Economía y Sociedad

Uber no es una plataforma tecnológica, es una empresa de transporte

Varapalo a la economía colaborativa

Miguel Ángel Ossorio Vega | Miércoles 20 de diciembre de 2017
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea asesta un varapalo a la compañía al igualar su servicio al que prestan los taxis. Podría afectar a otras plataformas de la economía colaborativa.

Uber siempre ha sostenido que ellos simplemente son una plataforma que pone en contacto a conductores con pasajeros, por lo que no ofrecen en realidad servicios de transporte. Aunque esta afirmación sea cierta si observamos la esencia de Uber (realmente, conectar a conductores con posibles pasajeros), en países como España no ha exactamente así por las trabas del sector del taxi, y son conductores profesionales los que ofrecen el transporte. En teoría son autónomos con licencia que se inscriben en la plataforma para prestar sus servicios, por lo que en cierto modo se mantendría la esencia (aunque acotada a un perfil concreto), pero en la práctica son empresas las que contratan conductores y ponen sus coches al servicio de la plataforma, al menos en algunos casos. Estas empresas, por cierto, a veces son compañías de taxis, el sector que ha conseguido acorralar en los Tribunales europeos a Uber, que acaba de ser considerada una compañía de transporte y no una simple plataforma tecnológica.

El alcance de esta decisión sacude los cimientos de la economía colaborativa, dado que abre la puerta a que, por ejemplo, en un futuro Airbnb pueda ser considerada un hotel. La lista sería casi infinita, y seguiría la senda de otro caso que acabamos de conocer: Deliveroo sí tiene empleados, según la Inspección de Trabajo.

En realidad todo está por escribir y el daño que puedan sufrir estas compañías será limitado, aunque en todo caso económico: podrían tener que suscribir seguros específicos o dar de alta en la Seguridad Social a sus empleados/socios. En el fondo, estas compañías son las primeras interesadas en que se regulen sus sectores y probablemente estarán dispuestas a pagar un peaje para ello, aunque es lógico que vayan a luchar por hacer ver que su objetivo es erigirse en intermediarios de una transacción entre dos particulares. Esa es la esencia tanto de Uber como de Airbnb, pero cuando sacudes sectores con arraigo y de tal importancia para las economías, este tipo de consecuencias pueden salir a la luz en cualquier momento. Es el fruto de nuestros tiempos, esos en los que todo se escribe en tiempo real y a los que estas compañías dan forma a cada paso. El próximo capítulo está por llegar.

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