Prefiero entender un por qué

La empatía tiene un sesgo de género: así es como podemos cerrar la brecha (Mimi Nicklin)

José Luis Zunni | Martes 21 de septiembre de 2021
¡Qué tienen estas mujeres en común? Mirando la foto que hoy les presentamos, podríamos decir que la sonrisa y una expresión de satisfacción, incluso puede vislumbrarse ese tono facial de felicidad, porque sin duda se dibuja en la cara.

Las expresiones de este tipo nos enseñan a comprender que cuando observamos en los diferentes procesos de integración de la mujer en la sociedad, en todos los campos de actividad, incluso compitiendo generalmente en desventaja con los hombres porque sigue siendo un mundo hecho a nuestra medida y que nos resistimos a cambiar (no es mi caso), la expresión de sus rostros es de más confianza y seguridad que nunca.

Nos han superado en los estudios, en la investigación científica están demostrando su valía, en la gestión empresarial en puestos de alta responsabilidad logran mejores resultados y beneficios para las organizaciones…en fin…están demostrando que se prepararon para superarse a sí mismas (lo hacían honestamente) porque sabían que tenían una doble batalla.



¿Por qué este doble esfuerzo?

Porque había un dato que siempre venía dado, nos referimos a la posición que ocupaban (que en muchísimos casos siguen ocupando los hombres), incluso la diferencia injustamente marcada de las remuneraciones percibidas. Por cierto, del todo injustificable.

Las mujeres de nuestra foto de hoy pertenecen a una nueva categoría profesional de jóvenes valores, que están no solo rompiendo el “techo de cristal” que poco a poco ha ido cediendo por propia ley de gravedad (la presencia de la mujer, aunque le pese a algunos hombres), sino que además es cada vez mayor, más segura para organizaciones y países (ver el caso de la primera ministra neozelandesa) y mayor nivel de humanismo, empatía, solidaridad, comprensión y tolerancia que los veinte siglos (por decirlo a bote pronto) que nos han precedido a la sociedad actual que era dominio exclusivo de hombres y tetosterona.

Pero para esos rostros de equilibrio emocional y seguridad que nos transmiten, porque saben hacer las cosas bien y con mucha responsabilidad, tiene un nombre en cuanto a ese mecanismo intangible que depende de nuestra capacidad emocional: la empatía. Y en materia de empatía y ser empáticas no hay cómo superar a las mujeres.

Justamente por eso, estoy dando réplica en mi aportación de hoy a Mimi Nicklin, que dice que la empatía es una habilidad que podemos mejorar y perfeccionar.

Nicklin es una experta en marketing y estrategia, y una reconocida líder empática. Impulsada por la búsqueda de llevar conciencia al papel y el impacto del liderazgo, con el deseo de hacer del mundo del trabajo un lugar de alto rendimiento, valioso y sosteniblemente saludable, la pasión de Mimi es equilibrar el humanismo con el capitalismo.

Sin duda esta es una tarea que hasta la fecha nos ha dado a todo el género humano una serie de disgustos, basta poner el ejemplo de la Crisis Financiera Internacional de 2008-2009. Pero justamente ahora, con la peor de las crisis imaginables que ha sido y sigue siendo la pandemia generada por el Covid-19, las voces de mujeres como Mimi, autora de 'Softening The Edge' (Suavizando el borde) y presentadora del programa 'Empathy for Breakfast' (Empatía para el desayuno) y del podcast 'Secrets of the Gap' ('Secretos de la brecha), son fundamentales para que se produzca de una vez por todas un cambio de rumbo en la sociedad, en el sentido de cerrar esa brecha que sigue abierta.

Ella es una apasionada líder de opinión que está abriendo con valentía la conversación sobre el déficit de empatía global que afecta a todas las comunidades del mundo.

Y me ha parecido interesante la manera de cómo lo explica, qué es lo que le ha llevado a decirlo de manera tan clara.

Cuando afirma que "el virus no discrimina", lo hace mediante un relato en el que ella era la escucha de una conversación en una mesa próxima a la que estaba comiendo durante el almuerzo. Ella confiesa que no estaba escuchando a propósito, sino que la realidad de la recuperación de COVID-19 significaba que el café estaba parcialmente vacío y era más fácil escuchar cualquier conversación.

