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Blogs > Prefiero entender un por qué
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Influenciados por la presión social ante el Covid-19, aceptamos las normas, aunque muchas veces no las compartimos
El impacto sanitario (tanto desde el punto de vista médico como epidemiológico) nos está pasando factura psicológica (impacta en la psicología social) porque es evidente que ha tenido y seguirá teniendo durante unos meses una influencia en nuestros comportamientos sociales e individuales.
La sociedad ha cambiado en su conducta (no podía ser de otra manera) con la primordial finalidad de protegerse del contagio y las consecuencias que el Covid-19 puede traer para la salud, cuando no la muerte.
Si en momentos considerados normales nos respaldamos siempre en la doctrina que corresponde a cada campo del conocimiento, qué decir cuando vivimos una época tan extraordinariamente excepcional como la que nos ha impuesto el Covid-19.
Justamente estoy más que nunca proclive a compartir doctrina con mis lectores/as, caso de la contribución que hoy hacemos sobre la salud y la felicidad.
Por ello he recurrido a tres personalidades que firman el trabajo que da título a mi blog de hoy: Paul Whiteley, Universidad de Essex, Harold D Clarke, Universidad de Texas en Dallas, Marianne Stewart, Universidad de Texas en Dallas.
La primera ministra neozelandesa y el presidente uruguayo son estereotipos de lo que las ciudadanías de sociedades modernas e informadas de cualquier país del orbe quisieran como máximos responsables de esos países. ¿Por qué será?
Como es habitual en este Blog, tratamos de reflejar los aspectos más actuales y hacemos lo posible, por destacar aquellos más relevantes, o al menos, que sirvan a mis lectores/as en la formación de opinión sobre aspectos que nos están preocupando en este momento como consecuencia de la pandemia.
Estamos acostumbrados a referirnos a España con ese tópico tan frecuente de que “Spain is different”.
Sin duda lo somos, para lo bueno y lo malo. Pero a fuerza de buscar homólogos en el panorama internacional, Japón no se queda atrás en eso de marcar las diferencias. Y por lo que vamos a ver a continuación, diríamos que nos saca una leve ventaja.
A pesar de reaccionar tarde a sus vecinos asiáticos, Japón ha resistido bien la epidemia de coronavirus.
| Alumnos en una escuela de Osaka en agosto de 2020 |
No parece que a nivel individual y menos grupal (incluyendo grupos familiares) estemos haciendo las cosas bien.
Durante el confinamiento de tres meses y medio, podría aseverarse con muy poco margen para el error, que el 99% de la población cumplió a rajatabla con la cuarentena.
Incluso en los lugares que no habiendo sido su casa (sea por viaje de trabajo o cuestión familiar) también la ciudadanía se sometió sin rechistar al encierro obligado porque en una amplísima mayoría era consciente de la gravedad de la pandemia.
Según el cuadro estadístico diario al día de hoy 14 de julio, nos presenta unas cifras desoladoras por la cantidad de fallecidos a escala mundial, al mismo tiempo que preocupante por la cantidad de infectados. Pero si bien nos alegra la cantidad de recuperados, no estamos ni para euforias ni celebraciones.
Debemos ser esencialmente escépticos con esta pandemia que sigue matando y también se está cebando con los grupos de jóvenes que hasta ahora parecía que tenían muy poca probabilidad de contagiarse.
“Vive de prisa y muere joven” que es la famosa frase de una celebridad como James Dean, me sirve como punta de lanza de esta locura informativa en la cual nos movemos día a día, con o sin pandemia. Porque si de prisa se genera información falsa o que siendo verdadera está sometida a algunos grados de intereses non santos, entonces la libertad de información termina convirtiéndose en una quimera.
¿Qué pasa cuando en un país se resquebraja la libertad de prensa? No es una pérdida sólo para el sector de los medios de comunicación, sino para la sociedad en su conjunto.
La cuestión no es abrir o no las fronteras. La clave está en la conducta de las personas, tanto las que llegan como las que estamos.
Es cierto que hay que abrir la economía (en esto estamos en un todo de acuerdo) pero la dichosa nueva normalidad no será la misma que conocíamos, sino que estará cambiada y muy ajustada a esa nueva realidad de distanciamiento social, de dudas sobre quién se nos aproxime en la calle, etc.
¿Podemos cambiar nuestra vida en un minuto? ¿Es posible que el cambio que podamos hacer que afecte a una parte importante de nuestra vida se haya originado sólo en un minuto?
¿Es así? ¿Un minuto…y todo cambió?
Si bien en realidad no me refiero al cambio en sí mismo, porque siempre requiere un proceso, sea buscar un nuevo trabajo porque estamos en desacuerdo con el jefe, cambiar de piso, etc., lo que sí creo, es que hay una especie de destello en nuestra mente que se produce en un instante (una fracción de segundo) que nos hace ver o focalizar el problema o la cuestión que nos está dando vueltas en la cabeza, desde un ángulo que no habíamos previsto.
En nuestra foto de portada, Zhang Ziyi asiste a la proyección de “Once Upon A Time In Hollywood” durante el Festival de Cine de Cannes 2019. Y ella pertenece al selecto colectivo de celebridades que también han tenido que verse obligadas a hacer un STOP.
¿Una pausa forzada? ¿Tiempo para la reflexión?
¡Pues sí! Los estilistas que habitualmente atienden a las estrellas del firmamento hollywoodense o el oriental, o a las cantantes más populares del planeta, están reflexionando sobre la nueva normalidad de la moda.
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