|
Carmen
|
Buenas tardes, artículo muy interesante, ¡gracias!
Yo tuve una experiencia similar, la cual describo más abajo, que creo que me marcó la forma de enfocar la vida en general.
Quiero destacar que antes de la misma no había oído hablar o leído nada referente a esta clase de experiencias, y nunca la compartí con mi familia o conocidos por temor a que me tildaran de fantasiosa.
Por otra parte, por aquella época, mi padre estaba suscrito a la revista Selecciones del Reader's Digest y la suscripción duró muchos años más. Toda la familia esperábamos con ansia a que dicha revista llegara por correo (correo ordinario, se entiende, pues en aquella época no había medios digitales) y era tal nuestro interés, que hasta mis numerosos hermanos y yo nos 'peleábamos' por leerla el primero.
Bueno, pues cual no sería mi sorpresa, tras experimentar esos momentos maravillosos, que a lo largo de todos esos años me encontraba con artículos de personas que habían sentido, en mayor o menor grado, lo mismo que yo: la unidad con el universo, con la dicha que ello conlleva, imposible de entender si no se ha experimentado antes.
Creo que si todos tuviéramos esa clase de momentos gozosos, de plenitud máxima, poniendo en práctica diaria la experiencia aprendida de los mismos, el mundo sería totalmente distinto al desgraciado caos en que actualmente vivimos.
Desgraciadamente, no todas las personas tienen acceso a esos instantes de unión con la esencia del universo, o si lo tienen, pronto los olvidan. Solamente puedo decir, desde la perspectiva de mis años, que mi experiencia de hace cuarenta años ha debido influir en cierta forma mi vida interior, mi forma de ser, y aunque no siempre la he tenido presente, a veces la recordaba, y me siento bendecida por ella. La describo más abajo:
Mi propia experiencia
A principios del otoño de 1979 yo contaba veinte años, y hay un día que no podré olvidar fácilmente.
Eran más o menos las doce y media o una de la tarde. Acababa de ducharme y lavarme la cabeza. Me disponía a salir al jardín por la puerta del huerto con la intención de secarme el pelo al sol, y cuando abrí la puerta algo especial me detuvo.
Fueron unos segundos maravillosos. Parecía que el tiempo se había detenido, que ya no habría más guerras ni tristezas. Todo estaba inundado por un sol espléndidamente caliente. Creo que durante esos segundos encontré la esencia de todo aquello que me rodeaba: las flores y los árboles, el viento moviéndolos; yo formaba parte de todas y cada una de las cosas que veía, y todo ello, por pequeño que fuera, me produjo una alegría imposible de describir.
En aquel corto espacio de tiempo, descubrí la dicha completa; fui inmensamente feliz.
Un cordial saludo
|
(
(
