Prefiero entender un por qué

“Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro” (Tzun-Tzu)

José Luis Zunni | Martes 05 de julio de 2016

Con las últimas renuncias que se produjeron de algunos líderes británicos a partir del Brexit, se pone de manifiesto una vez más el tipo de liderazgo débil que caracterizan estos tiempos europeos que vivimos. Porque tampoco podemos afirmar que en materia de liderazgo efectivo vayamos sobrados en el resto de la UE (Reino Unido aún es socio de pleno derecho).



¿Qué es lo que caracteriza a un buen líder?

Además de tener una visión privilegiada del mundo y un irrefrenable sentido de justicia, a los líderes exitosos no les gustan las ataduras. Están siempre fuera de cualquier “black box”. Definen sus propios destinos y rechazan que se los dicten o condicionen los demás. No sólo desarrollan sus puntos fuertes, sino que los diseñan. Saben elegir el camino. Lo que hemos llamado “El líder del Tao” (el que abre el camino). Se conocen muy bien a sí mismos y bastante próxima a la realidad es la percepción que tienen de los demás.

Es evidente que una líder destacada como es Angela Merkel no sólo es exitosa, sino que ha enterrado (si es que alguna vez los tuvo) todo tipo de resentimientos y menos aún, sentimientos de culpa. Se educó en la República Democrática Alemana, pero para ella, tanto un sentimiento como el otro (sentirse culpable o estar dolida con alguien o algo) sabe que le afecta a su potencial de acción y a su capacidad decisoria, que no parece compatible con ser la mujer líder más poderosa de la tierra encabezando el ranking de la prestigiosa revista Forbes.

Por el contrario, un líder fanático como Nigel Farage, uno de los grandes promotores del Brexit, termina renunciando porque no tiene la capacidad de liderazgo mínima exigible a un líder que se le supone ha movido junto a otros defensores del “leave” a media Inglaterra. Su actitud es algo así como los muevo, gano y me voy. Al estilo de Julio César cruzando el Rubicón e invadiendo Roma pero en sentido inverso.

Las batallas por la supervivencia empresarial requieren mantener y aún conquistar nuevas cuotas de mercado. En la lucha interna en las organizaciones, aunque no lo parezca, también existe otro tipo de enfrentamientos, muchos más sutiles pero no por ello, dejan de ser peleas menos duras: la de la competencia profesional y capacidades puestas a prueba por las acciones realizadas día a día. Por tanto, el líder exitoso no tiene que tener ni envidias ni rencores. No forman parte de su personalidad. En cambio, aquellas personas que incluso ostenten posiciones de responsabilidad y tengan estos sentimientos negativos, podrían convertir su lucha en desigual. Una forma unilateral en la cual el único contendiente sea la misma persona porque lucha contra sí misma.

Como dice el Tzun Tzu “si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla”.

La energía que se centra en resentimientos, culpas y celos es una fuerza dilapidada. En cambio, quién sepa dirigir la energía a las cosas que realmente importan, podrá abrazar muchas victorias.

Cuando Farage afirma cosas tales como "lo que este país necesita es un primer ministro que haya apoyado el Brexit" o que "todo lo que sea retrasar nuestra salida no nos vale", evidencia que por más que se considera como el auténtico vencedor moral del Brexit, no ha sabido medir las consecuencias económicas, sociales y políticas que significaban para Reino Unido dejar la Unión. Digamos que su visión absolutamente sesgada de la realidad (ve como solución lo que el simple sentido común considera disparatado) le coloca entre los líderes que como diría el Tzun Tzu “no conoce a los demás ni se conoce a sí mismo”.

Cuando horas después del referéndum apareció en Bruselas, hizo una histriónica declaración a partir de la ironía con la que Juncker le dijera que “no lo esperaba aquí hoy”, ya que les hizo recordar a sus señorías que hace unos años todos se rieron de él…”pero hoy “¡ya no se ríen…verdad!”. Vaya nivel de mediocridad que se nutre del resentimiento (euroescepticismo fanático) buscando culpas en los demás (Europa) y creyendo que ellos solos (los que promovieron y votaron “leave”) se valen por sí mismos. Que eso del mundo global no va con ellos. Si para soberanía basta la libra esterlina, el “Commonwealth of Nations” y que la Reina Isabel II se haya manifestado a favor del “leave” en honor al viejo espíritu imperialista británico. O sea: “somos británicos y el mundo gira a nuestro alrededor”. Bueno…en realidad…el meridiano de Greenwich…que recibe su nombre por cruzar la localidad inglesa de Greenwich. Digamos que en el espíritu inglés está seguir siendo el ombligo del mundo.

Ningún buen liderazgo se puede construir sobre el odio y el resentimiento. De ahí que por más que Farage se haya auto- expulsado, será la propia historia a muy breve plazo la que se ocupará de él. Le valdría repasar y recordar que entre marzo y abril de 1930, se lleva a cabo en la India “la marcha de la sal” dirigida por Mahatma Gandhi, que se convirtió en uno de los más importantes acontecimientos que condujo a la independencia de la India del Imperio Británico de entonces. En años posteriores cuando le preguntaron al gran pacifista a qué se debía la victoria que era impensable lograr sobre tan poderoso rival, Gandhi contestó: “hemos derrotado a los ingleses porque ellos utilizaron la violencia”. Gandhi se conocía muy bien a sí mismo y a cuáles eran las debilidades de los ingleses. Y ésta la clave más importante del buen liderazgo.