La alegría es brasileña y la pasión argentina, sobre todo si la política está involucrada. Las acaloradas discusiones de café llegaron hasta las redacciones. Los fuertes cruces entre periodistas militantes y periodistas profesionales llamó la atención a Martín Becerra, doctor en Ciencias de la Comunicación por la universidad de Barcelona y profesor titular de la Universidad de Quilmes y de la Universidad de Buenos Aires, para quien el Gobierno, en sintonía con otros de América Latina, aprovecha cierta debilidad histórica del sistema de medios, que se acentúa ahora con la aparición de las nuevas tecnologías.
“La coincidencia de la recuperación argentina post 2003, más un gobierno que asume de manera mucho más explícita la idea de superar la intermediación de los medios tradicionales se conjugan para que aparezca este conflicto con ellos a partir de 2003”, explica en una entrevista concedida al diario La Nación.
Preguntado si no es conveniente que el Gobierno y el Grupo Clarín expliquen por qué pasaron de una muy estrecha cordialidad a romper lanzas tan abruptamente, Becerra se muestra de acuerdo y ensaya una explicación de lo que realmente sucedió entre ellos: “Evidentemente hay algo del orden de los negocios que trataban en sus reuniones Néstor Kirchner y Héctor Magnetto (consejero delegado de Clarín) que provocó la ruptura. Y tanto la investigación de Graciela Mochkofsky como el testimonio de Kirchner, entrevistado por Horacio Verbitsky, coinciden en que el tema fue Telecom. A mí me pareció una explicación insatisfactoria. ¿Por qué sí a la fusión de Multicanal y Cablevisión y no al ingreso a Telecom? Cuál era la prenda de intercambio y cuál el conflicto es algo que aún no fue suficientemente aclarado por ninguna de las dos partes”.
¿Y la postura de Cristina Fernández ante las conversaciones de su marido con el mandamás de Clarín? La propia Presidenta, responde Becerra, dijo que no veía con buenos ojos la presencia de Magnetto en la residencia de Olivos (residencia oficial de los presidentes argentinos). Evidentemente esa negociación a ella no le habrá gustado mucho,” pero esa alianza existió y no fue una fantasía de nadie”. Becerra recordó que Néstor Kirchner también contó que Magnetto habría objetado la candidatura presidencial de Cristina Fernández.
Becerra tan crítico con el Gobierno como con el Grupo Clarín marca también falencias en el cumplimiento de la polémica ley de medios: “La ausencia de transparencia en el accionariado de las empresas de medios; la operación en redes privadas que la ley prohíbe; el funcionamiento de los medios de gestión estatal, que tiende a ser gubernamental; la no aplicación del artículo que exige que los licenciatarios que reciben publicidad oficial informen sus montos y las campañas en que fueron empleados. Todos éstos son artículos que no se cumplen”, pone blanco sobre negro.
En cuanto a los cortocircuitos que comienzan a verse en medios afines al Gobierno, Becerra sostiene que hay una lectura equivocada desde los medios críticos de la supuesta uniformidad que tiene el oficialismo tanto en los medios que le son proclives como en sus cuadros políticos. El peronismo, explica, es un ámbito en el que siempre existieron diferencias grandes y el kirchnerismo, en particular, alberga tensiones políticas y comunicacionales. “El programa 6,7,8 , que es reluctante a la diferencia y al matiz de opiniones, representa un modelo muy distinto al de Visión 7 Internacional o a Con sentido público , siendo todos programas emitidos por Canal 7 (estatal). Lo mismo puedo decir sobre Página 12, que cultiva una lógica poco afín a Tiempo Argentino. Tampoco CN23 es lo mismo que 360. Radio del Plata, Radio Nacional y Radio 10 son oficialistas, pero muy distintas entre sí. Creo que sucede lo mismo en el campo periodístico adverso al Gobierno”, razona.
Por último, Becerra no ve al kirchnerismo demasiado diestro en el manejo de los nuevos medios tecnológicos.