Medios de Comunicación

Cuando ser periodista puede costarte la vida en México

La activista Lydia Cacho fue muy dura con el gobierno de Peña Nieto en su visita a Londres

Miriam Garcimartin | Martes 14 de abril de 2015

Desde que publicara el libro “Los demonios del Edén” hace casi una década, la vida de Lydia Cacho no ha sido fácil. Dar a conocer cómo funcionaba una red de pederastia en la que estaban involucrados políticos y empresarios la convirtió en víctima de torturas y abusos por parte del gobierno de Puebla. Tras llevar su caso al Comité de Derechos Humanos de la ONU, Cacho busca apoyos para todos esos profesionales que arriesgan su vida por denunciar la corrupción.



México no es el mejor lugar para ejercer el periodismo. Según la Clasificación Mundial de Reporteros Sin Fronteras de 2015, el país se sitúa en la posición 148º en libertad de prensa de un total de 180 estados. Y eso que podía haber salido aún peor parado si se hubieran contabilizado los actos violentos de noviembre contra los periodistas que cubrían las manifestaciones para exigir justicia tras la desaparición de 43 estudiantes en Guerrero.

Lydia Cacho, periodista, activista y escritora mexicana, conoce bien lo que significa la represión de la libertad de expresión y los peligros físicos y psicológicos a los que enfrentan los periodistas en México. Tras destapar en un libro una red de pederastia en la que estaban implicados hombres poderosos, las autoridades de Puebla llevaron a cabo lo que ella llama “un secuestro legal” en el que se violó su integridad física y fue víctima de amenazas e intimidaciones, según una denuncia presentada ante la ONU.

La periodista está visitando estos días Londres y desde allí ha realizado unas duras declaraciones contra el gobierno de su país. También aprovechó para animar a sus colegas periodistas a “dar voz a aquellos que han sido silenciados por el peso aplastante de la violencia”, informa “The Guardian”. Porque ella puede contarlo. Pero los 97 periodistas asesinados en México en los últimos cuatro años, según un informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ya no pueden hacerlo. Cacho asegura que cuando suena su móvil y es alguien de su profesión, siempre se pregunta qué le habrá ocurrido esta vez a algún periodista: ¿asesinato, secuestro, desaparición? Después de una década, y tras publicar 10 libros, la periodista asegura que sigue “viviendo bajo tremenda presión de políticos corruptos y traficantes que me quieren muerta o exiliada y silenciada”.

Y silenciada ha sido una de las periodistas más famosas del país, Carmen Aristegui, despedida recientemente de MVS Radio por desvelar que la mujer del presidente Enrique Peña Nieto y su ministro de finanzas habían adquirido un par de lujosas propiedades de una constructora que ha ganado lucrativos contratos gubernamentales. También destapó junto a su equipo una red de corrupción en la que se pone de manifiesto que el presidente maneja las finanzas del país como si fuera un señor feudal y controla junto a otros magnates los medios de comunicación a través de monopolios y persiguiendo a los periodistas. Prueba de esto último es que desde que llegó al poder, el número de agresiones a profesionales de la información se ha duplicado.

A pesar de los peligros que corren los periodistas al ejercer su profesión, Lydia asegura que el periodismo “es esencial en un país que vive en una guerra enmascarada”. “Ser periodista en México no es un trabajo, es una vocación; una responsabilidad, no un sacrificio. Es ser parte de la lucha contra el poder que hace que la vida valga la pena vivir”.