Tengo un hijo que va a cumplir 17 años y el otro día me preguntó si podía empezar a dar clases para sacarse el carnet de conducir cuando cumpla 18. Le respondí que se lo tomase con calma, porque tal vez no iba a necesitar finalmente el carnet de conducir. Soy de los que opinan que, una vez que se haya desarrollado convenientemente la tecnología de la conducción autónoma, los robots son infinitamente más capaces que los humanos para conducir todo tipo de vehículos. Solo en Estados Unidos se registraron el año pasado 42.000 muertes por accidente de tráfico y la cifra va en aumento sin parar. En España mueren en accidente de tráfico más de 4.000 personas cada año, pero en la India mueren 105.000 cada año, en China 96.000 y así sucesivamente.
Los vehículos autónomos se están desarrollando a una velocidad muy superior a la que se había previsto hace unos años. Hay una creencia generalizada de que son las empresas más potentes tecnológicamente, Google concretamente, y Tesla en otro segmento, las que están más adelantadas en la carrera del coche sin conductor. Pero es falso. Son las empresas automovilísticas y las dedicadas a componentes de automóviles las que están más adelantadas al respecto, porque esta industria multimillonaria se ha dado cuenta de que ha entrado en una nueva era, en la que convergen los coches autónomos, incluso los coches voladores, con los vehículos eléctricos, de combustión de hidrógeno y con los coches conectados a Internet con la próxima tecnología 5G. Según se puede ver en el gráfico adjunto, es el fabricante de componentes alemán Bosch quien más ha desarrollado las patentes para la conducción autónoma. Tiene nada menos que 958 patentes en el periodo de 2010 a 2017, mientras que Google apenas tiene 338. Según las conclusiones de un estudio del Cologne Institute for Economic Research, de las diez empresas que encabezan el ranking por la conducción autónoma, tan solo Google desarrolla un negocio basado en las plataformas de Internet.
Es interesante señalar que hay síntomas claros de una creciente fobia hacia el cambio tecnológico, que se está produciendo a tal velocidad que genera reacciones absurdas, como pretender que los vehículos autónomos son un peligro porque ha habido un accidente. Personalmente estaré encantado de que un robot me sustituya a la hora de conducir mi coche.