La prospectiva es una ciencia que no intenta adivinar el futuro, pues se hace evidente que estamos ante cambios tecnológicos y sociales tan radicales que todo intento de predecir el futuro es vano. La prospectiva utiliza frecuentemente el método de trazar diversos escenarios, lo que tiene la virtud de abrir un interesante debate sobre los factores que concurren para ir formando el futuro. Holanda se ha tomado el tema muy en serio y el año pasado el Parlamento de ese país debatió sobre la necesidad de realizar una serie de trabajos sobre el periodismo, ya que consideran acertadamente que es un punto básico para la salud democrática. Los diarios holandeses han perdido 1,5 millones de lectores y suscriptores en los últimos 15 años. Las grandes empresas editoras están en una situación delicada y el servicio público de radiodifusión se encuentra fuertemente cuestionado, en una coyuntura parecida a la que atraviesa el prestigioso servicio británico de la BBC. El secretario de Estado holandés involucrado encargó el trabajo al Fondo de Periodismo Holandés. En el trabajo han participado unos 150 expertos: editores, jefes de redacción, filósofos, científicos, expertos en tecnología y gestores de dentro y fuera del sector. El resultado es una muy interesante lluvia de ideas que se ha sistematizado en cuatro escenarios posibles para el horizonte de 2025.
En los cuatro escenarios se produce una discontinuidad radical de los sistemas industriales y de los modelos de negocio del periodismo de la era analógica. Tan solo en uno de los cuatro escenarios, un pequeño número de proveedores de noticias tradicionales logran hacer sus marcas relevantes de nuevo en el panorama resultante. La información tiene altos estándares de calidad y el público no es leal a marcas específicas, pero sí tiene una exigencia muy determinada sobre el rigor exigido a los profesionales del periodismo. Por lo tanto, parece bastante probable que una gran mayoría de las actuales organizaciones de medios de comunicación no sobrevivan en el 2025.
Es interesante constatar que Holanda está entre las naciones del mundo más avanzadas en transición digital en medios de comunicación, con algunas iniciativas vanguardistas. Responde así a un clima sombrío que atraviesa la profesión, vapuleada por un sinfín de despidos. Los diarios se están moviendo cada vez más hacia unas redacciones completamente distintas, donde hay un alto nivel de colaboración entre técnicos, programadores y periodistas. La tendencia es a que la redacción sea un pequeño núcleo de edición con un gran número de profesionales independientes que colaboran como autónomos. Más de 5.000 periodistas holandeses se han registrado como autónomos o como pequeñas empresas independientes. “El futuro ya no es lo que era”, afirma rotundamente el informe. La edad media de los lectores holandeses de periódicos aumenta sin cesar y lo mismo pasa con los televidentes. Incluso los pequeños anunciantes han descubierto nuevas formas de llevar su mensaje comercial al público. El modelo de negocio de la prensa tradicional está quebrado.
El informe conlleva dos advertencias muy claras. Una de ellas es que las respuestas de las empresas al actual desafío que sean meramente reactivas (como lo han sido, de hecho, en muchas grandes organizaciones de noticias hasta la fecha), tienen los años contados. Ya no existirán en ninguno de los escenarios esbozados para el año 2025. La segunda advertencia trata sobre la pérdida del papel del periodismo como servicio público. En tres de los cuatro escenarios planteados, la función pública del periodismo sale gravemente menoscabada. Para los que creemos que el periodismo de calidad es una parte vital en una democracia que funcione correctamente, ha llegado la hora de hacer algo.