En Estados Unidos se ha comprobado, no se cómo, que ese cincuenta por ciento de visitas efectuadas por máquinas contratadas, va en aumento. Y en Europa, parece que también. Recientemente una agencia alemana tuvo que devolver a Mercedes el importe de una gran campaña publicitaria en internet porque una empresa especializada logró demostrar que la mitad de los visitantes eran falsos... "de las 365.000 apariciones que posicionó Rocket Fuel durante tres semanas, el 57 por ciento fueron vistas por programas informáticos automatizados en vez de gente real", informaron los expertos.
Estamos ante un reto difícil de calibrar. Si cada vez más empresas de venta de visitas, como también lo hacen vendiendo miles de seguidores a Twitter y Facebook, inundan de falsas impresiones, los anunciantes intentarán pagar menos por el dichoso CPM puesto que presuponen que los resultados auditados serán falsos. Todos falsos.
Los entendidos argumentan que la culpa de esa guerra por bajar el precio del CPM a cantidades irrisorias es de las propias marcas, en este caso Google ha tenido mucha (se reserva una comisión del 85 por ciento), por lo que los portales, al verse infravalorados inflaban artificialmente las visitas para lograr ingresar lo razonablemente rentable. Enseguida los ingenieros informáticos crearon algorismos para generar visitas artificiales, con frecuencias no lógicas para evitar la pauta y que las herramientas que elaboran las estadísticas pudieran descubrir el fraude.
Cuando las marcas contrataban, como en el papel, un patrocinio, fijo, no hacía falta inflar las visitas. Quien quisiera promocionar su producto, pagaba lo acordado por estar presente en determinados portales y el negocio era más claro.
Pero esto cada vez se complica más, y como la tecnología permite hasta discriminar a los lectores con poco poder adquisitivo, en el futuro sólo pagarán por un retorno con rentabilidad asegurada.
Y que no piensen los lectores que la venta de visitas es de ahora. Recuerdo en el dos mil, cuando aterricé por Madrid para crear un diario digital antes de que estallara la burbuja tecnológica, que en unas grandes oficinas ubicadas en La Moraleja me enseñaron como miles de ordenadores robotizados generaban millones de visitas diarias a Terra, por poner un ejemplo. Por supuesto que otros clientes eran grandes medios informativos nacionales que necesitaban inflar, en millones, las visitas diarias y pagaban por ello.
Ahora, cuando las empresas que venden visitas se anuncian con toda frescura, es cuando se calcula que el volumen de las impresiones no humanas, falsas, es del cincuenta por ciento. Habrá que aclarar que en esa guerra sólo participan los poderosos, los grandes, los que quieren que Google les pague sus pérdidas millonarias porque ya ni engañando a los anunciantes logran hacer rentable el negocio editorial.
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