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La contra revolución del aprendizaje

Por José Luis Zunni
martes 05 de abril de 2022, 12:42h
El entorno en el que vivimos ha recibido en los últimos veinte años nombres diferentes, pero quizás el más apropiado es el de La Sociedad del Conocimiento”. Creo que es una buena descripción porque explica e incita al cambio. Aunque siempre debemos de tener en cuenta que lo que nos condujo al éxito en el pasado puede que haya que cambiarlo para tener éxito en el futuro. Y esto es válido como principio de liderazgo tanto en el ámbito de las organizaciones como en el de la política.

Lo que en la filosofía oriental se conoce como “el principio de la sabiduría”, por contraposición el peor enemigo para el progreso es la inercia. Creyendo que como todo funcionaba bien hasta ahora con los instrumentos e instituciones con las que contábamos, pues tendrá que seguir funcionado bien en el futuro. ¡Craso error!

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Siempre nos debatimos entre la seguridad de lo conocido y la incertidumbre de lo nuevo

Es normal que así sea. Es casi un vicio (en realidad un mal hábito) creer que tenemos la certeza porque nos adormecemos en los brazos de lo conocido (con frecuencia un exceso de prudencia y conservadurismo) frente a la audacia (que no es temeridad) de lanzarnos como locos a lo nuevo. Lo cierto es que cambiar nunca es fácil. Y todavía es más difícil cambiar de forma colectiva. De lo que hablamos es de un cambio social a través de un nuevo aprendizaje.

El principal recurso de la economía moderna es el conocimiento

El proceso más importante para el desarrollo económico es y seguirá siendo el aprendizaje. Lo importante no es tener datos y/o información, sino saber cómo comprender la adecuación de aquellos a la aplicación de medidas concretas para solucionar problemas o desafiar retos de la realidad en la que nos movemos. Sin duda, la sumatoria de las partes es un aprendizaje colectivo.

Cuando en vez de evitar el cambio, las organizaciones y países lo enfrentan y aprenden a gestionarlo, no solo solucionan la crisis puntual a la que se han enfrentado, sino que están en condiciones de anticipar futuros cambios evitando que deriven en conflictos.

Tanto desde la política gubernamental como de las organizaciones, saber anticipar estos cambios, integrarlos apropiadamente en la cultura política de las naciones y corporativa de las empresas, será que forman parte de la vida diaria de todos, ya sea visto como ciudadanos (destinatarios de las políticas de gobierno) o como consumidores (destinatarios de las nuevas reglas que el mercado impone).

Pero en ambas, si no se tiene en cuenta el aprendizaje porque necesariamente la tecnología convierte en obsoleto lo que no se actualiza y transforma al ritmo de esta disrupción tecnológica, el conocimiento derivado también sufrirá de obsolescencia y fracasarán los que tengan que tomar decisiones en base a esos datos y a ese mal aprendizaje.

Cuando se incorpora un aprendizaje distorsionado por factores ideológicos y partidistas (típico mal endémico de gobiernos mediocres) la sociedad en su conjunto no puede sumarse a la ola de progreso que se ven en otras comunidades.

En este contexto las instituciones educativas tienen una revolución pendiente desde hace tiempo. Creo que es propio llamara contra revolución del aprendizaje, porque termina siendo un movimiento contrario a una revolución ya acontecida. Y esto es más que una definición. Es la necesaria adaptación a cuáles son los nuevos retos, cómo enfrentarlos y gestionarlos de manera eficiente.

Si las organizaciones emprendieron en los últimos años una transformación digital que se ha acelerado a partir de 2020 por el impacto del Covid-19, sin duda se ha sembrado la primera semilla de esta necesaria contra revolución que requiere modelos de aprendizaje mucho más acelerados, al mismo tiempo que precisos y bien orientados, para que el conocimiento derivado del mismo sea posible de aplicar y cerrar la brecha entre desarrollo tecnológico y científico con lo cotidiano, marco en el cual entran las decisiones políticas y empresariales que afectan a ciudadanos y consumidores.

