"La publicidad en las revistas ha caído un 80% de media, más en papel que en digital”, ha dicho Marta Ariño, presidenta de la Asociación de Revistas de Información (ARI). Diversas instituciones, especialmente la AEEPP, han pedido una serie de medidas principales y urgentes al Gobierno, pero hasta ahora solo han logrado una vieja y justa reivindicación del sector: el IVA digital al 4%. En las revistas en papel y en sus formatos digitales encontramos mucho periodismo de alta calidad, algo cada día más esencial en los tiempos de infodemia que atravesamos. Tienen que reinventar su negocio y diversificarse, pero tienen un futuro que incluso puede ser esplendoroso. El brillante ejemplo de la revista británica “The Economist” es una guía.
El sesudo semanario, fundado hace 176 años por un liberal emprendedor, es el oráculo que se beben 1,7 millones de suscriptores en todo el mundo (el 54% se vende en su versión impresa). En plena crisis de los medios de comunicación en la práctica totalidad del mundo, su rentabilidad para sus accionistas ha sido del 5-6% durante los últimos años. ¡No está mal! Pertenece a The Economist Group, controlado al 50% por nada menos que las familias Rothschid y Agnelli. El resto son pequeños accionistas, entre los que se encuentran sus propios empleados. La independencia editorial es sagrada en lo que fue un semanario y ahora es mucho más que la revista más influyente del mundo.
Su oferta Web logra 9,6 millones de visitantes únicos y sus podcast tienen dos millones de oyentes. Tiene 24 millones de seguidores en Twitter, 10 millones en Facebook, 9 millones en Linkedin y 5 millones en Istagram y 500.000 suscriptores en Youtube. Manda 37 millones de boletines mensuales, de diversa índole, pero siempre centrados en economía, política y, últimamente, mucha ciencia y tecnología. El año pasado ingresó 333 millones de libras, quinto año consecutivo de incremento. El beneficio fue de 36 millones de libras (margen del 9%). Por supuesto que ellos también han tenido que bregar con una publicidad declinante. Suponía el 23% de la facturación total y cayó al 18%. Pero su capacidad de diversificarse e innovar es admirable. Sus 75 periodistas provenientes de los cinco continentes nunca firman sus textos. La revista es austera en su diseño hasta la vacuidad, fotos muy escasas, gráficos muy claros y concisos. Un consejo editorial nombra al director, que no puede ser cesado sin su consentimiento. Pero todo eso es compatible con una voluntad inquebrantable de reinventarse. Todo un estilo.
“El papel tiene una larga vida por delante”, ha dicho Marta Ariño en una entrevista publicada en Dirconfidencial.com. El caso de la revista británica señala en esa dirección. Dicen que “The Economist” juega con la ventaja del inglés, lengua global. El inglés tiene 360 millones de personas nativas de esa lengua. El español tiene 400 millones y con fuerte crecimiento. Hay excelentes periodistas que trabajan en esa lengua en varios países. Pero los editores españoles no han logrado todavía sacar ventaja de esa bendita circunstancia.