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Lo que dice el corazón de quién te habla se refleja en sus ojos

Por José Luis Zunni
Estamos hablando de que cuando estás frente a una persona, sea que pertenezca a tu círculo íntimo (familiar y/o amistades) o la de tu ámbito laboral (compañeros, jefes, socios, etc.), se produce una comunicación interna contigo mismo que te ayuda a comprender lo que sucede. Esto se debe a que el corazón tiene su propio lenguaje (es él quién te está hablando) y es universal. Lo que tú puedes sospechar que esconde (el corazón de esa otra persona), siempre termina reflejándose en su mirada. La cara puede engañar…pero una mirada jamás.
Lo que dice el corazón de quién te habla se refleja en sus ojos
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De ahí que muchas personas, especialmente las que se dedican como es mi caso, a analizar diversas situaciones en las que las personas nos encontramos a veces, o a las que nos enfrentamos, nos preguntamos con frecuencia ¿cuál es el verdadero significado de? “a veces el corazón ve lo que es invisible a los ojos”.

¿De dónde partimos? ¿Qué es lo que damos por sentado? Que el corazón no solo sabe la verdad en ese momento, sino que siempre intuye lo que es la verdad o lo que se aproxima a ella, incluso…cuando en tu mente ese pensamiento que arrancó en el corazón no le encuentras sentido. Esa lucha interior que tienes entre lo que tratas de discernir con tu mente y lo que realmente sientes con tu corazón. Datos reales y hechos que contrastan con intuiciones, emociones y una corriente de sentimientos que te están hablando…en otro lenguaje…pero es una comunicación a la que debes prestar atención. Casi nunca se equivoca.

Esta es la diferencia entre el sentimiento y la carga emocional, poderosamente instrumentados en eso que llamamos intuición, que tiene parte de conocimiento (lo que nos dice la mente) y parte de anticipación, advertencia, así como de generación de cierto miedo, o expresión de sorpresa, enfado, desencanto, etc., todas ellas impulsadas por el corazón.

La mente trata de darnos una explicación racional, hacemos el análisis crítico de algo o de alguien.

Pretendemos comprender lo que en ese momento nos es confuso, pero lo que sí es cierto es que el corazón, con total seguridad, ya nos había hablado, aunque solo sea unos instantes antes del análisis crítico. Siempre se nos termina anticipando y nos ayuda a leer en la mirada de la otra persona, qué porcentaje de certeza hay en lo que dice, amén de que por sus actos siempre se termina conociendo a todo el mundo.

Nuestra mente trabaja continuamente, procesa la información, tiene alojada una poderosa CPU dónde están nuestros recuerdos (nuestra memoria), y nos permite hacer análisis crítico de situaciones, resolver problemas y pensar con sentido estratégico. Pero siempre hay un nexo entre corazón y mente, información real que viene del corazón, de los sentimientos, de la intuición.

Por lo que habrá momentos en los que tu razonamiento y capacidad lógica no te sean suficientes para comprender por qué esa persona ha actuado de determinada manera o ha dicho algo que te ha conmocionado en sentido negativo. Un consejo: en cada momento que presientas que tu lógica se hace añicos, escucha a tu corazón…que él seguro no se equivoca.

Tu corazón sabe lo que te conviene

¿De dónde crees que comprendemos la dureza de la vida? ¿Desde nuestro cerebro? En parte sí, porque racionalizamos lo que nos preocupa, lo que nos produce sufrimiento, una situación que nos incomoda, que no nos deja dormir, etc. Pero para comprender esas duras verdades de la vida y sentirlas con nuestro corazón, es lo que nos diferencia del resto de especies. Además, no hay nada que quede (ningún otro sentimiento) que refleje algo de nuestra realidad, de nuestra coexistencia con el entorno, que no podamos sentir, cuando es el corazón el que se expresa.

Desde el punto de vista anatómico (fisiológico) es evidente que los ojos pueden ver lo que nuestro cerebro está procesando de las imágenes que quiere que veamos. En cambio, será nuestro corazón el que siente lo que nuestro cerebro ni siquiera puede pensar. ¡Es algo mágico!

Es lo que como muchos dicen…nos provoca ciertas burbujas placenteras en el estómago…porque esa visión de los ojos (la física) nos ha hecho comprender la visión en todo su alcance (la emocional) que es siempre iluminada desde el corazón.

Nuestra existencia termina siendo una especie de continuo equilibrio entre lo físico y lo emocional, y respecto, de lo que somos capaces de leer en los demás, de entender lo que se nos dijo o quiso decir, de desentrañas por qué esa persona ha actuado de determinado modo, todo eso, también termina produciendo síntomas en nuestro estómago, para bien o para mal, gobernado desde el corazón, que administra como una esclusa, no solo el torrente sanguíneo que nos da la vida, sino la vida que nos es dada a través de las emociones, sensaciones, percepciones, etc.

