El coche sin conductor parece configurarse como el vehículo del futuro. El prototipo más avanzado hasta la fecha es Google Car, que ya lleva unos meses circulando por zonas urbanas de California. A punto de llegar a Reino Unido, este coche aporta más problemas que soluciones al mundo del transporte. Este tipo de vehículos solo pueden viajar alrededor de áreas que hayan sido asignadas con gran precisión, no ha sido probado en situaciones climatológicas adversas y no son capaces de tomar decisiones como un humano ante un imprevisto en la carretera.
Por todo ello, el experto Tom Goodwin realiza una interesante reflexión en la red social Linkedin: quizás el problema es que nos empeñamos en plantear soluciones de futuro que pasan simplemente por mejorar ligeramente los modelos de transporte que conocemos en la actualidad. La innovación se plantea como la construcción de medidas óptimas para hoy, no para el futuro.
Tras conocer que el eslovaco Stefan Klein ha conseguido desarrollar el mejor prototipo de un coche volador hasta la fecha, el Aeromobile, Goodwin plantea una pregunta: teniendo en cuenta el problema que presenta el Aeromobile, que alcanza los 160 kilómetros/hora, pero solo puede ser manejado por personas que cuenten con una licencia de piloto, sumado a los ya comentados del coche autónomo, ¿la solución no pasaría por crear un coche sin conductor volador?
La clave está en ser capaces de realizar un cambio de paradigma. Usar ingeniería creativa, conectar puntos entre acontecimientos que aparentemente no guardan relación. Olvidar, en definitiva, lo que pasó antes y ser capaces de eliminar las limitaciones asumidas.
La llegada al mercado de los coches voladores sin conductor llevaría implícita la sustitución de autopistas y carriles de ferrocarril de alta velocidad por una red de pistas de aterrizaje locales más pequeñas y otra de carreteras que partan de ellas, entre otras medidas. Goodwin es consciente de que se necesita mucho valor para realizar un planteamiento de estas características. Pero sería fantástico ver cómo la gente empieza a diseñar sus productos pensando en el paisaje futuro en vez de en el actual.