Era el 5 de abril de 1242, sobre el lago helado Peipus (en la actual Estonia) se habían situado los invencibles Caballeros Portaespadas germánicos, con sus grandes cabalgaduras, sus pesadas armas y gruesas cotas de malla. Los rusos capitaneados por Alejandro Nevski iban mucho más ligeros y maniobraron con agilidad sobre el hielo colocándose en el flanco germano. Los movimientos precipitados de los jinetes Portaespadas hicieron que el frágil hielo de primavera se quebrase bajo sus pies y difícilmente podían nadar con sus corazas... Esta dura derrota de los más fuertes, pero también los más pesados en la batalla del hielo, ilustra bastante bien el terreno en el que se puede mover la gran guerra por la supremacía empresarial en la era digital. Los que hoy son gigantes mañana pueden chapotear en el frio hielo. Todos caminamos sobre el lago helado de la innovación de rendimientos acelerados.
La Ley de Moore, que pronosticaba la duplicación de la capacidad de computación cada 18 meses, se ha cumplido con impresionante regularidad durante medio siglo. Unos datos causan asombro hoy en día: en 1971 el coche más rápido era el Ferrari Daytona, que alcanzaba los 280 Kms./hora. El edificio más alto eran las Torres Gemelas, de 415 metros. Si hubieran progresado como la capacidad informática, el coche más rápido iría ahora a la décima parte de la velocidad de la luz y el edificio más alto llegaría a la mitad del camino a la Luna. Pues bien, otras nuevas tecnologías muestran un crecimiento exponencial similar. Por ejemplo, secuenciar el genoma humano costó en 2004 muchos años de trabajo y cientos de millones de dólares. Ahora mandas una muestra de tu saliva y a la semana te lo mandan completo por unos pocos dólares. La robótica y la inteligencia artificial están progresando a ritmo de duplicación exponencial. La tecnología que se está desarrollando se basa ahora en los enormes avances de la anterior generación, con lo que el futuro se acerca mucho más rápido de lo que pensamos, porque no estamos acostumbrados al pensamiento exponencial. La singularidad, ese punto en el que la convergencia de varias tecnologías de vanguardia producen una discontinuidad radical ("un salto mayor que el que se produjo desde el mono al Homo Sapiens", según dicen los expertos), ya no es privativo de visionarios de ciencia ficción, se está generalizando y prestigiosas consultoras como McKinsey comienzan a contemplarlo en sus previsiones gerenciales. La singularidad kurzweliana puede estar cerca.
Internet ha dado un paso fantástico en los últimos 20 años, pero eso no es nada, apenas pisa su Edad Media y pronto vendrá el siglo de Las Luces. Ahora hay conectados 3.200 millones de personas. Alcanzará al 80% de la población mundial en unos cinco años más. El "Internet of Things" fue acuñado como término por Kevin Ashton en 1999. En el 2020 habrá entre 22.000 y 50.000 millones de dispositivos conectados a Internet, ofreciendo servicios y aplicaciones sin precedentes. Como dice Hans Vestberg, CEO de Ericsson, "si una persona se conecta a la Red, le cambia la vida. Pero si todas las cosas y objetos se conectan, es el mundo el que cambia".
Y vienen las verdaderas reuniones digitales. Las Naciones Unidas y el Banco Mundial están comprometidos a proporcionar identificaciones digitales a cada persona en el planeta antes del 2030. Son tarjetas inteligentes con criptografía de clave pública que contiene información biométrica, permitiendo una fácil prueba de identidad. Entonces será posible la democracia digital, participativa, también llamada por algunos democracia líquida, que revolucionará la vieja política y a los viejos políticos. Será la "explosión cámbrica" de las formas democráticas, dicen los expertos.
Estamos en el año del despegue de la Realidad Aumentada. En todo el año pasado se invirtió en el mundo un total de 700 millones de dólares en esta nueva tecnología. En los dos primeros meses de este año estamos en más de 1.100 millones de dólares. Más de 200.000 desarrolladores se han lanzado a esta carrera en la que ya compiten al menos 700 nuevas empresas. Rendimientos acelerados.
El arte de la gerencia empresarial debe acostumbrarse al pensamiento exponencial o se encontrará chapoteando en el agua helada. Y nada de pesadas armaduras. El peor error es el miedo a cometer errores. Se acerca la primavera.