Decía Oscar Wilde “dadle a un hombre una máscara y te dirá la verdad”, justamente es un pensamiento potente que refleja cómo somos en general los humanos, que cuando estamos desprovistos de nuestra propia imagen porque nos escondemos detrás de un disfraz, somos capaces de decir toda la verdad y no tener que apelar a verdades a medias por eso de ser diplomáticos o como está de moda decir: políticamente correctos.

Cuando los rostros se esconden detrás de las máscaras, igualmente nos quedas los ojos, por dónde ve el enmascarado y por dónde a él podemos verle, por lo que lo poco que vemos de él a través de sus ojos, se convierten verdaderamente en la ventana de su alma.

A menudo es más fácil acceder al corazón de otra persona que a su mente

Cuando estás con tu pareja es obvio que ya sabes todos sus movimientos, la manera en que se comporta, lo que le gusta o lo que le desagrada, por supuesto, también sabes cuál es su estado de ánimo. ¿Por qué nos sucede que, en determinado momento, cuando tenías unos planes en mente, presientes que tu pareja los está desbaratando sin siquiera haber pronunciado una palabra?

Esto ocurre con bastante frecuencia en todas las parejas.¿Es que sabemos lo que está pasando en sus cabezas? ¿Cómo conseguimos este acceso especial al más privado de los dominios: la mente humana? Es que hay investigaciones que han revelado que mirar a los ojos puede ser una forma poderosa de acceder al pensamiento. Las frases “los ojos son la ventana del alma” y “lo puedo ver en tus ojos” independientemente del valor poético romántico que tengan, la ciencia ha demostrado que incluso si las personas no quieren que sepas cómo se sienten, no pueden cambiar el comportamiento de sus ojos.

En un artículo de SCIENTIFIC AMERICAN, “To Read Someone’s Mind, Look into Their Eyes. The phrase “the eyes are the window to the soul” isn’t just poetry” (“Para leer la mente de alguien, míralo a los ojos. La frase “los ojos son la ventana del alma” no es solo poesía”) cuyos autores Christina Leuker, Wouter van den Bos y Jon M. Jachimowicz, sostenían en él en 2017 que “lo primero que debes buscar son los cambios en el tamaño de la pupila. Un famoso estudio publicado en 1960 sugiere que cuán anchas o estrechas son las pupilas refleja cómo se procesa la información y cuán relevante es. En su experimento, los dos psicólogos experimentales Hess y Polt de la Universidad de Chicago pidieron a los participantes masculinos y femeninos que miraran imágenes semidesnudas de ambos sexos. El tamaño de las pupilas de las participantes femeninas aumentó en respuesta a la visualización de hombres, y las pupilas de los participantes masculinos aumentaron en respuesta a la visualización de mujeres”.

Es interesante la conclusión final que dan: “puede que no sea posible leer los pensamientos exactos de una persona simplemente mirándole a los ojos. Esto es genial, porque desde la perspectiva de lo observado, se mantiene la privacidad de los pensamientos. Pero los ojos nos dicen mucho más de lo que a veces suponemos, y nuestros ojos, a diferencia de nuestra boca, no pueden mentir”.

En BBC News MUNDO, en un artículo de agosto de 2019, titulado “La prueba que revela si mientes con solo mirarte a los ojos”, hacía referencia a si se puede saber si alguien miente con solo mirarlo a los ojos. Recurría a una investigación de la Universidad de Stirling, en Escocia, en la que los investigadores estudiaron los movimientos oculares de las personas y pudieron detectar si mentía cuando se les pidió que reconocieran rostros. El proyecto ConFace fue dirigido por Ailsa Millen, investigadora en psicología en la Universidad de Stirling, quien explicó que las personas a menudo mienten a la policía para proteger las identidades de los delincuentes.

Los investigadores emplearon un proceso conocido como prueba de información oculta (CIT por sus siglas en inglés), que realiza un seguimiento de los movimientos oculares.

En cada prueba, los participantes negaron conocer una identidad que les era familiar y rechazaron correctamente caras desconocidas presionando un botón y diciendo «no».

Se descubrió que la mayoría de las personas no podían ocultar su reacción si reconocían una cara. Como suele decirse “pruebas al canto”.

El espejo del alma: otra forma de mirarnos

Si has leído hasta aquí, verás con claridad que de manera inequívoca los ojos, si bien no tienen el mecanismo del habla igualmente son capaces de hablar. Diversas investigaciones nos revelan que, cuando conocemos a una persona, los ojos pueden transmitirnos diferentes sensaciones, que van desde la inseguridad y el temor hasta la confianza y el bienestar. Es un amplio programa de sensaciones de los cuales según sea la persona y la circunstancia, escogemos algunas de ellas a través de esa mirada de ese momento. Esto no es novedad, nos viene ocurriendo a lo largo de la vida. Parece como que cuando el cuerpo de la persona nos pone una cortapisa, nos impone esa barrera de respeto, o también temor, el único lenguaje que nos queda es el de sus ojos. Podemos llegar al alma de los demás a través de sus ojos.

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