Una nueva polémica se cierne sobre la seguridad en Internet. Frente a redes sociales como Facebook, que obligan al usuario a revelar todos sus datos personales, incluido su nombre real, surgieron nuevas aplicaciones que se erigieron desde su nacimiento como abanderadas del anonimato.
Sin embargo, una información publicada en “The Guardian”, obtenida tras hablar con representantes de la empresa en la sede de la compañía en Los Ángeles, ha encendido todas las alarmas. El diario británico asegura que la aplicación móvil Whisper rastrea la ubicación de sus usuarios, incluyendo a los que han rechazado expresamente ser geolocalizados. La acusación más grave señala que la red estaría realizando un seguimiento a diversas personalidades, tales como militares, personal de la Casa Blanca, políticos o directores de importantes multinacionales.
Tras producirse estas revelaciones, las bondades de las autodenominadas “aplicaciones anónimas” se han puesto en tela de juicio. “Le Monde” ha publicado un artículo en el que desmonta una a una las promesas de redes como Whisper, Snapchat o Secret. En primer lugar, asegura que no es cierto que no se pueda saber dónde se encuentra el usuario, ya que por ejemplo Whisper puede localizar a una persona en un área de 500 metros a través de la dirección IP. También es discutible que no recopilen informaciones personales. Aunque no se conozca el nombre, apellido o número de teléfono del usuario, se registran datos mucho más precisos que los que se revelan en una conversación telefónica (por ejemplo, si una persona se conecta desde la red de su empresa). Por último, el artículo señala que estos servicios no garantizan en ningún caso el anonimato total. Dos expertos en seguridad informática confirman que consiguieron llegar a identificar a los autores de dos mensajes en la red social Secret, procediendo por eliminación y con ayuda de perfiles falsos.
Los responsables de Whisper no han tardado en salir al paso de estas acusaciones. Su redactor jefe, Neetzan Zimmerman, se apresuró a señalar en Twitter que lo publicado en “The Guardian” es “una sarta de mentiras malintencionadas”, para añadir que “han cometido un error publicando estos artículos y lo van a lamentar”. Por su parte, Michael Heyward, presidente ejecutivo de la compañía, aseguró en la conferencia sobre tecnología global WSJD Live, que “una mentira puede llegar a la otra punta del mundo mientras la verdad aún está en casa poniéndose los zapatos”, en referencia a la repercusión que ha tenido la información del diario británico. Heyward acusó a “The Guardian” de entrar en sus oficinas “bajo falsos pretextos” y realizar a continuación deducciones erróneas por hablar con las personas equivocadas. Por el momento, se ha abierto una investigación interna para esclarecer los hechos.
Lo cierto es que la aplicación recoge en sus términos y condiciones la posibilidad de desvelar mensajes, la dirección IP o la ubicación de un usuario si considera que es necesario para cumplir con las leyes (por ejemplo si está en peligro la seguridad pública). Justifican su colaboración con organismos como el Departamento de Defensa porque quieren evitar suicidios entre los militares, mientras que sus asociaciones con “The Huffington Post” o “BuzzFeed” (que ha suspendido su acuerdo tras el escándalo), persiguen que los medios puedan alimentar con los mensajes sus artículos. Por otra parte, aunque se ha publicado que los datos se almacenan en una base de datos de manera indefinida, los responsables de Whisper quieren dejar claro que la dirección IP de registro se borra pasados siete días y que no poseen más información que la que puedan conocer otros usuarios.
Whisper está intentando limpiar su imagen ante la opinión pública, pero el Comité de Comercio del Senado de EE UU considera que las explicaciones dadas son insuficientes. Su presidente, Jay Rockefeller, ha exigido a la compañía que aclare el contenido de las acusaciones que ha vertido la prensa sobre la empresa y explique sus métodos criptográficos y de privacidad.