Management

¿Es malo ser un líder narcisista? 

José Luis Zunni y Eduardo Rebollada Casado | Martes 02 de septiembre de 2014

Cuando pensamos en los líderes empresariales que se han caracterizado por éxitos a lo largo de su carrera profesional, nos preguntamos sí un poco de conducta narcisista les ha favorecido o no en su desarrollo profesional. Pareciera que las investigaciones nos llevan a concluir que un toque de narcisismo –aunque no demasiado- tiende a tener un efecto muy positivo en el ejercicio del liderazgo.

 



Digamos que hace más fácil esa carrera por lo que serán considerados buenos líderes. Pero que los haga mejores líderes, se refleja en un estudio reciente, para lo cual vamos a recordar a los lectores cuáles son las cualidades que se buscan en un líder organizacional: en principio la confianza que genera el líder (tanto para su gente como fuera de la empresa) es fundamental; no menos importante lo es la capacidad de comunicación y convencimiento que tenga sobre la gente en general, para lo cual requiere contar con cierta dosis de capacidad de relación interpersonal que lo caracterice como persona extrovertida.

 

Digamos que una tipología clásica del líder organizacional es que sea audaz, ambicioso y en cierta manera “algo echado para delante”, o sea que no tema en tomar iniciativas aunque de ello derive que sea considerado prepotente e incluso avasallador.

 

Estas son partes de las conclusiones a las que ha llegado un nuevo estudio publicado en el Journal of Personnel Psychology, en el que se analizan datos de anteriores investigaciones en liderazgo y su relación con el narcisismo. Los investigadores sostienen la tesis de que una dosis de narcisismo puede ayudar a cualquier persona a que surja como un nuevo líder.

 

Emily Grijalva, profesora de psicología de la Universidad de Illinois y líder de la investigación, afirma que “Los narcisistas tienden a ser extrovertidos y esto conduce a una relación positiva entre un nuevo líder potencial que está emergiendo y el narcisismo”

 

Pero esto no significa que ser un poco narcisista garantice los resultados en el ejercicio del liderazgo para este nuevo líder emergente. Porque muchas veces su nivel de preocupación por el exceso de éxito y consideración que los demás tienen hacia él, hace que olvide o priorice mal cuestiones que tiene entre manos, lo que a veces en este tipo de personas, dicho de manera prosaica, termina “volviendo locos” a la gente que tiene a su alrededor. O sea, un poco de arrogancia pero no demasiada, que confunda a la gente en cuanto a si lo que tiene en mente el líder y lo explica a los demás, es en realidad la acción objetiva que debe implementar la organización, o es más un capricho de su inteligencia que busca galardones personales en vez de logros empresariales para todo el equipo.

 

Justamente Grijalva sostiene que el factor tiempo es un condicionante tremendo para el comportamiento del líder y la forma en que la gente reacciona ante su conducta. Porque es probable que le de beneficios en el corto plazo, pero en el largo, su forma de conducirse y relacionarse con los demás, esa arrogancia arrolladora, pase factura y le dificulte mantener el mismo nivel de relaciones interpersonales satisfactorias como tenía en el inicio de su gestión cuando asumió la posición de líder.

 

¿Cuál es la línea roja que no debería cruzar un líder en materia de actitudes narcisistas?

Como todo en la vida, lo que hace bien también pude hacer mal, la cuestión es la medida en la que utilizamos un determinado recurso, por ejemplo, en el plano estrictamente alimentario, un poco de azúcares o grasas no matan a nadie, pero el descontrol en las dietas pueden marcar cuál será el final del camino de esa persona porque una y otra vez se pasa todas las “luces rojas” que le indican “cuidado” con el colesterol, tensión arterial, etc.

 

Como en nuestro ejemplo nutricionista, en narcisismo (una especie de azúcar en el ejercicio del liderazgo) puede también ser bueno o malo, dependiendo de su medida. Y como en casi todas las acciones que el hombre realiza diariamente, la moderación parece ser la llave: prudencia, recato, consideración hacia los demás, etc. Porque ese toque de narcisismo al que nos estamos refiriendo hoy, puede ayudar a que una persona emerja en una organización como líder, pero si no se controla respecto a los abusos en este forma de conducirse en la vida, son mayores los riesgos que antes o después estarán en su contra en las relaciones interpersonales (una especie de colesterol silencioso pero que mata).

