Nadie sabe qué hará el nuevo Presidente estadounidense, pero todo el mundo sabe que la NSA estará en sus manos. En plena ciberguerra con Rusia y China, Estados Unidos no tiene una hoja de ruta clara hasta el momento, lo que están aprovechando sus ‘enemigos’.
Durante la campaña electoral, Donald Trump ha dado algunas pinceladas sobre la política que planea seguir en el campo de la ciberseguridad, pero casi siempre impregnadas de populismo: tan pronto atacaba a Apple, llamando a boicotear sus productos por no permitir el acceso a los datos de sus clientes, como atacaba a China, afirmando que iría a por ellos (en el ámbito digital) porque se estaban dedicando a atacar a Estados Unidos. Poco o nada dijo de Rusia, un protagonista más de las Elecciones que hace casi 20 días dieron el poder al mediático multimillonario. Y tampoco existe una hoja de ruta clara para un asunto tan importante como la ciberseguridad, sobre todo en un país que se encuentra inmerso en una ciberguerra con Rusia y China, países a los que Trump es más cercano que Obama. Trump deberá manejar una situación paradójica: su país se encuentra en ciberguerra con un país (ahora) aliado capitaneado por un Putin que no ha dudado en ensalzar y apoyar al nuevo Presidente americano, obteniendo similares palabras como respuesta.
Por otra parte, los hackers rusos han ayudado a Trump a alcanzar la Casa Blanca gracias a sus filtraciones, muy perjudiciales para Hillary Clinton. Sin embargo, mientras los ciberataques rusos beneficiaban a Trump en su carrera por acceder a la presidencia, en sus mítines llamaba a defender al país de los ciberataques… Algunos analistas del sector piensan que estas palabras de Trump sólo reforzarán los esfuerzos de los piratas informáticos para atacar al país. De hecho, ya existen listas de objetivos estadounidenses que se invita a los hackers a atacar. Tampoco hay que pintar de rosa esta ciberguerra: tal vez Rusia haya ayudado a Trump a llegar a la Casa Blanca, pero sería iluso pensar que parará sus ataques o que dejará de buscar obtener datos de importancia para cuestiones económicas, políticas o geoestratégicas. Una cosa es ser amigos y otra ser hermanos.
La respuesta de Donald Trump parece que irá por la vía del control, especialmente a sus propios ciudadanos. En campaña reconoció estar a favor de anteponer la seguridad a la privacidad, algo que teme
Silicon Valley, donde se encuentran
los principales afectados de estas hipotéticas medidas. La respuesta del sector tecnológico a este riesgo de quedar mal ante una opinión pública que reclama proteger su privacidad ha ido desde la puesta en marcha de un movimiento para que
California sea un país independiente, hasta la amenaza (y los planes) de
trasladar sus servidores fuera del país para esquivar las posibles normativas que podría poner en marcha Trump. Desde Rusia,
Edward Snowden ha llamado a los estadounidenses a reforzar su seguridad en el mundo digital adoptando programas de cifrado para no dejar huella. Una ciberguerra que abre un nuevo capítulo con la llegada al poder de una persona imprevisible dispuesta a cambiar las reglas del juego en plena partida.