El brillante libro del profesor de historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Yuval Noah Hariri, "De animales a dioses", nos coloca en una perspectiva apasionante con su breve historia de la humanidad. La primera revolución cognitiva se fraguó hace entre 70.000 y 30.000 años en el ADN de los sapiens, una mutación en el árbol de saber, que nos llevó desde las llanuras de África, expulsando de la faz de la Tierra a los neandertales y a todas las demás especies humanas, hasta poner el pié en la Luna. Pero mucho más importante que aquella hazaña ha sido la revolución informática, la digitalización del saber y la conexión de miles de millones de sapiens a través de una máquina que llevamos en la palma de la mano. La segunda revolución cognitiva debería llevarnos de regreso a las estrellas, si superamos los peligros inherentes al viaje.
Uno de los últimos informes de la prestigiosa consultora McKinsey nos advierte que competir en la era digital no será posible sin altas capacidades digitales, que obligarán a las empresas a innovación sistemática y constante, en un entorno disruptivo en el que nadie tiene asegurado el futuro. "La digitalización cambiará radicalmente el paisaje empresarial", advierten. Pero también concluyen que la "digitalización es un blanco móvil", un viaje trepidante en el que el inmovilismo es mortal.
En este contexto, los editores españoles de diarios de papel agrupados en la AEDE parece que no han entendido nada, con su "Tasa Google", sus webs como meras proyecciones de sus ediciones en papel, sus ejecutivos que le tienen miedo a la transición digital y sus ingresos digitales sobre ingresos totales (éstos últimos en caída libre) a la cola de los mercados desarrollados. Un dato: en noviembre, en plena recuperación de la economía española tras una crisis sin precedentes, la inversión publicitaria de los diarios impresos españoles vuelve a caer el 1,16%. Quienes confíen en que una mejora de los ingresos por ventas o publicidad les va a salvar están como los tres monos del icono, ciegos, mudos y sordos.
Mientras tanto, en esta edición de nuestra web, en la que seguimos el paso de los mercados de la información más avanzados, damos cuenta de numerosas innovaciones que están acelerándose con un ritmo que marca tendencia en el periodismo digital globalizado: desde el éxito del modelo gratuito de "The Guardian" y alguno de sus servicios, en constante innovación, como "Soulmate", la continua reinvención y renovación de sus ofertas de pago de "Financial Times" o del "New York Times" o nuevas herramientas tecnológicas, como "PageBuilder" del "Washington Post". Toda la estructura establecida de los modos y maneras del periodismo industrial está estallando por doquier. La típica pieza escrita de 500 a 1.000 palabras, crónica, noticia, deja paso a formas de contar historias que amalgaman video, infografía, animación 3D, realidad virtual y ampliada, con textos que pueden ser de 100 palabras o de más de 3.000, o información pensada para móviles, para pantallas de cinco o seis pulgadas que son omnipresentes, globales, masivas. La discontinuidad empieza a generalizarse. Muchos han colgado un cartel en la puerta que dice algo así como: "perdonen las molestias, estamos reinventando el periodismo y el arte de contar historias".