Medios de Comunicación

Mentiras, verdades y audiencias digitales

Casi la mitad del tráfico de Internet procede de robots

Rafael Morán Bernaldo de Quirós | Lunes 16 de febrero de 2015

Nos encontramos ante una de las mayores debilidades a las que se enfrenta la red, y es que el tráfico fraudulento no sólo acarrea una pérdida significativa de confianza en los usuarios hacia portales de diversa índole, sino que ha quebrado la cordialidad entre los editores y los anunciantes.



Por todos es bien sabido que si hubiese un único patrón de medición de audiencias en Internet muchos de los gigantes que hoy miran con reconcomio a los portales más pequeños tendrían las horas contadas. Si bien, falsear las estadísticas de actividad de los usuarios ha entrado a formar parte de nuestro día a día, tal y como demuestran diversas investigaciones y herramientas, a las cuales se ha querido desprestigiar desde sus inicios.

Existen instrumentos que adulteran las visitas que reciben ciertos portales y que nada tiene que ver con la realidad. Y es que estos bots se están convirtiendo en una tendencia al alza, algo que está ocasionando millones de euros de pérdidas al sector de la publicidad digital.

Solve Media ha demostrado que casi la mitad del tráfico en Internet procede de robots, algo que afecta a la mitad de los anuncios de la red, y más si cabe a los resultados en desktop, elevándose este dato en casi 12 puntos en 2014.

El uso de los dispositivos móviles, en cambio, no comporta este tráfico sospechoso, ya que sólo afecta al 17,2% de su publicidad, cayendo en casi un 40% en el segundo trimestre del pasado ejercicio.

Esto podría causar una migración generalizada de los anunciantes hacia mobile, puesto que éste se alza como el entorno más fiable, sin embargo, este cambio de comportamiento podría acarrear nefastas consecuencias a los editores de información y demás portales.

Las formas de explotación económica en estos términos suponen un mayor despliegue tecnológico y una fuerte apuesta económica por el desarrollo de estos formatos a los que los editores, en la situación en la que nos encontramos, no pueden hacer frente.