“Está claro que va a cambiar nuestras vidas” dice Ignacio Cea en su blog dentro de la página oficial de Bankia. El director corporativo de Estrategias e Innovación Tecnológica del banco liderado por José Ignacio Goirigolzarri, uno de los expertos mundiales en emprendimiento startups, no debería estar equivocado, ¿no?
Así que si todos los clientes de uno de los mayores bancos españoles desayunan desde hace un par de meses con esta promesa, ¿cómo no se iba a generar la fiebre del oro entre los inversores españoles? Desde Bankia, se asegura que va a transformar el mundo de los medios de pagos (bitcoin, ethereum); pero también el mercado eléctrico, las loterías, el juego online, las votaciones electrónicas, la identidad digital, la contratación, la seguridad, el sector del automóvil, las comunicaciones… ¡y hasta los medios de comunicación!, añadiría cualquiera.
Es una tecnología que nació para poder sustentar la moneda virtual generando credibilidad a las transacciones y al valor mismo de la divisa digital, lo que permitió que el bitcoin de enero de 2010 pasara de valer 1 euro a costar 1,2 millones de euros en noviembre de 2013. Una relación exponencial que obviamente despertó el apetito especulativo.
El nuevo fenómeno inversor y, donde quizá se esté generando una burbuja especulativa, es a través de un nuevo instrumento nacido para la financiación de los proyectos blockchain, especialmente los relativos a la criptomoneda, aunque no sean el único caso. Hablamos de las emisiones ICO (InitialCoinOffering). Se trata de un instrumento diseñado para que inversores institucionales y particulares financien proyectos de matriz blockchain a través de campañas asimilables al crowdfunding social y limitadas en el tiempo. La fiebre de los ICO está llevando en las últimas semanas a anunciar nuevas emisiones diarias y a quedar cubiertas en menos de un par de horas, aunque se trate de varios millones de euros de emisión.
Estas rondas ICO garantizan la financiación de proyectos tecnológicos pero su seguridad para el inversor es mínima; ya que no dan derechos políticos de voto (no son acciones) ni generan obligaciones financieras de pago en tipos de interés y plazos (no son deuda). Realmente se compran tokens -cuyo valor futuro se desconoce- o se hace una pre-compra para el uso de los desarrollos tecnológicos blockchain que se proponen.
En fin, no podemos vivir de espaldas al blockchain que lo está transformando todo. Los medios de comunicación tienen una segunda oportunidad en prospectar las oportunidades que aquí se esconden (micropagos, segmentación de audiencias, seguridad, propiedad intelectual…). Y los inversores tienen una oportunidad para pensarse hasta qué nivel de riesgo quieren asumir. Y si el blockchain es el nuevo smartphone o el nuevo internet, no tardaremos mucho en vivirlo. ¡Estén atentos!
Salvador Molina, presidente del Foro ECOFIN y presidente de ProCom