20 de abril de 2024, 18:02:17
Prefiero entender un por qué


Tendremos que acostumbrarnos durante un tiempo al distanciamiento social: nuestra nueva forma de vida

Por José Luis Zunni

J. David Goodman cubre información para el New York Times en todo lo relacionado con la recaudación de fondos y la influencia del dinero en la política. Viene escribiendo sobre gobierno, política y la justicia penal desde 2012..

Nos parecen interesantes algunas de sus reflexiones que perfectamente son válidas para una gran capital como Madrid, por ejemplo, cuando afirma que “tomó solo unos días cerrar la ciudad de Nueva York, una vez que el coronavirus se apoderó de ella, pero reiniciarla (se refiere a la actividad) llevará mucho más tiempo.





Obviamente no deja de lado el impacto económico que derivará de esta parálisis, porque además de los cientos de miles de ciudadanos que ya están sin trabajo, las estimaciones de momento están hablando de una pérdida para la ciudad de 7.400 millones de dólares en recaudación de ingresos fiscales para el año próximo.

O sea, que sea Madrid, Barcelona, Albacete o La Rioja, en nuestro país también costará volver tanto la economía como las costumbres sociales de sus habitantes a los días previos en que todo se confinó.

No hay como ver cómo piensan y qué sienten profesionales de la información de otras latitudes, que nos dibujan la manera en que se están comportando otras sociedades frente a sus respectivas normas de cuarentena.

Recurro entonces a una reportera del HUFFPOST, Jenna Birch, periodista independiente, conferenciante, estratega en creatividad y autora de “The Love Gap”, que dice que existe un punto crítico en algún lugar alrededor de la segunda semana de los síntomas del coronavirus en el que los pacientes mejoran o empeoran. Y la pregunta es ¿cuál es el problema con eso? ¿Por qué algunos pacientes con coronavirus se enferman más que otros?

Al centro del problema

Jenna Birch dice que después de estas primeras semanas de confinamiento, “el coronavirus ha convertido nuestros calendarios sociales de normales a inexistentes”. Nos parecía insólito en finales de enero y principio de febrero, cuando eventos importantes se cancelaban.

La coincidencia con ella es inevitable, ya que también en España “se nos ha separado de amigos y familiares, se nos ha prohibido reunirnos en lugares públicos y se nos ha desalentado de ir a la tienda más de lo absolutamente necesario”.

El distanciamiento social

Cuando un término se pone de moda siempre existe una razón, por ejemplo, cuando nos referimos a la protección al consumidor. Pero cuando en estos días estamos hablando de "distanciamiento social", se nos está queriendo decir (desde el mundo científico y médico) que más que una moda se convertirá, al menos por un tiempo, en una nueva forma de vida.

Porque por más que terminemos ganando la batalla al Covid-19, no será repentina la vuelta a la normalidad. Habrá aspectos psicológicos de cierto temor al contagio y mantendremos sin darnos cuenta, como algo instintivo, las distancias con el resto de personas fuera de nuestra casa y familia.

¿Cuándo volvemos a la normalidad? ¿Cuándo podemos salir de nuestras casas y volver a ver amigos?

Cualquier decisión precipitada que haga que la normalidad prevalezca sin restricciones de ningún tipo, lo que hará es que se nos olvide el distanciamiento social antes de que el virus esté realmente vencido. Jenna Birch dice que “reclamar una victoria prematura podría ser fatal”.

La ignorancia científica sobre este virus

No es ninguna afrenta decir, que como lo reconoce la propia OMS, así como prestigiosos epidemiólogos y científicos de todo el mundo, se conoce poco de este virus, pero sí va teniendo en claro esta comunidad científica, que hay muchos operadores silenciosos.

Si bien los expertos originalmente pensaban que la transmisión asintomática era rara, algunos ahora estiman que una cuarta parte de las personas con COVID-19 no tienen idea de que están infectadas, lo que determina un peligro inminente para personas sanas que no lo han padecido y por ese contacto con un asintomático cae en el universo poblacional de los contagiados.

Es por ello que Michael LeVasseur, profesor de epidemiología y bioestadística en la Escuela de Salud Pública Dornsife de la Universidad de Drexel, afirma “esta es la importancia del distanciamiento social".

¿Podemos bajar la guardia con el distanciamiento social?

Entonces, ¿qué sucede si aflojamos las medidas de distanciamiento social? Esto tiene una respuesta: si se cuenta con la posibilidad de que todo el mundo se haga un test para ver si está infectado y ante la duda pasa al estado de aislamiento hasta tener los resultados, entonces puede que se rompa con la curva de contagios. Caso contrario, es muy probable que esa persona al ser un positivo y no haberlo podido saberlo, siga contagiando.

Contar con una mascarilla no debería eximirnos de mantener la norma de distanciamiento social.

Peter Gulick, especialista en enfermedades infecciosas y profesor de medicina en la Universidad Estatal de Michigan afirma que "en cuanto a las máscaras faciales versus el distanciamiento social de al menos metro y medio, las máscaras faciales no reemplazan el distanciamiento social".

Lo que tenemos que tener en claro, es que estamos enfrentándonos a un flagelo más destructivo que las bombas en una guerra. No destruye propiedades, ni fábricas ni carreteras, pero mata personas en tiempo récord, y si no se hubiesen tomado a escala global las medidas de cuarentena que se han ido tomando, las muertes se hubiesen multiplicado por cuatro o seis veces, según las estimaciones técnicas.

Es una guerra contra un virus silencioso, no hay sirenas de alerta de bombardeo, sólo unos síntomas que siendo muy similares a los de la gripe, afecta rápidamente el sistema respiratorio y expone a un altísimo riesgo de muerte a enfermos con patologías previas y colectivos de más de 65 años.

Cumplamos las normas, aguantemos el confinamiento y aprendamos a que nada va a ser igual. Quedaremos todos, personas y empresas en la casilla de salida. Habrá que reconstruir, pero sin cometer el error de dar por vencido a un enemigo invisible. El distanciamiento social será un largo tiempo nuestra forma de vida.

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