Convivo a diario en los micrófonos de radio con la aseveración de que España es un país de pymes, que debemos cuidar el desarrollo de nuestras pymes y que hay que mejorar la gestión de nuestras pymes.
Pero eso de lo que todos hablamos, ¿algún político o periodista se habrá parado a pensarlo dos segundos? A veces creo que no.
Veamos, según el Directorio Central de Empresas (Dirce) del Ministerio de Industria, Energía y Turismo, en España existen 3.246.986 empresas. ¡3,2 millones de empresas a repartir entre 47,1 millones de españoles! ¡Tocamos a bastantes en la escalera de mi bloque! Y en mi barrio, ¡todos empresarios!
Veamos... lo que todos hemos visto en las películas y llevamos en la cabeza como concepto de empresas es sólo el 0,1% del tejido empresarial nacional, es decir, a 3.801 compañías, entre las que se incluyen las entidades financieras y aseguradoras, las empresas cotizadas o emisoras de deuda, las subsidiarias de grandes multinacionales extranjeras, las grandes corporaciones de la empresa familiar y las empresas públicas. Oséa, que de 3,2 millones de empresas resulta que 0,003 son las empresas grandes.
¿España es un país de pymes y de empresarios? Veamos los datos reales: más de la mitad de las consideradas como empresas en España son autónomos sin asalariados a su cargo, es decir, empresas unipersonales: 1.793.878 (55,2%), a las que hay que sumar otro 1.297.971 microempresas de menos de 10 empleados. Es decir, que el famoso mito de ese país de pymes llamado España se compone de 3,2 millones de empresas de las que el 95,2% de las empresas muy pocas personas llegarían a considerar empresas (ni pymes). Más bien son profesionales independientes, auto-empleados o, como mucho, negocios y comercios.
Si descartamos las llamadas pequeñas empresas, que están en esa transición de 10 a 49 trabajadores (130.448 empresas), nos topamos con la realidad de que en España hay sólo 20.888 empresas medianas de entre 50 y 249 trabajadores. Y muchas de ellas son grupos de empresas que no se transforman en grandes (holdings) para evitar aumentar la fiscalidad, los controles y las obligaciones legales.
Así pues, propongo dejar ya el tópico de que España es un país de pymes y comenzar a decir que España es un país roto en dos realidades: los trabajadores por cuenta ajena y del Estado, frente a los trabajadores autónomos y micro pymes que auto-emplean a familiares y amigos en busca de un empleo digno, aunque inestable.
O eso digo yo
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Salvador Molina
Presidente de la Asociación de Profesionales de la Comunicación (ProCom)
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