La ambición es el camino hacia el éxito, aunque es la persistencia el medio para lograrlo. El éxito ocurre no sólo cuando tus sueños son más grandes que tus excusas, sino cuando erradicas de tu día a día la queja constante. Escapa de convertirte en esa persona que se le considera un “quejica”, porque estoy seguro que no te gusta el victimismo. En este “deporte de la queja” existe una mayoría de gente que no tiene la voluntad de romper con los malos hábitos, sino una cantidad de excusas que los convierten en víctimas. De esas personas mejor alejarse o hacer oídos sordos si hay que convivir con ellas, por ejemplo, en el trabajo.
En la vida no hay premios ni castigos, sino consecuencias. Así de simple. Pero la gente se empeña en persistir, aquello de que el hombre/o la mujer (falta decir), es el/la que tropieza dos veces con la misma piedra. Es importante buscar en nuestro interior, hacernos la pregunta adecuada, porque de lo contrario, no aprenderemos nada y menos aún, descubriremos nuestro camino.
Todo lo que haces está relacionado con la persona que eres…en consecuencia…estás de alguna manera, construyendo la persona en la cual te estás convirtiendo, o en aquella que sin darte cuenta te has convertido. Y esta construcción puede ser tan silenciosa que no nos percatemos cuál está siendo nuestro cambio, especialmente si no es para bien.
Todo lo que “plantes” (incorpores) en tu mente comenzará a crecer como un árbol y entonces florecerá. Sea en tu filosofía de vida (principios y valores) como en tus hábitos. La cuestión es elegir la semilla correcta. Porque si no has hecho una buena elección, con seguridad llegará el momento en que aparecerá el arrepentimiento que nos puede atormentar más de lo que puedes suponer. Lamentablemente hay cosas en la vida que no se pueden recuperar: la palabra que ha sido dicha…el momento que se ha perdido…y el tiempo que se ha ido.
Por tanto, debes aprender a convivir con el arrepentimiento y a no convertirte en un esclavo del pasado. El pulso que le echamos a la vida, es una lucha constante en la búsqueda de equilibrio entre nuestra actitud y nuestros esfuerzos para llevar a cabo las acciones emprendidas.
La mayoría de la gente no escucha con la intención de comprender, sino con la de responder. ¡Pero ten en cuenta algo importante! Aunque no lo estés viendo, siempre existe un camino. En el instante que menos lo esperas, ese camino se abre ante tus ojos. Depende de nosotros el que queramos abrirlo en nuestra mente y transitarlo.
Las páginas de ayer no se pueden revisar. Pero las páginas de mañana están en blanco y tú tienes la pluma. Debes lograr que sea una historia inspiradora. Pero es conveniente relajarse, buscar la armonía con nuestro entorno, porque en algún momento, sólo hay que dejar de lado lo que pensabas que sucedería y vivir plenamente lo que está sucediendo. De ahí que el novelista y ensayista estadounidense William S. Burroughs (1914-1997), afirmara que “tu mente responderá la mayoría de las preguntas si aprendes a relajarte y esperar las respuestas”.
Pero con frecuencia no queremos aprender la lección, nos sentimos humillados por nosotros mismos. Ten en cuenta que la experiencia es el profesor más duro, porque te da la prueba primero y la lección después. Martin Luther King (1929-1968) lo decía de manera muy elegante: “la última medida de un hombre no es dónde se encuentra en momentos de comodidad y conveniencia, pero en la que se sitúa en tiempos de desafío y controversia”.
Algunas reglas que la vida nos enseña:
1º) No se trata de de los recursos con los que cuentes, sino de tu iniciativa.
2º) La fuerza no proviene de lo que puedes hacer. Viene de la superación de las cosas que una vez se pensó que no podías hacer o superar.
3º) Se puede encontrar inspiración en otras personas a las que admiramos, pero es bueno recordar que la “determinación” para emprender nuestras acciones está únicamente bajo nuestra responsabilidad.
4º) La gente de éxito está más preocupada por saber qué es lo correcto en vez de quién es el que está en lo cierto.
Un consejo final: ¡cuidado con pretender ejercer como un justiciero! Esa persona que está todo el día juzgando a los demás, creyendo que sólo son sus actos y pensamientos los que cuentan. En el 99% de los casos estas personas son tremendamente infelices, porque la felicidad la consideran algo del futuro y no viven el presente. Una búsqueda infructuosa hacia delante, desperdiciando todos los momentos nobles y felices del día a día.
El Dalai Lama, que es una fuente permanente de sabiduría, tiene un pensamiento central en su pedagogía sobre el espíritu y la conducta de las personas: “nuestro principal propósito en nuestra vida es ayudar a otros y si no puedes hacerlo, al menos no los hieras (perjudiques)”. ¡Qué más grande propósito puede existir en la relación de los seres humanos! Lamentablemente los intereses individuales y colectivos, amén de las políticas de los países, han convertido este mundo en un espacio “libre de paz y entendimiento”, lo cual debería estar prohibido por una Resolución de Naciones Unidas.
Si encontrásemos aunque sólo sea un propósito menor al gran anhelo de Dalai Lama, mejor nos iría cada día y podríamos disfrutar de al menos una felicidad razonable, que no es mucho pedir, pero que en la vorágine en la que vivimos en la sociedad actual siempre persiguiendo logros y objetivos, nos cuesta mucho encontrar.
De nosotros depende entonces, recordar al maestro que nos abrió la puerta y tomar la decisión de entrar y abrir ese camino que sabemos es el que queremos transitar en nuestra vida.