Blog de Ángel Quero

Las nuevas tecnologías pueden crear "multitudes inteligentes"... y también aborregadas

Jueves 11 de diciembre de 2014
El término "multitudes inteligentes" fue acuñado en 2002 por Howard Rheingold, periodista y escritor estadounidense especializado en el futuro de las comunicaciones humanas. El concepto, tan unido a la actual web 2.0, hace referencia a la capacidad que tienen los individuos de actuar conjuntamente (mediante el uso de las nuevas tecnologías) aunque no se conozcan previamente.

Estamos hablando de cómo las tecnologías de la información y la comunicación posibilitan la cooperación para movilizar a multitudes con la característica de que pueden organizarse espontáneamente y de forma inteligente. Las TIC se convierten en un amplificador del talento cooperativo humano.

En su obra, "Multitudes Inteligentes. La próxima revolución social" (2002), Rheingold da varios ejemplos de personas que utilizando la tecnología lograron desencadenar hechos (a priori) insólitos, como las manifestaciones de ciudadanos filipinos que contribuyeron a derrocar el régimen de Estada, o las movilizaciones de Seattle contra la Organización Mundial del Comercio.

También hay ejemplos de cibercooperación propios del periodismo denominado 3.0. Es el caso de "OhMyNews", el periódico por Internet surcoreano donde los periodistas eran los propios ciudadanos. Un medio de comunicación (abrió en 2000 y cerró tras diez años de funcionamiento) que llegó a tener más de 62.000 reporteros ciudadanos que contribuían con cientos de historias a diario. Cerraron víctimas de su propio éxito, desbordados por la cantidad de información ciudadana que recibían y la imposibilidad de contrastarla adecuadamente. No obstante, el sitio se ha convertido en un observatorio de la actualidad relativa a este fenómeno.

Rheingold también reconocería como ejemplo de "multitudes inteligentes" los hechos acaecidos el 13 de marzo de 2004, cuando los ciudadanos españoles, indignados por lo que entendían como una ocultación de información por parte del Gobierno acerca de la autoría del atentado terrorista del 11M, organizaron manifestaciones espontáneas por las calles de las principales ciudades. Rheingold se interesó por el fenómeno cuando se hizo pública la noticia de que muchas de estas concentraciones se habían organizado y coordinado utilizando SMSs (hay que recordar que en aquél momento no había Whatsapp ni Facebook o Twitter).

Precisamente la primera edición de su libro “Multitudes inteligentes”, publicado un año y medio antes del 11M, es un intento de explicar cómo es posible la movilización política espontánea de millones de personas a través de Internet y los teléfonos móviles. "Las «multitudes inteligentes» son grupos de personas que emprenden movilizaciones colectivas —políticas, sociales, económicas— gracias a que un nuevo medio de comunicación posibilita otros modos de organización, a una escala novedosa, entre personas que hasta entonces no podían coordinar tales movimientos", escribía Rheingold.

Otros ejemplos válidos de "multitudes inteligentes", ya con la participación de las redes sociales, las tenemos en el Movimiento 15M o las manifestaciones de la Primavera Árabe, en las que el componente tecnológico se une al social y humano convirtiéndose en elemento clave para la propagación y desarrollo de dichos sucesos.

Aunque también es cierto que hay otras manifestaciones, menos inteligentes y mucho más aborregadas, fruto de esta cooperación entre ser humano y tecnología, como la reciente quedada madrileña de delincuentes disfrazados de aficionados al fútbol, a la postre el tema más popular en las redes sociales durante 2014. Un galardón (el de la popularidad) que se lleva tanto en Facebook, donde el Mundial de Fútbol de Brasil ha sido el acontecimiento más comentado de la historia de esta red social (en España lo fue la Liga, seguida de Pablo Iglesias, Copa Mundial y el ébola); como en Twitter, donde el Mundial se ha coronado también como el acontecimiento con mayor volumen de conversación de todo lo que va de año.

En resumen, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación pasan a convertirse en un amplificador de la cooperación con dos extremos; uno dirigido al control ubicuo de las actividades de los ciudadanos; y el otro, hacia una capacidad de cooperación sin precedentes. Algo que no es bueno ni malo en sí mismo, ni todo lo contrario.