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El miedo a una posible burbuja tecnológica dispara la salida de capitales

I. M. | Martes 02 de septiembre de 2014

Decenas de inversores de empresas “social media” tratan de vender sus participaciones ante el posible estallido de la burbuja tecnológica



El recuerdo de la crisis “puntocom” de los noventa parece estar presente entre los trabajadores y accionistas de empresas tecnológicas. El crecimiento de Facebook, que tiene prevista su salida a Bolsa en abril de 2012, no ha evitado que sus principales socios intenten vender sus participaciones en la compañía mientras ésta siga prosperando. Trabajadores de la empresa han declarado en el Herald Tribune que “es muy peligroso estar en una situación en la que toda tu liquidez está invertida en una firma considerada de alto riesgo”.

Facebook ha puesto coto a la salida de capitales a través de la prohibición de venta de acciones de la compañía a sus trabajadores. Cerca de 200 empleados de la red social, aunque ésta se niega a confirmarlo, han abandonado la compañía, seducidos ante los cientos de miles de dólares en los que están valoradas sus acciones actualmente.

La salida a Bolsa de otras empresas del sector como LinkedIn no han disipado las dudas. Tras un inicio espectacular en el que sus acciones cotizaban al doble de lo esperado, dos semanas después el valor de sus bonos están por debajo de su precio inicial.

Los analistas no se ponen de acuerdo a la hora de estimar el valor real de estas empresas. Microsoft se hizo el pasado mes de mayo con el control de Skype por 5.900 millones de euros. Los 170 millones de usuarios con los que cuenta la operadora de llamadas a través de Internet no han sido suficientes para amortizar el desembolso, ya que apenas ha sido capaz de generar 600 millones de euros de beneficio en el último año.

Desde su fundación en 2004, Facebook no ha parado de crecer. En 2007, tres años después de su nacimiento, Microsoft se hacía con el control del 1,6% de las acciones de la empresa por 240 millones de dólares. La salida a Bolsa servirá para comprobar si los inversores serán capaces de rentabilizar estas cantidades o si nos encontramos ante otra burbuja protagonizada por el boom de la tecnología.

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