NUEVOS NEGOCIOS

Facebook cumple 15 años entre luces y sombras

Analizamos sus principales puntos fuertes... y los débiles

Miguel Ángel Ossorio Vega | Lunes 04 de febrero de 2019
La red social entra en la adolescencia asediada por los escándalos, sufriendo el desgaste de su principal marca y convertida en un coloso que sigue haciendo dinero a una velocidad difícil de imitar.

Tal día como hoy, allá por 2004, Facebook iniciaba su andadura en Internet creando consigo lo que más tarde conoceríamos como "redes sociales". Resumir la historia previa al 'clic' de ratón que puso online Facebook no tendría mucho sentido, sobre todo porque en la película 'La Red Social' (2010) se narra con polémicos detalles -algunos por confirmar-.

15 años después, Facebook es un coloso que supera los 2.200 millones de usuarios y que aglutina imprescindibles de la vida digital como WhatsApp y joyas como Instagram. Porque Facebook ya no es únicamente aquella red social que fundó un joven Mark Zuckerberg durante su breve etapa universitaria y que hoy acumula más de 30.000 empleados en todo el mundo (la mayoría de ellos en su complejo de edificios de Menlo Park, en California, Estados Unidos). Facebook es mucho más que eso: es una compañía tecnológica con intereses en la publicidad digital (junto a Google, se lleva más del 60 % de la inversión total), mueve posiciones en la fabricación y venta de dispositivos (desde los visores de realidad virtual Oculus Rift, que compró en 2014 por 2.000 millones de dólares, hasta su recientemente presentado Facebook Portal -un altavoz inteligente con cámara integrada-) y prepara su propio catálogo de películas y series como complemento a su creciente papel como distribuidor de contenidos audiovisuales (deportes en directo y en exclusiva incluido). Apenas un puñado de ejemplos que muestran hasta qué punto Facebook se ha convertido en una plataforma multiplataforma dispuesta a mantener su poder digital más allá de las redes sociales.

Las luces y sombras de Facebook

Esta hiperactividad ha convertido a Facebook en una máquina de hacer dinero. No en vano, ha cerrado 2018 con más de 22.000 millones de dólares... de beneficio. Un 39 % más que en 2017. Sus ingresos han superado el año pasado los 55.000 millones de dólares, frente a los 40.000 millones del año anterior. Todo ello a pesar de los múltiples escándalos en los que se está viendo envuelta la compañía. Y es que, como se suele decir, "un gran poder conlleva una gran responsabilidad", algo que parecen haber olvidado en Menlo Park y que ha puesto en la picota a la compañía.

No fue hasta 2016 cuando comenzamos a oír hablar de algo tan antiguo como el propio ser humano: las noticias falsas. Los éxitos electorales de Donald Trump y el Brexit han sido explicados desde la óptica de la contaminación que hicieron sus promotores -ya fueran potencias extranjeras, empresarios revestidos de filántropos salvapatrias o un pueblo hastiado con o sin razón- a unos votantes ingenuos y fácilmente manipulables que simplemente utilizaban Facebook (o Twitter, o Google) para informarse, creyéndose a pies juntillas casi todo cuanto leían en esas plataformas. Poco después estalló el escándalo de Cambridge Analytica, o la demostración de que los datos personales de 87 millones de usuarios, albergados por y en Facebook, fueron vulnerados con una sorprendente facilidad para explotarlos a favor de la difusión de mentiras y medias verdades con el objetivo de manipular a votantes para que escogieran la opción deseada por los urdidores, a quienes en ocasiones solo movía el dinero. El escándalo acabó con Zuckerberg declarando en varios parlamentos, pero también sirvió a la castigada prensa de la era digital para rendir cuentas con quien se había comido su tostada ante la necesaria impasibilidad de los editores por el bien del mantenimiento del tráfico. La solución de Facebook para atajar las mentiras fue recuperar su papel de red social y dejar a un lado el de medio de comunicación/agregador de noticias, lo que supuso un nuevo golpe a la prensa que se ha llevado por delante a varios medios pero que como positiva consecuencia ha dejado la inminente llegada de los muros de pago.

Aunque ha sido el mayor escándalo, por poner en peligro la limpieza -o al menos la ética- de algunos importantes procesos electorales, no ha sido la única polémica a la que se ha enfrentado y se enfrenta la compañía, pirateos incluidos. Facebook, por ejemplo, ha tenido que rendir cuentas acerca de los límites de la libertad de expresión: ha sido criticada por censurar fotografías de mujeres amamantando a sus hijos; también se metió en un importante lío cuando el propio Zuckerberg, judío, justificó no eliminar de su plataforma contenidos negacionistas del Holocausto porque, a pesar de ser "profundamente ofensivos", no había constancia de que su equivocación y falsedad fuera intencionada; incluso ha tenido que salir al paso de algunas críticas a su sistema de publicidad hipersegmentada, su gallina de los huevos de oro pero que permite, de forma inocente o no, vulnerar leyes como la de Vivienda Justa estadounidense: algunos anunciantes y propietarios de viviendas a la venta excluían de su publicidad a minorías étnicas y religiosas. La compañía eliminó 5.000 opciones de personalización de publicidad para evitar este tipo de discriminación, pues la compra o no de una vivienda debería basarse únicamente en poder pagar su precio en el mercado.

La lista de escándalos es interminable: supuestos pagos a menores de edad a cambio de acceder a sus datos, pirateo de señales de televisión de pago en su plataforma, anuncios de estafas, lentitud a la hora de eliminar contenidos relacionados con el terrorismo... Pero mientras esto sucede, la compañía sigue generando millones de dólares cada día, los usuarios continúan comunicándose por WhatsApp y aplicaciones como Instagram siguen ganando terreno en el ecosistema de las redes sociales demostrando que Internet es compartir, y que de eso Facebook sabe más que nadie. ¿Larga vida a Facebook?

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