 

El coautor del estudio es el profesor de la Universidad de Nebraska, Peter Ham, que sostiene que los líderes que tienen exactamente la dosis de narcisismo adecuado, logran tener un balance (equilibrio) entre confianza, autocontrol y seguridad, pero sin que se pongan de manifiesto esas “cualidades” negativas derivadas de conductas antisociales que básicamente se refieren a cuando el líder por serlo a toda costa, no le importa despreciar, humillar, hacer una mala jugada, etc. que cargue responsabilidades sobre los demás con tal de que su persona se sienta bien y especialmente quede libre de culpa y cargo cuando es el momento de ver quiénes son los responsables de determinados fracasos.

 

Recordemos que hemos dicho en varias ocasiones, que el éxito tiene “mil padres” pero el fracaso uno solo.

 

¿Qué es lo que hay que tener en cuenta entonces de este estudio?

Grijalva afirma que los resultados son concluyentes, porque indican que este tipo de líderes no es bueno que ejerzan un liderazgo temprano, o dicho de otra manera, aquellas personas que están haciendo carrera y su poderosa autoestima y arrogancia controlada, pueden confundir al consejo y nombrarle cuando en realidad no está a nivel psicológico preparado para asumir nuevas funciones, pero especialmente, todo el peso de las relaciones interpersonales con miembros de su equipo y de otros departamentos de la empresa, porque automáticamente se pondrá en “modo on” aquella dosis de narcisismo que pasan la línea roja.

 

Por eso Grijalva dice de manera clara: “En vez de preguntarnos si los narcisistas pueden ser o no buenos líderes, la pregunta debería ser cuál es el nivel de narcisismo adecuado (ideal) que debe asumir en sus conductas un líder”

 

Nuestra posición al respecto es que el narcisismo es un patología clara de la personalidad, que los lideres que la han padecido, han hecho sufrir a mucha gente a su alrededor, especialmente los más próximos. Ni digamos lo que en estos casos sufre su familia. Porque su éxito, vanaglorias y ambiciones desmedidas a costa de cualquier persona, es lo que prevalece en su estructura de personalidad.

 

Pero al dar réplica a los investigadores que hoy presentamos, también creemos que es bueno que se estudien estos aspectos conductuales, porque el liderazgo es una parte del ejercicio diario de la conducta humana, claro eso sí, cualidad y categoría que gozan unos pocos.

 

Justamente creemos que aquellos que ha destacado por éxitos a lo largo de su carrera, ha prevalecido mucho más su voluntad y valores, su determinación en la toma de decisiones, así como su compromiso con su gente, la organización y también la sociedad. Que hayan tenido un poco de narcisismo en el contexto de lo que hoy explicamos, entendemos que es parte de su estructura de personalidad basada en el coraje, firme determinación ante el cambio y cómo enfrentar los problemas, sensibilidad por el resto de personas, preocupación por la formación de su gente, etc., pero son todas actitudes que podemos llamar “líder más humano” o “líder con un gran empuje a su gente y equipos” o “líder muy efectivo” y otras formas de explicar y definir.

 

Pero no va con nosotros, así de claro, que los grandes líderes empresariales hayan tenido una dosis controlada de narcisismo. Nos parece un recurso intelectual tirado de los pelos, que viene bien para profundizar en la conducta humana, los que somos eminentemente conductistas, pero no determina que los nuevos líderes emergentes, en condiciones de tomar las riendas de una organización, tengan que decir algo así como que mi dosis de narcisismo (colesterol) está en niveles adecuados.

 

Los grandes líderes no se “pasean por la vida” ni con barómetros ni termómetros que pulsen a diario sus niveles conductuales. Lo único que les importa es que los objetivos que tiene su equipo y su gente, la organización como un todo, se cumplan con eficacia, prevalezca la moderna concepción de gestión de RRHH y por encima de todo, sean justos, se pongan en el lugar del otro y asuman un compromiso con la gente, las empresas y la sociedad.

 

José Luis Zunni es Director Edición Online ECOFIN. Miembro de la Junta Directiva de Governance2014. Coordinador académico de la Red e Latam. Conferenciante. Ponente de Seminarios de Liderazgo y Management de la EEN y coordinador del FORO DE MANAGEMENT Y NUEVA ECONOMÍA DE LA EEN. Analista de la realidad actual y especialmente en los aspectos económicos, políticos y sociales, Experto en Management y formador de directivos y profesionales en las técnicas de liderazgo.

Eduardo Rebollada Casado es miembro de la Junta Directiva de Governance2014. Autor y conferenciante. Consultor y analista de la realidad social, política y económica. Co-autor con José Luis Zunni de más de 100 artículos de Management y liderazgo.