Los datos del “Informe 2011 sobre Tecnología e Innovación en España” de Cotec reflejan que los sectores con mejores perspectivas para superar la crisis son los capaces de competir con sus productos y servicios en el mercado global. Son los que asumieron la necesidad de basar su competitividad en la innovación. Sin embargo, el sistema español de innovación es muy pequeño como para convertirse en el motor de la competitividad de la economía española.
La crisis se resiste a remitir porque el tejido productivo español es anacrónico para el mundo en el que vivimos, con muy pocas empresas grandes y un excesivo peso de sectores que generan poco valor añadido. Es lo que dijo Sánchez Asiaín en la presentación del informe. “Las razones que en el fondo justifican esa realidad, hay que buscarlas en las características de nuestro marco institucional, y, en definitiva, en las características de nuestra sociedad”, añadió
La principal causa del fracaso del modelo económico español es el sistema educativo y la escasa cultura empresarial. Asiaín dijo que “ni nuestra educación, ni nuestra cultura, ni nuestro marco institucional, han tenido en cuenta, la importancia económica del conocimiento. Porque la innovación ha estado lejos de las aulas, del legislador, del administrador público, y en general lejos de nuestra sociedad. Casi podríamos decir que ha sido ignorada”.
Aseguró que el problema de nuestro sistema educativo ha sido primar "la transmisión de conocimientos frente al fomento de las habilidades, que son las que permiten su aplicación para crear valor. Y estas habilidades son absolutamente necesarias para que existan más emprendedores, que capten las oportunidades de negocio que les brinda su conocimiento. Para que los empresarios sepan utilizar ese conocimiento para promover e instrumentar cambios innovadores. Para que la investigación española ponga más énfasis en la aplicabilidad de sus resultados. Y para que los trabajadores sean capaces de aplicar en sus puestos de trabajo los conocimientos adquiridos”.
“Otro freno al crecimiento de nuestro sistema, es la singular distribución de la población española por nivel de estudios terminados. Porque, aunque hayamos experimentado una importante transformación en los últimos años, todavía distamos, y mucho, de haber alcanzado el nivel que, según los estándares internacionales, exige hoy una economía del conocimiento. Y lo que es aún peor, no estamos en el buen camino para corregir esta anómala situación. Porque el abandono escolar español continúa siendo uno de los mayores de la Unión Europea. Y porque el porcentaje de estudiantes que opta por la Formación Profesional sigue siendo manifiestamente insuficiente”, añadió.
La cultura emprendedora es muy pobre. El 86% de los españoles cree que a los empresarios sólo les preocupan sus beneficios, y el 87% opina que las grandes empresas se ponen de acuerdo para mantener sus precios a niveles innecesariamente altos. Y estas percepciones sitúan a España prácticamente en las últimas posiciones de la Europa de los 15.
Asiaín completó el cuadro con la denunca de “políticas y regulaciones precipitadas, en campos tan sensibles como el laboral, el medioambiental, la defensa de la competencia, y la protección al consumidor, se han convertido ya en auténticas barreras a la innovación. Especialmente en las pymes”. Junto al “poco interés del sistema financiero por la innovación”. Hizo un llamamiento a todos los estamentos sociales para que se tomen todas las medidas necesarias para lograr cambiar esta situación. Cada año realiza el mismo escalofriante diagnóstico, y realiza el mismo llamamiento ante un auditorio rebosante de empresarios y poderes fácticos, que acuden porque en la cabecera de la presentación está el Rey. ¿Algún año podrá Asiaín decir que por fín le han hecho caso?
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