Cuando Jeff Bezos tomó la decisión de comprar el “Washington Post”, probablemente no calculó el impacto que iba a tener en la prensa mundial que el dueño de una librería digital apostara por una empresa periodística y, para más inri, en papel.
¿El periodismo impreso está muerto y el rey de los libros electrónicos invierte en una de las cabeceras más representativas en papel? Parece una incongruencia propia de un suicida o un iluminado.
Para un hombre que amasa una fortuna de 23.000 millones de dólares, esta compra puede obedecer a razones de toda índole. Las especulaciones no se han hecho esperar. Los más optimistas creen que Bezos es un lector ávido de periódicos que quiere poner sus conocimientos como vendedor e inversor al servicio de un producto que atraviesa por momentos difíciles. Bezos pasaría a convertirse así en el salvador de la prensa escrita, provocando en otros empresarios un efecto contagio para iniciar un rescate masivo de títulos.
Pero los más escépticos no creen que detrás de esta compra haya un motivo altruista. El Post ha perdido en seis años un 44% de sus ingresos, razón por la cual su dueño, Donald Graham, ha decidido venderlo para frenar la pérdida de dinero de sus accionistas. Comprar un diario que va a la deriva a una familia de amigos sólo por alimentar una pasión no resulta creíble.
La cabecera elegida no es una cualquiera. No es el mismo caso que Warren Buffett, que se ha dedicado a la adquisición de periódicos locales por razones exclusivamente económicas. Un diario nacional sin beneficios no es tentador para un inversor si no va acompañado de otros alicientes, como la compra de una cabecera que abra las puertas de la capital de EE.UU. y por ende, del mundo. Un título cuyo prestigio está fuera de toda duda y que, ejerciendo su papel como cuarto poder, tiene una influencia importantísima en la política y la economía nacional.
Pero tampoco es menos cierto que el diario permitirá al magnate desarrollar un nuevo modelo de negocio que sirva para afrontar óptimamente el futuro: beneficiándose del potencial de las nuevas tecnologías, convirtiéndose en un producto seductor para los lectores en papel y en Internet con el recién estrenado muro de pago, vendiendo artículos o servicios para añadir un plus a las informaciones, contratando a prestigiosos periodistas y bloggers que ofrezcan algo nuevo al lector y llegando a ser el espejo en el que otros medios puedan mirarse.
Un hombre de éxito, paciente y buen inversor, pero desconocedor de cómo funciona el negocio de los periódicos. Un magnate del mundo digital que ayudará al “Washington Post” en esta nueva era en Internet aplicando técnicas de comercio electrónico para monetizar audiencia. Pero también que utilizará el diario para posicionarse en la capital del mundo y afianzar sus negocios personales. Si el Post se beneficia finalmente de todos estos intereses, Bezos se convertirá en el héroe de la nueva generación de empresarios de los medios de comunicación.