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Simplifica tu vida, ahorra tiempo y aprende a disfrutar los mejores años que te toquen vivir

Por José Luis Zunni
En el libro de Elaine St. James “Simplify Your Life: Ways to Free Yourself to Enjoy the Things That Really Matter to You” (Simplifique su vida: formas de liberarse para disfrutar de las cosas que realmente le importan), esta destacada autora de libros de autoayuda que durante muchos años tuvo una exitosa trayectoria como ejecutiva, en un momento decidió simplificar su vida, reflexionar acerca de lo que era realmente importante para ella y centrarse en ello. Por eso decidió compartir con sus lectores esta especie de guía para que las personas puedan simplificar la vida, para lograr una vida plena y feliz.

Catherine Beard que creó “The Blissful Mind” (La mente dichosa) dice en su Web que la ha creado para ayudar a reducir el agotamiento para que las personas puedan estresarse menos y concentrarse más en lo que realmente importa. Plantea como objetivo ayudar a organizar los pensamientos, relajar la mente y superar tus dudas para que dejes de estresarte por el futuro y hagas que las cosas sucedan ahora.

Simplifica tu vida, ahorra tiempo y aprende a disfrutar los mejores años que te toquen vivir
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Parece que las prioridades se convierten en clave

Simplificar nuestra vida no deja de ser indicativo de que debemos poner un poco de orden, especialmente cuando nos estamos enfrentando a nuestra vida diaria. Por eso hay que eliminar cosas que no sean prioritarias y nos consumen el tiempo. Eso significa que retengamos energía para las cosas que realmente te importen.

¿Cuáles son tus fuentes de complicaciones?

Debes identificar y eliminar las principales fuentes de complicaciones en tu vida. Esto implica que hay que deshacerse de ese desorden que tienes en tu casa que te quita tiempo y espacio.

¿Cuál es mi visión sobre la posibilidad que las personas tienen de simplificar su vida?

Altamente positiva, ya que cuando tomas la decisión de reducir (simplificar) estás generando tiempo, que precisamente no nos sobra. Por eso, cuando encuentro alguna historia real, por simple que parezca, trato de que llegue a mis lectores/as con mis habituales comentarios (la réplica que me gusta hacer) dando puntos de vista sencillos, como si yo fuera uno de esos seguidores/as que tengo.

Es el caso de la estadounidense Shirley Michels, madre de familia y auxiliar de oftalmología, que renunció a su trabajo y se dedicó a prestar un servicio a la gente para gestionarle cosas, justamente para que pudieran ahorrar tiempo y aprovecharlo en otras actividades. En este caso era el tiempo que insumían para realizar trámites o determinados recados personales.

Hizo tarjetas que decían. “COMPRESE UN POCO DE TIEMPO, yo me ocupo de sus recados”, pero además daba unas directivas realmente interesantes, en aras de priorizar nuestras actividades cotidianas, que las describía así:

1º) Empiece bien el día.

2º) Tire todo aquello que no sirve.

3º) Aprenda a decir que no.

4º) No pierda tiempo por ahorrarse unas monedas. A todos nos han enseñado a valor el dinero, pero no el del tiempo.

He utilizado esta historia infinidad de veces en mis clases, en particular en los Seminarios de Liderazgo, cuando me refiero a la “Gestión del Tiempo” y al establecimiento de prioridades.

No debes confundirte por más posición que ocupes en la jerarquía de una empresa

No importa que seas un líder, ya que siempre tendrás espacio y oportunidad, para modificar y mejor tus hábitos, al mismo tiempo que gestionar mejor tu tiempo. Porque coincidirás conmigo que cuando tenemos un mínimo de orden (siguiendo las reglas que nos impongamos), terminaremos haciendo mucho más fácil (además de simple) nuestro día a día y lo más importante, te sentirás bien contigo mismo y especialmente con tu entorno.

A las reglas de la Sra. Michels me he permitido ampliarlas un poco, como sigue:

- Para la primera de empezar bien el día, le he agregado un concepto nuevo: ayúdate a cambiar tu mundo.

La eficacia de acomodar el propio espacio para lograr el cambio exterior ha quedado bien probada en varios estudios. Pequeños hábitos que facilitan la relación con los demás, como un simple post-it de recordatorio. Recordar una fecha de cumpleaños o cómo se encuentra la madre de un jefe que está hospitalizada. Cuánta más sensibilidad se demuestra tener, mejores respuestas no esperadas tendrás de los demás.

- Para la segunda, de tirar todo aquello que no sirve, la cual es perfectamente asumible al poner orden en nuestra casa y nuestras cosas en general, le he agregado algo más intangible, como la de dejar de lado todo aquello que fomenta en ti pensamientos negativos. O sea, desligarnos de la energía negativa. Ten en cuenta que una sonrisa tiene el poder de diez caras serias. La distensión te ayudará a pensar y decidir con claridad.

- Para la tercera regla he agregado que hay que aprender a dar respuestas negativas, ya que no es lo más importante quedar bien, sino explicar el por qué no se está de acuerdo con algo. Coincidir y ser aseverativo tiene valor, pero más lo tiene decir que no. Quien tiene un carácter firme sabe decir que no. Si además tiene poder, tiene la obligación de decir que no, cuando es en beneficio del resto del equipo.

- Para la cuarta regla de que es importante el valor del dinero, pero mucho más es valorar el tiempo, creo que para que seas más efectivo en tus tareas, tener en cuenta esto y convertirlo en un hábito, en una forma de pensar y actuar, te dará la satisfacción de sentir que las horas de trabajo las sabe aprovechar bien. Quién no valora su tiempo no puede valorar el de los demás. Si es muy consciente del valor de su tiempo, también se comprometerá con el tiempo de los demás (puntualidad, formalidad, esfuerzo, sacrificio, etc.).

Agrego una quinta regla que pone más en contexto todo lo dicho, que es que, salvo raras excepciones, siempre hay una segunda oportunidad.

Lo difícil es saber el límite temporal que resta para intentar nuevamente lo que no te salió bien la primera vez. Aceptar un resultado negativo con honestidad y sin pretender justificar lo que es injustificable. Y ante el éxito de cualquier resultado, la humildad debe ser la norma.

Todos debemos reconocer que nos cuesta años de nuestra vida comprender la importancia de las pequeñas cosas, las más simples y sencillas, que son las que al final de cuentas condicionan nuestra forma de vivir.

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