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La situación en la que nos ha colocado el coronavirus es excepcional, lo que nos obliga a pensar también de manera extraordinaria.
Que las circunstancias son inusuales y absolutamente imprevisibles en cuanto a la capacidad de contagio exponencial es un hecho. Pero lamentablemente también lo es las diferentes maneras en que han reaccionado gobiernos, políticos y ciudadanos.
Hace poco leía unos pensamientos referidos a la comunicación, de los cuales me hago eco hoy de uno que me ha parecido creado a imagen y semejanza de la época que nos está tocando vivir.
“Sin comunicación no existe relación…sin respeto no hay amor…sin confianza no hay razón para seguir”.
Estamos atravesando una época en que la falta de credibilidad llega a niveles esperpénticos. No se cree en la palabra de los gobernantes (en ninguna latitud). Dicho en otros términos, a los políticos, en mayor o menos medida, en todos los países del mundo se les tiene cuestionada la credibilidad ya hace tiempo.
Como casi todo en la vida, pocas cosas quedan que no se libran del dinero, para bien o para mal. En Estados Unidos existe una gigantesca industria de la felicidad y el pensamiento positivo, que según algunas estimaciones asciende a 11.000 millones de dólares y sigue creciendo.
Según los expertos, al menos en este país ha contribuido a crear la fantasía de que alcanzar la felicidad es un objetivo realizable. ¿Es que se está comparando con otros objetivos, por ejemplo, los profesionales? El que piensa así va por mal camino.
El invierno está enfriando en cada persona las promesas de cambio que se hicieron para el nuevo año
Las vacaciones de invierno de las Navidades y Reyes, se convierten inevitablemente en el punto de encuentro entre la felicidad de compartir momentos entrañables con seres queridos y desde ya que la de sentir profundamente la ausencia de los que ya no están entre nosotros.
Una cosa es vivir solo, otra muy diferente es que nos sintamos solos. Una de las escenas que se ha convertido en un icono de Hollywood de los años 70, es sin duda la que interpreta Rober De Niro en “Taxi Driver” (1976) cuando se enfrenta con su propia imagen en el espejo y dice la famosa frase “are you talking with me!” (“¡Está Ud. hablando conmigo!”).
Sonja Lyubomirsky (1966) es profesora del Departamento de Psicología de la Universidad de California en Riverside. Se graduó summa cum laude por la Universidad de Harvard y se doctoró en Psicología social y de la personalidad por la Universidad de Stanford.
Si algo me apasiona, es profundizar con todo el material al que pueda tener acceso, las investigaciones de profesionales del campo de la psicología que se han dedicado a estudiar el fenómeno de la felicidad. Porque es algo de lo que habitualmente no se habla (como si fuera algo malo o que no queda bien hablar de ello), cuando en realidad si la gente estuviera mejor informada se daría cuenta de que la felicidad impacta en todas y cada una de las actividades humanas. Quizás de manera silenciosa o discreta, pero lo hace.
Hasta un gran líder como Richard Branson nos advierte del problema en el que todos caemos en cuanto a nuestro uso del tiempo. Cuando afirma que “si no tienes tiempo para las cosas pequeñas…tampoco las tendrás para las grandes”, y como resalto en el título de mi aportación de hoy, no es cuestión de creer en la mala o buena suerte, sino en que debemos prepararnos para que la suerte llegue.
Aún, habiendo sido cinco los políticos que anoche debatían frente a todo un país expectante y preocupado, nos preguntamos ¿dónde estaban las mujeres candidatas a presidenta? No hay respuesta, porque llevamos cuatro años y cuatro elecciones, que si en vez de hombres que se postulaban al puesto hubiesen sido mujeres, seguramente habríamos tenido un gobierno hace rato. ¡Así de claro!
¡Impactante…verdad! Pero primero digamos quién es Catey Hill que ilustra nuestra foto de portada. Es la editora de MarketWatch y autora del libro "The 30-Minute Money Plan for Moms." (El plan de dinero de 30 minutos para las mamás). Escribe sobre cómo mejorar tu vida, ya sea en el ámbito laboral o en cuestiones de salud y felicidad, así como mejorar las finanzas personales.
Cuando dentro y fuera del Hollywood a una actriz como Julia Roberts se le llamaba “la novia de América”, se quería significar que era esa mujer joven ideal a la que muchas mujeres querían parecerse. Pero no sólo en el aspecto físico, sino en su capacidad de comunicación, en la personalidad de esta destacada intérprete del séptimo arte que siempre ha sido una sonrisa absolutamente única y genial.
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