Xi Jinping ha vuelto a insistir en culpar a EEUU y la OTAN de la guerra de Rusia contra Ucrania y el portavoz del Ministerio de Exteriores chino se ha alineado con las delirantes tesis del Kremlin. Ha llegado el momento de presionar al gigante asiático, que en teoría levanta la bandera de la multilateralidad y el comercio global. Hagámosle ver que su posición es muy vulnerable.
La secretaria de Comercio de EEUU, Gina Raimondo, en una entrevista con el "New York Times", ha declarado que su país podría "apagar literalmente" la empresa Semiconductor Manufacturing International Corp, la mayor de China, esencial para sus industrias avanzadas. Ya están tardando. China está suministrando chips a Rusia, esenciales para sus misiles asesinos.
China tiene un PIB de 14,7 billones de dólares, diez veces el PIB de Rusia, que en realidad es una superpotencia "Potemkin", como acaba de proclamar el premio Nobel de Economía Paul Krugman, afirmando que Rusia se está revelando con mucha menos fuerza real de lo que parece. Es muy difícil que un régimen cleptocrático y cada vez más cerrado pudiera tener un ejército eficiente y eficaz. Sus grandes dificultades que se están poniendo en evidencia en esta guerra, muestran, a medida que pasan los días, su podredumbre y chapuza.
China depende enormemente del comercio, que representa más del 40% del PIB chino. Solo su comercio electrónico es de 620.000 millones de dólares. España, por ejemplo, le compra a China por valor de 24.000 millones de euros. Fuera de China hay nada menos que 60 millones de chinos, generalmente dedicados al comercio. ¿Se imaginan lo que supondría un boicot, aún pequeño, al comercio chino? Esta sí puede ser un arma muy decisiva contra la guerra.