Pero lo que le sorprendió fue que, en la discusión de esa pareja en una mesa próxima, dejaba en evidencia que durante la pandemia del coronavirus, la mujer a la que estaba escuchando dirigirse a su marido, parecía estar mucho más preocupada por las familias y la sociedad que la rodeaba que por su pareja con la que compartía comida. Porque toda su atención se centraba en la estructura del equipo, el negocio "habitual" y la recuperación financiera.

La suya (preocupación) se trataba del bienestar y la seguridad de los maestros y el personal de la oficina a medida que la sociedad regresaba a alguna versión de la normalidad. "¿Cómo volverá la gente a la oficina sin apoyo escolar a tiempo completo?" reflexionaba y continuaba diciendo que "¿cómo se mantendrán seguros los que trabajan en entornos públicos?".

No hay duda que todos sus sentimientos estaban arropados por la empatía, lo que siempre se suele decir que el otro también existe, por lo que es fundamental ejercer de verdad una preocupación por el otro, lo que ella estaba haciendo en ese momento (todos los demás al margen de su propia pareja).

Mimi Nicklin, afirma entonces que esa conversación que no pretendía escuchar pero que terminó escuchando, es una prueba de un déficit de empatía ampliamente asumido por parte del hombre, pero que además confirma que corresponde a una visión diferente del mundo.

Ella se pregunta si “las mujeres son biológicamente propensas a sentir empatía de manera más profunda y natural, o es una vida de "entrenamiento" social lo que ha llevado a las mujeres a ser en general más pro sociales como una respuesta natural”.

Mi visión de esta cuestión que está muy entroncada en la filosofía de vida de esta autora, es que en realidad las mujeres cuentan con esa doble ventaja: por un lado, hay una realidad de su propia biología que les ha dado la fortuna de ser madres y auténticas cabezas de familia por siempre, pero especialmente en terribles conflictos de guerra en la cual su única preocupación ha sido poner a salvo los suyos. El sentido de protección de la mujer es diferente al del hombre. Por otro lado, Nicklin se pregunta si es una vida de entrenamiento social lo que ha llevado a las mujeres a ser mucho más proclives que los hombres en cuanto a dar respuesta social, ser pro sociales y más sensibles al sufrimiento, injusticia, desamparo, desigualdad, etc. Mi posición al respecto, es que perciben antes que el hombre los sentimientos de disconformidad, insatisfacción, desánimo, preocupación, así como también captar mejor la atención de los problemas por venir (su intuición femenina privilegiada) que justamente se basa en esa tremenda sensibilidad hacia las otras personas, porque no se puede intuir si no se puede ser sensible y preocuparse por los demás.

En un estudio reciente de Korn Ferry / Hay House realizado en 2016 que muestra que las mujeres obtuvieron puntajes más altos en todas las categorías de inteligencia emocional que los hombres excepto una. Y justamente toda la evidencia empírica señala que aquellos que obtienen los puntajes más altos en inteligencia emocional y social son los líderes más efectivos en todas las organizaciones, ya que pueden influir en los demás, gestionar bien los conflictos y hacer crecer a su gente.

Entonces, la pregunta que surgía durante esta investigación era ¿cómo podían las mujeres aprovechar sus habilidades para alcanzar puestos de liderazgo? ¿Y cómo podían las organizaciones ofrecer oportunidades más equitativas para que mujeres capacitadas asumieran roles de liderazgo?

En el estudio mencionado anteriormente, se recopilaron datos de 55.000 profesionales en 90 países entre 2011 y 2015 y en todos los niveles de gestión. Mostró que las mujeres obtuvieron puntajes más altos en comparación con los hombres en autoconciencia y empatía, y más de cerca en tener una perspectiva positiva. Pero las mujeres también puntuaron más alto en coaching y tutoría, influencia, trabajo en equipo y adaptabilidad.

El único componente en el que los hombres puntuaron por igual, no más alto que las mujeres, fue el autocontrol. Si bien este es el caso, los hombres aún superan ampliamente en número a las mujeres en puestos de liderazgo en todos los ámbitos.