Los grandes grupos de medios de comunicación españoles están en quiebra técnica o en grandes dificultades, por el impacto de la digitalización y por no haber sabido digerir y gestionar el choque tecnológico, con posiciones generalmente muy conservadoras y defensivas. Al principio de limitaron a poner gratis en Internet los contenidos que imprimían y cobraban en el quiosco. Primer error de base. En conjunto se enfrentaron, año tras año, a una caída mortal del entorno del 70% de su facturación publicitaria y del 60% de su venta de ejemplares, tendencia que continúa y apunta al abismo. Enseguida se dieron cuenta que sus ingresos digitales no compensaban ni de lejos el retroceso de sus otras fuentes financieras. Luego se confiaron a las suscripciones digitales, cobrando cantidades casi ridículas porque el público no daba para más. La Universidad de Navarra nos alumbra una vez más calculando que hay unos 400.000 suscriptores para el conjunto de los medios digitales, lo que no llega al 1% de los adultos españoles. Es una de las tasas más bajas de Europa. Para "compensar" tenemos un medio digital por cada 16.000 habitantes en España, es probable que seamos campeones continentales.
Tal desatino se ha saldado con despidos en cadena de periodistas y reducciones varias, en agudo contraste con los medios de prestigio que han logrado la transición digital, al menos en esta primera etapa. Todos ellos han contratado más periodistas, más técnicos, más informáticos, etc. Estamos hablando del "New York Times", el "Washington Post", "Financial Times", "The Economist", por citar algunos. Claro que juegan con la ventaja del inglés globalizado. Pero en España no hemos sabido aprovechar los 600 millones de nativos de español. Y probablemente lo harán los americanos, los franceses o incluso los alemanes. Ahora tenemos plataformas empresariales con sus propios intereses, en vez de velar por la calidad, trasparencia y utilidad de la información.
Estamos todavía en una carrera por el tráfico, el número de usuarios, las páginas vistas, buscando los contenidos que generan más interacción, en muchos casos falsificadas por los "bots" y empujada por medidores como Comscore, que magnificaban las audiencias. Ahora que hay otro medidor, GfK DAM, nos enteramos en los resultados de enero que han desaparecido nueve millones de usuarios únicos entre los generalistas más leídos. Entre los digitales, "El Confidencial" pierde el 56% de sus usuarios únicos; "OK Diario" y "El Español" pierden el 54%.
Veamos la inversión publicitaria en España, según los últimos datos de Arce Media del pasado año: la publicidad digital aumentó significativamente, hasta 3.221 millones de euros, sobrepasando a toda la publicidad tradicional, que sumó 2.823 millones. Pero la parte del león se la lleva, como sucede en casi todo el mundo, los buscadores, que facturaron 1.131 millones y las redes sociales, que sumaron 961 millones. Entre los dos, se llevan el 35% de la tarta. Los medios digitales escritos se llevan un escaso total de 328 millones, pero esa facturación tiende a acumularse en los puestos de cabeza, a los demás les quedan apenas migajas. La televisión, que era un gigante, ha reducido su pastel publicitario nada menos que el 30%, el año pasado, hasta 1.769 millones. La radio sobrevive con 369 millones y todos los diarios en papel de España facturaron 327 millones por la tradicional y otros 398 millones por la digital. Esas son las tendencias, que cada cual saque sus conclusiones.
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