La productividad hay que entenderla como el paso esencial de la capacidad productiva hacia una productividad basada en el aprovechamiento de la capacidad integral de la persona, pero esto significa un cambio fundamental en la forma de entender la empresa y su organización, por ende, de la forma en que hay que capacitarse y aprender.

La contra revolución del aprendizaje

El objetivo de las organizaciones y la sociedad en general, sigue siendo la búsqueda de una ventaja competitiva para las primeras y de lograr niveles de bienestar general cada vez mayores para la segunda. Es evidente que, en el entorno actual, la capacidad de producción ha dejado de ser una ventaja competitiva de las empresas, puesto que aprender más rápido que los competidores puede ser la única ventaja competitiva sostenible en el tiempo.

Ya lo decía al inicio de este nuevo siglo Arie de Geuis (2002) en su obra The Living Company” (La compañía viva) en la que sostenía que “las acciones de individuos y de organizaciones aisladas tienen un impacto mínimo sobre las fuerzas poderosas y repartidas que impulsan la creación, dirección y sostenibilidad de los acontecimientos externos”. Y la clave que daba y que aseguro sigue vigente hoy día es que “el propósito real de la planificación estratégica no es predecir el futuro, el intento de “acertarle”, sino cambiar los modelos mentales de quienes tienen que tomar las decisiones importantes ensanchando sus percepciones y re-enmarcando sus perspectivas”.

Y es justamente la amplitud mental (mente abierta) la única que permite tener una perspectiva aproximada a la realidad tal cual es. Si vamos al caso más dramático del presente, la Guerra de Ucrania, veremos que no necesariamente en los meses previos al desencadenamiento de la invasión armada y muy especialmente a partir de que los rusos entraran destruyendo todo a su paso, los líderes políticos occidentales comprendían claramente las posiciones de Rusia porque en la mente de todos ellos, estaba la visión exclusiva desde el punto de vista occidental, creyendo que la OTAN es el único referente al que atenerse. Cuando esto se comprendió ya habían transcurrido tres semanas de muerte y destrucción, por lo que rápidamente se dijo desde el gobierno ucraniano que Ucrania no se integraría en la Alianza Atlántica. Se identificó sin confusión una de las condiciones que Putin imponía.

Este trágico aprendizaje no es ni de lejos lo que la comunidad internacional quiere, porque todos los objetivos de las naciones del mundo es un crecimiento y desarrollo en paz. Pero esto no significa que no tengamos que tener en cuenta que en la contra revolución del aprendizaje dejemos de creer que lo único válido para el ejercicio de la gobernanza del mundo es el modelo occidental. No es así. O aprendemos a convivir con la circunstancia de que hay que adaptar mejor ambas visiones de la vida, o seguiremos tomando decisiones equivocadas o peor aún, no tomándolas, como cuando habría que haber reforzado todos los límites de la OTAN hace ya varios años para evitar tentaciones expansionistas como las que lamentablemente estamos viendo en Ucrania.

Una contra revolución del aprendizaje implica pensar estratégicamente en que la otra parte no dudará en aplicar el mal, recurrir al crimen de guerra, mentir sobre sus intenciones de retirada o de altos el fuego mientras se bombardean con misiles convoyes de refugiados y barrios de civiles en las principales ciudades.

José Luis Zunni es director de ecofin.es y vicepresidente de FORO Ecofin. Director de ECOFIN Business School y coordinador de ECOFIN Management & Leadership. Director del Centro de Liderazgo de la EEN (Escuela Europea de Negocios) y coordinador académico de la Red e Latam del grupo media-tics.com. Miembro de la Junta Directiva de Governance2014. Conferenciante. Ponente de Seminarios de Liderazgo y Management de la EEN y coordinador del FORO DE MANAGEMENT Y NUEVA ECONOMÍA DE LA EEN. Autor de ‘Inteligencia Emocional para la Gestión. Un nuevo liderazgo empresarial’, coautor de ‘Liderar es sencillo. Management & Liderazgo’ y coautor con Ximo Salas de ‘Leader’s time (Tiempo del líder)’

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