Medios de Comunicación

Los medios de comunicación deben convertirse en proveedores de servicios

De medios de masas a micromedios

Jorge Brown | Lunes 17 de noviembre de 2014

La evolución de la tecnología está provocando una serie de cambios en la manera de comunicarnos. En este nuevo ecosistema, los contenidos dirigidos a las masas pierden el protagonismo en favor de la información personificada. Si los medios tradicionales no quieren perder este tren, deben transformarse en plataformas que ofrezcan un servicio útil a cada individuo.



Los medios de comunicación de masas tienen los días contados. En el siglo XX, prensa, radio y televisión jugaron un papel fundamental como homogeneizadores de la información. Los pilares fundamentales en los que basaban su trabajo eran la selección de temas y la creación de aquellos contenidos que pudieran ser interesantes para la mayoría de la población. Pero en el siglo XXI, este modelo ya no es válido.

Paul Sparrow, vicepresidente senior en el museo interactivo de periodismo Newseum, ha escrito un artículo en “American Journalism Review”, en el que asegura que Internet de las Cosas, los dispositivos ponibles, el seguimiento de la ubicación y la web semántica arrojarán una gran cantidad de datos que alguien tiene que filtrar y entregar a cada individuo cuando los necesite. Los medios deben ser conscientes de esta gran oportunidad y empezar a ejercer como proveedores de este servicio si no quieren convertirse en parte del departamento de marketing de Google.

En un futuro no muy lejano, un día en la vida de una persona normal podría ser algo parecido a esto: una mujer se deplaza al trabajo en un coche auto-conducido (o volador, ya hay un prototipo interesante). Su smartwatch emite de pronto una señal que le informa de que se avecina un pequeño tornado y pregunta si remite más detalles. Ella le indica que quiere conocer la situación que se está viviendo en su barrio, por lo que, en segundos, aparecen en la pantalla que hay en el salpicadero del coche mensajes en tiempo real acompañados de fotos en las que se pueden apreciar los daños provocados por el temporal. A continuación, su casa le notifica que se ha ido la electricidad. Entonces, solicita que se le muestre un mapa de la ciudad en el que se vea la ubicación del tornado, los barrios que aún tienen electricidad, las escuelas cerradas, los cortes de carreteras y los atascos de tráfico. Es el momento de localizar a su marido, que aparece en la pantalla mientras un flujo de noticias de última hora recorre la parte inferior. El siguiente paso será ordenar al coche que cambie de destino y elija un trayecto óptimo, al tiempo que una aplicación envía un mensaje para cancelar la reunión que estaba programada. Finalmente, el smartwatch detectará la tensión acumulada durante esos minutos y le indicará a esta mujer que se relaje mientras su coche cambia la iluminación.

Ahora lo único que queda por saber es si el proveedor de esta información personalizada será una empresa de medios de comunicación o una de tecnología. Las tecnológicas han hecho grandes progresos para ofrecer anuncios personalizados que satisfagan los intereses de los individuos. Las organizaciones de noticias ya no pueden seguir dirigiéndose a una audiencia impersonal, sino a individuos concretos a los que ir surtiendo de información teniendo en cuenta su ubicación, su trabajo, estado civil, contactos, intereses e, incluso, su estado de ánimo. Los “mass media” derivarán en “micromedia”.

Los medios de comunicación que pretenden cobrar por contenidos que todo el mundo puede encontrar en Internet de forma gratuita están condenados al fracaso. Sin duda, la población debe saber qué está ocurriendo con el virus del ébola en África, pero para una persona determinada es mucho más relevante la información sobre el brote de tos ferina que se ha producido en la escuela de sus hijos.

Google, Facebook y Apple quieren convertirse en ese proveedor que proteja y comparta la información. Pero la población entiende que estos gigantes tienen ánimo de lucro y se muestran escépticos a que manejen sus datos. Por ello, las compañías periodísticas podrían desarrollar mejor ese papel, una vez que cambien su filosofía, contraten programadores, se asocien con otros medios de comunicación e introduzcan contenidos patrocinados en sus webs para convertirse de nuevo en intermediarios entre el vendedor y el comprador.

En el futuro, a nadie le importará qué medio o plataforma le suministre contenidos. Lo único relevante será que la información le llegue a cada usuario en el formato más adecuado en función de dónde se encuentre y desde qué dispositivo acceda: titulares cortos para relojes inteligentes, vídeo de alta calidad para las grandes pantallas instaladas en el hogar, etc. La prioridad es la experiencia del usuario, no la identidad del productor de contenidos. A los medios solo les queda intentar añadir valor al servicio prestado. Igual que los grandes almacenes Target son capaces de predecir si una mujer está embarazada y enviarle cupones sobre productos para bebés, los medios deben ser capaces de enviarle información médica de interés sobre el cuidado prenatal. Target cree que logrando que esa persona adquiera los pañales en su tienda estará provocando que el resto de la compra también la realice allí. En el caso de la compañía periodística, significaría que esa mujer podría comprarle toda su información.