Operadoras de telecomunicaciones, Facebook, putas y camas

De este asunto se ha escrito bastante y bien, sin embargo hay unas líneas que me han llamado la atención porque, situadas al final de un extenso reportaje, me parece que describen, de manera esquinada, uno de los debates de mayor relevancia en el sector de las telecomunicaciones y la sociedad de la información. Son éstas de Javier Martín, escritas en el diario El Pais, que ilustran el texto.

Esboza el periodista una realidad compleja, a la que se debería dar respuesta construyendo entornos de diálogo entre los diferentes actores presentes en un sector que marca el paso hacia el futuro. 

No en vano, se podría dar la paradoja de que la innovación de algunas empresas, apoyada en la gratuidad para el usuario, comprometiera a medio plazo la calidad de los servicios que éste recibe, a cambio de un pago, a través de las redes desplegadas por operadoras también dinamizadoras de la innovación y, no menos importante, la inversión.

Por cierto, aunque pueda parecer ocioso, creo que no viene mal recordar que ese pago forma parte de un compromiso entre dos partes y, por ejemplo, hubiera transformado en escándalo la reciente caída del servicio de WhatsApp que, al ser gratuito, fue incluso acogida de forma jocosa por sus usuarios. Lógicamente, si se hubiera caído la conexión que permite acceder a ese servicio de mensajería, la reacción no hubiera sido la misma. Es el valor que aporta el precio, si se me permite el juego de palabras, y la prestación de servicios en un entorno regulado.

En fin, es éste debate complejo que, creo, se debería abordar con sensatez y anchura de miras porque hay mucho en juego. Y, para ello, no estaría mal huir de simplificaciones como las que leo con cierta frecuencia identificando a Google, Facebook y compañías así como las tropas de la alianza rebelde y a Telefónica, Vodafone u Orange como miembros de las tropas imperiales, exponentes del lado oscuro de la fuerza.  Trabajando en una operadora, hasta ahora no me he cruzado con Darth Vader en ningún pasillo. Y a Zuckerberg tampoco me lo imagino con máscara y capa negra, es mucho más fotogénica la camiseta.