zity o Wible somos capaces de encontrar durante un paseo. Esos cuatro curiosos nombres son los servicios de carsharing que hay en Madrid en la actualidad. Los cuatro han inundado la ciudad de vehículos eléctricos de alquiler que se han convertido en un fenómeno para la movilidad en la ciudad, donde compiten con Uber, Cabify, los taxis, autobuses y el metro, así como con motos y bicis de alquiler. Quien no se mueve es porque no quiere.

El caso es que Madrid vivió en 2015 una primera inyección de 500 Smart eléctricos, cortesía de Car2go. Un año después llegaron 600 Citröen de Emov. En 2017, 500 Renault de Zity. Y en 2018, otros tantos Kia de Wible. En total, más de 1.600 vehículos eléctricos de alquiler en Madrid en apenas tres años. El tiempo medio que, según cálculos del sector, aguantará cada coche en circulación, lo que va a generar un intenso negocio alrededor de la segunda mano.

Carsharing y segunda mano

Se estima que los vehículos de carsharing se utilizan seis veces más que un coche privado, algo que encaja con su filosofía (optimizar el uso del vehículo) y con la de quienes optan por esta forma de moverse por la ciudad (eluden comprar un coche que pasará la mayor parte del tiempo en un garaje, por lo que prefieren pagar únicamente por los minutos que utilizan el vehículo). El trajín que sufren estos vehículos, unido a que algunos usuarios no son del todo cuidadosos (aunque sorprende el buen estado en el que están en general todos los coches de estos servicios), provocará que la mayoría de las unidades sean retiradas del circuito a los tres años de servicio. Pero esos coches no estarán absolutamente destrozados: no serán aptos para el carsharing, pero sí para su uso privado.

La mayoría de los vehículos de las compañías citadas pertenecen a modalidades de leasing. No es de extrañar, habida cuenta de que casi todas las plataformas son joint ventures entre un fabricante y otra compañía (Daimler participa en Car2go, PSA en Emov, Renault en Zity y Kia en Wible, estas últimas junto a Ferrovial y Repsol, respectivamente).

Una vez los servicios de carsharing estimen que un vehículo ya no es apto para continuar circulando en modalidad de alquiler, el propietario podrá recuperarlo. Y no lo aparcará indefinidamente, sino que podrá introducirlo de nuevo en el mercado para consumidores privados. Por supuesto, a un coste menor que un vehículo nuevo de estas características, que cuestan de media un 50% más que un coche con motor de gasolina.

Además, los servicios de carsharing están introduciendo el coche eléctrico entre la población, que puede testar sus bondades y decantarse en el futuro por adquirir una unidad privada. Quién sabe si de alguno de los modelos que han utilizado durante meses en modo alquiler.
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