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Cuando sea el momento adecuado las cosas siempre te encuentran

Por José Luis Zunni

En 2007 se hacían públicas una declaraciones del actor Matt Damon (el famoso personaje de Jason Bourne) sobre su amigo y colega Ben Affleck, porque al compararse las carreras de ambos, era evidente que uno había seguido el camino de los aciertos y el éxito con las películas que había elegido y el otro lamentablemente se encaminó a una larga serie de fracasos. Por eso Damon en referencia a esta suerte de desdichas de su amigo dijo: “eligió cosas que no han resultado una buena elección”. Parece un trabalenguas, pero no lo es.

Las personas en la vida siempre están en una constante búsqueda de algo que les motiva: dinero, amor, prestigio, poder, estabilidad, reconocimiento, etc. Pero en la lucha particular que cada uno libra a diario para ir en pos de sus metas, tenemos que tener cuidado de no repetir errores del pasado (hacer la elección adecuada), al mismo tiempo que no obsesionarnos por la búsqueda a cualquier precio de aquellas cosas que nos motivan. No podemos escapar de nuestro pasado, aunque si lo gestionamos como una especie de coach personal, se pueden mejorar nuestras acciones futuras. Pero tampoco es bueno convertir el futuro en una obsesión constante por logros y metas, de las cuales las que mayor felicidad nos traerán a nuestras vidas, llegarán en el momento que deban llegar. Ni un minuto antes ni un minuto después.

Como el cuento de Borges del hombre que quería escapar de la muerte y se iba anticipando en una carrera loca pueblo por pueblo para que ésta no lo atrapase, pero finalmente en una etapa de su trayecto la muerte le estaba esperando. Que ni el pasado ni el futuro nos abrume, depende de cómo gestionemos nuestras elecciones, al mismo tiempo que las emociones. Pero especialmente, no “volvernos locos” por las cosas que no nos han llegado aún, porque cuando más insistamos y nerviosos nos pongamos, no sucederán. Es más, nos parecerá que el tiempo es eterno.

Muchos de nuestros errores, al menos los más grandes, por lo general son el resultado de permitir que nuestra parte emocional anule nuestra lógica. Sabemos cuál debe ser la correcta elección pero no obedecemos. Nos negamos a escuchar la voz de nuestra consciencia. ¿Qué es lo que sucede entonces? ¿Por qué damos a veces ese mal paso que puede costarnos muy caro? La cuestión es mucho más simple de lo que parece: es que todo en la vida es un reflejo de la elección que hayas hecho. Como si nos mirásemos en un espejo, las elecciones se reflejan y según se hayan sucedido las circunstancias, algunas de ellas nos hacen sentir orgullosos de nuestra decisión tomada, en cambio otras nos pesan demasiado como resultado de afectar nuestros sentimientos mediante el arrepentimiento. Hay dos formas de actuar: una previa a la elección, por aquello de que si quieres un resultado diferente, debes hacer una elección distinta a la que has defendido en el pasado; a posteriori, tener la determinación de convivir con el arrepentimiento, asumirlo y que no condicione nuestras acciones futuras. Estar arrepentido no significa que debamos condenarnos. En todo caso, siempre toda acción que realizamos en el presente tiene, nos guste o no, impacto en nuestro futuro más o menos inmediato. Se trata siempre de cómo hayamos elegido.

La vida es una larga carrera de obstáculos y al mismo tiempo de fondo, por la técnica y pericia que requiere la primera o la resistencia así como la buena administración de los recursos que exige la segunda. Y en este largo proceso, una actividad mental recurrente es la de valorar los riesgos, asumirlos, dejar de lado los miedos y comprometernos con la elección tomada. Toda elección tiene sus riesgos. Minimizarlos depende de cómo los asumas. Pero en ningún caso, dejar que nos embargue una emoción negativa por esa búsqueda a veces irracional, de querer cumplir los objetivos ahora mismo, cuando todo requiere su tiempo.

Deepak Chopra (1946) es un médico y escritor hindú, que se ha hecho famoso profundizando en el poder de la mente para la curación médica, nos transmite un sentido positivo ante cualquier circunstancia que uno se enfrente por más grave que sea, afirmando que “no importa cuál sea la situación, siempre se tiene una elección”. Incluso, cuando ese pasado que con el peso del arrepentimiento está hundiendo nuestro ánimo y las ganas de vivir. Justamente del pensamiento de Chopra, que nos mete optimismo en el cuerpo porque tenemos siempre posibilidad de volver a elegir, no surge en esas circunstancias difíciles que se nos puedan presentar el recurrir a la obsesión, como si ésta acelerara los procesos de búsquedas y logros.

Mason Cooley (1927-2002) es una aforista estadounidenses que escribió una vez: “La cura para una obsesión es conseguir otra”. Gran parte de que no podamos dejar ir una obsesión determinada de nuestra mente tiene sus raíces en el pasado. Si bien no podemos volver atrás y cambiarlo, la comprensión de por qué estamos haciendo algo a veces nos ofrece pistas de cómo romper con esos patrones obsesivos que nos llevan a la desesperación, la tristeza, el agobio y la depresión. No por obsesionarte vas a conseguir las cosas. Relájate y que la vida haga lo que tenga que hacer.

Que es verdad que tenemos que elegir bien para no comprometer nuestro futuro, como a lo mejor lo hemos hecho cuando pusimos nuestro presente en un cierto grado de compromiso por alguna o algunas acciones nuestro pasado. Sigamos esforzándonos en hacer las cosas bien, eligiendo con la mayor atención, evaluando riesgos, oportunidades, circunstancias, etc., pero todo nuestro esfuerzo podrá malograrse sin no tenemos la paciencia de esperar que las cosas vengan a nosotros. Que nuestro sacrificio, trabajo, buena elección son cosas muy importantes…pues claro que sí!! Pero no lo es menos saber esperar a que las cosas lleguen.

En la filosofía oriental que tanto hemos referido desde esta tribuna, el maestro indica a sus pupilos que cada cosa tiene su tiempo y cada persona forma parte de un proceso temporal en el que hay una gran parte de trabajo, amor, sacrificio, etc., pero otra no menos importante es la que abriga la esperanza de que las cosas sucedan porque siempre terminan sucediendo.

Esta visión determinista choca con la forma de cómo entendemos en Occidente que debemos actuar frente a ese mismo espacio temporal: creyendo (así nos han educado y la tecnología hoy se ocupa de seguir en la misma línea) de que todo lo podemos controlar, que casi no es necesario esperar y debemos anticiparnos a todo y a cualquier precio. Se confunde la capacidad de anticipación del líder (cuestión que siempre hemos defendido en el tratamiento del liderazgo) con la obsesión por estar siempre por delante o ir corriendo detrás de una o más cosas de las cuales, como decía un poeta anónimo: “cuando levantas la mirada al cielo en una noche estrellada subiéndote a lo más alto de un cerro, verás que las estrellas siguen estando tan lejos como antes…en cambio, tú tienes el riesgo de caerte porque el piso está mucho más lejos”.

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